miércoles, 24 de agosto de 2016

CARTA A MARIANA, DONDE SE PIDE PERDÓN A ROSARIO




Querida Mariana: ¿En dónde has oído lo siguiente: “Quiero pedirles una disculpa en nombre de mi compañero; es más, quiero pedirles una disculpa en nombre de todos los meseros del mundo”?
Bueno, tal vez vos no lo has escuchado, pero te cuento que es una frase recurrente de un comediante mexicano: Paul Yester, en su caracterización del personaje Poliéster.
Poliéster es un mesero que se encarga de ofrecer disculpas a los comensales que fueron ofendidos por algún comportamiento grosero de otro compañero.
Es una bobera televisiva, pero llama la atención cómo al guionista se le ocurrió que sea Poliéster quien ofrezca disculpas del yerro cometido por otro mesero.
A mí me enseñaron que uno debe asumir su culpa, pero parece que en este país no es así. Son otros, cuando bien nos va, quienes deben ofrecer disculpas por los errores.
Lo vimos recientemente con los resultados de la Delegación Mexicana en los Juegos Olímpicos. El director de la CONADE ofreció disculpas por llevar a su novia a Río. ¿Y las disculpas a los deportistas que no recibieron apoyo de tal institución gubernamental? Parece que las quedó a deber.
Cualquiera diría que no basta la disculpa, pero, ante el soberbio silencio, ella se agradecería.
¿Por qué digo lo que digo? Porque parece que a Rosario Castellanos, al estilo de Poliéster, debemos ofrecer disculpas a su memoria.
Sucede que el Congreso del Estado de Chiapas ha instituido la Medalla con el nombre de Rosario Castellanos; máximo honor que dicha institución otorga a una persona por sus altos méritos. Este año, la convocatoria establece que se hará entrega de tal reconocimiento el día 9 de agosto. Bueno, ya pasó el tiempo y aun no se sabe quién será el recipiendario de tal presea.
Pero no es el único caso, porque el Gobierno del estado, a través de Coneculta, según la convocatoria, debió premiar al escritor ganador del concurso nacional de novela breve Rosario Castellanos el día 7 de agosto, y hasta la fecha tal acto no ha ocurrido.
Se entiende que las autoridades del congreso y de la institución cultural más importante de Chiapas tratan de honrar la memoria de nuestra paisana a través de esa medalla y del concurso de novela; se entiende que ambas instituciones también honran a los hombres y mujeres que han sobresalido en diversos campos del humanismo, de la ciencia y del arte, pero, dejan mucho qué desear respecto al cumplimiento de lo establecido en las convocatorias, que se supone, son las que norman dichos actos de gran trascendencia y relevancia.
Y cualquiera podría decir que hay situaciones más importantes en el estado como para volver la vista a esto que entra en el llamado terreno de la cultura, que, desde esta óptica, la vuelven prescindible.
Tal incumplimiento sólo agrega más demérito al convulso estado de cosas.
Ninguna de las autoridades, tal vez atentas a otras situaciones más importantes para ellos, ha ofrecido disculpas. ¿Lo harán? No lo creo.
Por eso, ahora, digo yo, alguien, al estilo de Poliéster, para continuar la comedia, debería decir: “Quiero pedirles una disculpa en nombre de las autoridades, es más, quiero pedirles una disculpa en nombre de todas las autoridades del mundo mundial”.
Óscar Wong escribió que no le han depositado el dinero que, por ley, le corresponde al haber sido reconocido con el Premio Chiapas. Óscar no sabe que eso es recurrente. Con penosa insistencia muchos premiados se quejan del retraso de los pagos. Las autoridades deben dinero. ¿Quién debe disculpas?
El guionista de ese programa cómico de la televisión advierte que en este país quien comete una falta no se disculpa, tiene que ser otro quien realice tal acción. El guion televisivo inventó a un personaje especial para ofrecer disculpas en nombre de otros. Pareciera algo cómico, no lo es. En un análisis a vuelo de pájaro, un sociólogo diría que en las sociedades subdesarrolladas los incumplidos no ofrecen disculpas. Así leemos letreros en las dependencias de salud donde el personal médico ofrece disculpas a los derechohabientes porque la institución no cuenta con medicamentos y advierte que esta carencia no es culpa de ellos sino de otros. Lo hacen en nombre de “todos los servidores públicos del mundo”.
Nuestra patria no anda como debiera, anda un poco coja. Es una pena.