sábado, 31 de marzo de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE UNA FOTOGRAFÍA




Querida Mariana: Hace tiempo hubo una campaña publicitaria que decía: “No salga sin ella”. Con el tiempo comenzamos a jugar con la frase. Invitábamos a amigos más jóvenes a que dijeran qué o quién era “ella”. Ya podrás imaginar la cantidad de opciones. En realidad, la campaña era sencilla y compleja a la vez, porque se trataba de una tarjeta de crédito. El mensaje era que no saliéramos sin la tarjeta, porque todo lo podíamos “con el poder” de nuestra firma.
Resulta que yo, de un tiempo a la fecha, hago caso del slogan y no salgo sin ella, sin mi camarita. Ahora, en tiempos que todo mundo tiene celular y con este chunche puede tomar fotografías, solo los fotógrafos profesionales andan con una cámara.
No sé si conocés al fotógrafo que aparece en esta imagen y que regaló una sonrisa amable al lente de mi camarita. Es Toño, fotorreportero. Acá no se ve la cámara, sólo se ve el bote del refresco que tomó. Está en un lugar emblemático de Comitán, frente al parque central. Ahora “La comiteca” es un restaurante, pero durante mucho tiempo fue una ferretería, atendida por don Filiberto y doña Emilia. Doña Ausencia cuenta que en una esquina del negocio doña Mila vendía roscas de nata (que eran riquísimas) y rompope (que no se quedaba atrás). Así que ahora que es un restaurante regresó a su vocación original: la de vender alimentos.
Digo que Toño sigue al pie de la letra el lema del comercial: “No sale sin ella”, porque ella es la que le permite ejercer su trabajo diario. En la chamba del periodismo hay fotografías que los fotorreporteros deben cumplir, pero también existe el espacio para la toma artística.
En el Museo de la Ciudad hay una fotografía que recibe a los visitantes y es creación de la mirada de Toño.
Vos sabés que admiro a los fotógrafos, a los buenos (por fortuna, en Comitán hay varios muy buenos, excelentes fotógrafos mexicanos). Admiro el trabajo de Toño. Por esto, cuando caminaba rumbo a la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez, donde me esperaba su director, Humberto Pedrero, y vi a Toño, solo, tomando un refresco, sin su cámara, saqué la mía, mi modesta camarita y dije lo que siempre se dice en estos casos: “Machetazo a caballo de espadas”, que es una frase que usamos en México y que la decimos cuando el de enfrente es superior a uno; es decir, ¿cómo puedo atreverme a tomar una fotografía a quien es experto en tal arte? Bueno, pues me atreví esa mañana y él sonrió. Si mirás su sonrisa es afectuosa, pero también revela lo que piensa: “Ah, Molinari, tomala pues, nunca saldrá como saldría si yo la tomara”.
En realidad, Toño lo sabe, no se trataba de hacer una fotografía de excelencia, como él las obtiene. ¡No! Mi intención fue como saludarlo, como si yo estuviese frente a Messi y tomara el balón no para hacer florituras sino para patearlo y tener el gusto de que él, el más grande jugador de soccer de estos tiempos, me lo regresara y yo pudiera sentirme chento al decir que Messi había jugado conmigo. Acá, Toño regresó el aro de luz que le envié y por eso ahora puedo decir que le tomé una fotografía a un gran fotógrafo.
Tomé la fotografía una mañana cualquiera. La tomé porque Toño estaba tranquilo. Él, quien siempre anda a las carreras, estaba tranquilo, tomaba un refresco en “La comiteca”, un lugar emblemático, con un nombre emblemático.
Como supe que había alterado por un instante su tranquilidad no hice más que tomar la fotografía. No me acerqué a saludarlo. Nada más hice. Dije lo del machetazo a caballo de espadas, tomé la foto, guardé la camarita y le dije adiós a Toño. Lo dejé en esa burbuja de armonía que llevaba puesta esa mañana.
Ya podés imaginar que el juego de “No salga sin ella”, que jugábamos con los amigos, propiciaba respuestas sorprendentes: desde el que decía que no debíamos salir sin el alma o una buena actitud, hasta el que albureaba y se refería a no salir sin la talega (tanto la que sirve para llevar las monedas, como la que sirve para hacer pis). Yo no salgo sin ella, Toño tampoco sale sin ella. Pienso que lo primero que Toño hace al salir de su casa es revisar su maletín donde lleva todas las cámaras que le servirán para ejercer esa maravillosa profesión: Hacer eterno un instante. Acá, de manera modesta y humilde, logré mi objetivo: Atrapé a Toño en un momento inusual, porque él estaba tranquilo y, ya lo dije, Toño siempre anda en carreras para hacer la fotografía que defina, de mejor manera, un acto, sea éste político, social, cultural, afectuoso o de nota roja.
Posdata: Nunca salgo sin ella. La llevo a todas partes. Con ella tomo fotografías. Sé que la imagen, igual que la palabra, hace infinito el instante. No hay más que eso en la vida. Por eso a vos te escribo. Es mi reto. Hacerte infinita a través de mi palabra apenas balbuceante.