martes, 22 de agosto de 2017
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ CÓRDOVA
Paso copia de textillo que leí la noche del dieciocho de agosto, en el Museo de la Ciudad.
Buenas noches.
¿Podía yo escribir algo acerca de la obra de José Luis González Córdova y luego leerlo en este acto? ¡Claro que sí!, dije. ¿A qué hora? A las ocho de la noche. Dije que sí, con gusto. Quienes me conocen saben que esta hora es la hora en que mi pila comienza a descargarse, porque todos los días me levanto a las cuatro de la madrugada, así que, si como profetizaba Alex Albores, ven que en un momento determinado caigo dormido sobre la mesa no se sientan ofendidos ni se preocupen, es sólo que a esta hora, por lo regular, ya estoy en cama invocando al sueño.
Con esto quiero decir que este acto es excepción en mi rutina, pero la modifico con gusto, porque, como lo expresé cuando recibí la invitación de José Augusto González, hijo de mi querido y admirado primo, nuestro personaje homenajeado esta noche fue un comiteco de bien que sigue dando mucho a su pueblo y para mí es un honor estar acá recordando la trascendencia e importancia de su generosa obra.
En enero de este año, aún era conductor del programa radiofónico “Crónicas de adobe”, de radio IMER. En Crónicas de Adobe se dedicaron los cuatro programas del mes a rememorar la vida y obra de José Luis González Córdova. El maestro Cuauhtémoc Alcázar Cancino habló de la vida y de la obra de José Luis, en un programa especial. Tal reconocimiento no era más que la certeza que hoy vuelve a convocarnos: Pepe es un comiteco que, como El Cid Campeador, continúa ganando batallas después de muerto, porque hoy lamentamos su ausencia física pero celebramos su legado intelectual que sigue dando luz a nuestro pueblo.
Si me permiten hablaré más en extenso del libro que considero es su máximo aporte: El glosario del habla popular comiteca.
La vida me permitió participar en la edición de tres de sus libros: dos de anécdotas contadas con modismos comitecos y el citado glosario. Los títulos de los dos libros de cuentos son: “Y quién sos pue vos bulto” y “Sólo una vez se capa el cuch”. En los tres libros está presente el afán de mostrar la riqueza del modo de hablar de Comitán y la necesidad de preservarlo contra el viento de la globalización y la marea de la copia burda.
La juventud comiteca de estos tiempos ignora muchos de los vocablos que son la esencia de nuestra identidad. Pepe contó anécdotas muy divertidas empleando las palabras coloquiales que eran la sal de la vida del Comitán de antaño, pero no se conformó con eso. Siguiendo la línea dibujada por Óscar Bonifaz escribió un glosario que es compendio de las voces más entrañables de nuestra lengua comiteca. Lo hizo porque supo que estos modismos eran palabras en proceso de extinción y que si él no las registraba podían desaparecer para siempre. Ya los expertos han dicho que la extinción de una palabra es tan letal como la desaparición de una planta o de un animal o de una estrella.
Por la hora tan a deshora para mi rutina no hago lo que bien podíamos hacer: un juego de tertulia donde cada uno de nosotros comenzara a decir las palabras que están contenidas en el libro de Pepe y ver cuántos de nosotros podemos decir, con precisión, el significado. Pepe (lo dijo en su presentación) no quiso sustituir lo hecho por Bonifaz en su libro: “Arcaísmos, regionalismos y modismos de Comitán, Chiapas”. No, por favor. Pepe, hombre de bien, continúo de manera brillante el camino que inició el maestro. Y, estoy seguro, algún día otro amante del pueblo y de su identidad cultural continuará con lo que Pepe nos obsequió. Ya se comentó el carácter de Pepe, que siempre estuvo coronado por su preocupación de maestro y con un gran sentido de humor. Su libro Glosario reúne esas dos virtudes. Nos legó un rico muestrario de voces propias, pero las cocinó con mucha sal y mucha pimienta. Si busco en el cajón donde están los modismos que comienzan con la letra b encuentro lo siguiente: Bibish y luego hallo la definición: “Órgano sexual masculino” y, como mojol exquisito, pone un ejemplo de cómo se usa la palabra: “A los diecisiete años, ya no se sabe qué hacer con el bibish”. ¡Ah, qué maravilla! Bueno, recordemos que el libro fue publicado en 2005. Creo que en estos tiempos los muchachos sí saben muy bien qué hacer con su bibish y si ellos no lo saben sus amigas se encargan de enseñarles todo lo que se puede hacer con el bibish.
A veces veo, con emoción, que en paredes de restaurantes escriben modismos comitecos. A veces me apeno porque dichos letreros están escritos con muchos errores ortográficos, pero pienso en positivo y sé que los propietarios de esos espacios continúan con el legado de Pepe, con el mensaje de conservar esas joyas lingüísticas. También veo con mucho agrado, en las redes sociales, páginas donde jóvenes comitecos retoman lo mejor de nuestro modo de hablar y las bautizan con los nombres de “Arriba el Cotz” o “Qué pue vos”.
Pero recordemos que la sentencia latina indica que las palabras vuelan pero lo escrito permanece. No basta que lo hablemos, tenemos que reconocer el valor de lo que Pepe hizo, que en un instante, como hizo Moisés en el Monte Sinaí, bajó con nuestros modismos escritos en piedra, para que nunca se olvidaran, para que no desaparezcan.
Pienso que a este homenaje debería unirse el homenaje de su escuela preparatoria a la que tanto amó y tanto sirvió. Sería hermoso que en los jardines de esa emblemática escuela se sembraran letreros con los modismos y las definiciones que Pepe preservó. ¡Ah, ya imagino a los estudiantes a la hora que se sientan en los arriates y platican, comen tortas, leen, estudian, se besan o se les alebresta el bibish, recibir el mensaje permanente! Que no olviden que para no estar papujos deben comer harto pan compuesto, pitaules y, de vez en vez, un buen plato de chanfaina.
Podríamos estar toda la noche acá, jugando con las piedritas que Pepe pepenó y que les dio brillo. Podríamos permanecer siempre agradeciendo a Pepe el cariño que manifestó a su pueblo, mismo cariño que hoy y siempre le devolvemos envuelto en papel de china.
Por favor, pido brindemos un aplauso a la memoria de Pepe.
Muchas gracias.