lunes, 19 de marzo de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DEL ARCO ÍRIS FORMADO POR UNA CAUDA DE PESHPENES




Querida Mariana: Óscar Chávez canta bien sabroso, canta: “… mariposas amarillas, que vuelan liberadas…”. Y la guitarra suena, de igual manera, sabrosa, y el cuatro y el cajón y los demás instrumentos vuelan, igual que las mariposas, vuelan en un canto de vida en medio de cien años de soledad. Óscar Chávez canta mariposas amarillas y las personas bailan a mitad del patio, sin zapatos, con los pies desnudos. Óscar canta, no debe ser él quien compuso la canción, pero en México todo mundo la identifica en la voz de Óscar. Mariposas amarillas, no negras.
La abuela Domitila tenía una escoba especial para espantar las mariposas negras. Decía que éstas eran de mal agüero. Por esto, cuando Rosalino le enseñó una revista con una pintura donde aparecía Gabriel García Márquez rodeado de mariposas amarillas, dijo que eso era la vida. Cuando cumplió setenta años, pidió que su nieto Alonso la llevara al santuario de las mariposas monarca. Al regreso, Alonso contó que la abuela estuvo encantada, que había extendido sus brazos como si fueran ramas y ellos se llenaron de mariposas. Cuando murió, la pequeña Isabelina señaló el marco de la puerta de entrada: Ahí estaba una mariposa negra. Rosalino buscó la escoba por toda la casa y no la halló. A la hora del velorio no faltó el que, con dos tragos entre pecho y espalda, dijo que la abuela se había muerto porque alguien había escondido la escoba y no le dio tiempo para espantar esa mariposa negra.
El sábado, muy temprano, Rosalino me llamó por teléfono y me preguntó si ya había visto la enorme mariposa negra que estaba en el Centro Cultural Rosario Castellanos. No la había visto, pero imaginé lo que luego fui a comprobar: el enorme lienzo negro, en señal de duelo por la muerte del maestro Ernesto Carboney Fernández.
Sí, le dije a Rosalino, es una pena que la escoba de la abuela, igual que ella, esté desaparecida por el momento. Por eso, le dije, mientras aparece tal espanto cada persona debe valorar el instante de vida, los momentos en que la vida nos regala las mariposas amarillas de García Márquez y las mariposas monarca de la abuela Domitila. Cada persona debe alzar los brazos y dejar que éstos se llenen de luz, de la luz de la vida.
El viernes por la tarde, David y Raúl me informaron por WhatsApp que el maestro Neto (así lo llamábamos siempre, con cariño) había fallecido. Un día antes, Jorgito (compañero de trabajo del maestro en el Centro Cultural) me dijo que el maestro Carboney estaba ya muy malito. Cuando hace quince días hablé con él por teléfono me dijo que podía pasar a saludarlo a su casa. Yo le dije que no iría, le dije que esperaría su regreso al Centro Cultural y ahí lo saludaría, como lo hacía muchas mañanas que pasaba por ahí con rumbo al mercado Primero de Mayo.
El sábado, la gran mariposa negra apareció encaramada en la piedra de la fachada. A todo mundo le gusta más ver mariposas amarillas y mariposas monarca; a todo mundo le encanta ver el cielo lleno de peshpenes. Las peshpenes son mariposas menos dramáticas. Ellas también señalan que llegarán visitas a la casa, pero no tan desagradables como las que vaticinan las mariposas negras.
Tal vez sea bueno tener una escoba en casa para espantar las mariposas negras. Cuando menos así lo advierte doña Tony, porque ella, cuando la saludé en su negocio, se frotó las manos, como si quisiera hacer un conjuro, y dijo que estaba triste, porque apenas días antes también había fallecido su amiga María Trinidad. Sí, dijo Antonio, es una gran pena para Comitán perder a dos intelectuales de esa talla: a la historiadora María Trinidad Pulido y al maestro Ernesto Carboney.
En la ficha biográfica del maestro apareció el siguiente dato: escribió poesía, novela y cuento; y dirigió teatro. Recientemente presentó un libro de poesía y a Daniel, en una entrevista, le comentó que estaba escribiendo una novela. ¿Quedó inconclusa? Sería bueno que su familia publicara dicho libro. ¿Qué pasó en el caso de la historiadora Mary Trini? El día siguiente a su fallecimiento, Iván me invitó a hablar acerca de su obra en la radio. Ahí dije que ella, de alguna manera, había continuado el camino de Rosario Castellanos (en “Balún-Canán”), porque su libro de haciendas da cuenta de una institución que tanto influyó en la vida histórica de Comitán. El libro de Mary Trini es un documento valiosísimo. ¿Qué investigaciones dejó inéditas? Sería bueno que su esposo alentara la publicación de esas investigaciones. Ya Gabriel García Márquez nos enseñó que una buena manera de hacer llover mariposas amarillas es echar a volar los libros como papalotes.
La participación del maestro Neto en la promoción del teatro no fue vasta, pero sí meritoria. Recuerdo que el maestro Melgar Durán, siendo director de la Casa de la Cultura, organizó un concurso de teatro mexicano. El maestro Carboney obtuvo el premio al Mejor Director, con la puesta en escena de una obra del gran dramaturgo mexicano Emilio Carballido, que alude al movimiento estudiantil del 68. Creo que el premio fue merecido y ese momento fue especialísimo para el teatro en Comitán, ya que alió el nombre del maestro Neto con la grandeza de Carballido. La esencia de la cultura es esa: unir los nombres locales con los nombres universales. La puesta en escena que dirigió el maestro Carboney fue una puesta en escena vigorosa que abrió la posibilidad de presentar propuestas escénicas más reflexivas, alejadas un poco de la comedia y de la representación doméstica. ¿Se ponen en escena ahora obras de los grandes autores nacionales? No. La producción es escasísima.
La sociedad comiteca lamentó la noticia del fallecimiento del maestro Carboney y la noticia del fallecimiento de la historiadora Mary Trini.
Posdata: El sábado apareció la mariposa negra prendida de los muros, en memoria del funcionario. Ojalá, de acá en adelante, sólo haya lluvia de mariposas amarillas, torbellinos de mariposas monarca, cascadas de peshpenes, que sean la infinita celebración de la vida. Ojalá que en todas las casas del pueblo las mariposas negras escaseen, se debiliten, para que no existan más esas oleadas trágicas que dejan un sabor de fierro enmohecido. Ojalá sólo vuelen mariposas amarillas en la voz de Óscar Chávez.