viernes, 1 de junio de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO PUEDE CONSTRUIRSE UN MÉXICO DIFERENTE




Querida Mariana: Puedo estar equivocado, pero la fotografía que te anexo muestra un acto insólito, no sólo en Comitán, sino en todo el estado de Chiapas.
¿Qué es lo insólito? Podrás pensar que este tipo de bardas, pintadas por artistas callejeros, ¡por fortuna!, es común en muchas ciudades del país. ¡Es cierto!
Lo insólito es que es la barda que promociona a un candidato a elección popular. ¡Ah!, ¿verdad, que ya no es común?
Juan Carlos Gómez Aranda, candidato a diputado federal, por el octavo distrito, mandó a pintar esta barda para promocionar su imagen entre el universo de votantes.
Decidió presentar una imagen diferente. Pienso que es el primer político que lo hace de esta manera, en todo Chiapas.
Ayer, en la tarde, subí a mi auto para ir a conocer el nuevo local (espacioso y muy digno) del supermercado San Luis, de empresarios comitecos, y al llegar a la curva donde está SOCAEM, frente a la colonia Miguel Alemán, vi esta barda. Sentí una gran alegría en mi corazón.
El candidato a diputado envía su mensaje promocional, pero lo hace de manera bella, con un mensaje de identidad cultural.
¿Alguien puede enfadarse con este tipo de promocional? No creo. La barda-mural envía su mensaje político, pero lo hace de manera sublime, reconociendo la riqueza cultural de nuestro pueblo y las destrezas de nuestros artistas locales.
En el extremo superior izquierdo aparece la frase: “Belleza del VIII distrito”; en la parte inferior está escrito el lugar que se muestra: “Iglesia de Santo Domingo. Comitán de Domínguez, Chiapas”; y, ya lo mencioné, en el otro extremo inferior está el nombre del candidato.
Los candidatos, en periodo de campaña, emplean diversos medios para hacerse publicidad. Distribuyen trípticos, por ejemplo, con sus propuestas y sus planes de trabajo; reparten lo que llaman microperforados para que quienes ven con agrado su propuesta los peguen en el cristal posterior de los autos; algunos emplean autos con perifoneo; otros (¡uf, qué mal!) cuelgan pendones de plástico en los postes de luz; y, algunos más, pintan bardas, con sus mensajes políticos.
¿Qué pasa con esa publicidad cuando terminan las campañas y el país retorna a su vida cotidiana? Los trípticos (desde antes) van al bote de basura; los microperforados son retirados de los cristales de los autos; el perifoneo ya anuncia la inauguración de un restaurante que ofrece barbacoa; y los pendones de plástico van al basurero municipal a engrosar el montón de basura no biodegradable; pero, las bardas pintadas quedan con los mensajes.
Hace tres años, uno de los candidatos a la presidencia municipal de Comitán, mandó a pintar decenas de bardas con su publicidad personal. Muchas de esas bardas siguen ahí, ya deslavadas, ofreciendo una imagen sucia de nuestro pueblo. ¿Por qué el candidato no mandó a retirar esas pintas? El Instituto Nacional Electoral debería (en caso de que no lo contemple) obligar a los candidatos a retirar la totalidad de la propaganda al término de la elección.
En el caso de esta barda con mensaje político, pienso que medio mundo pedirá que no se retire. ¿Quién desea eliminar una ventana llena de luz, de identidad? ¿Quién se opone a apoyar propuestas inteligentes que navegan en sentido contrario a lo rutinario y soso?
En Comitán ya se demostró que las propuestas pueden cambiar el sentido de nuestra existencia. En Tuxtla, mi admirado amigo Raymundo Zenteno, candidato independiente a diputado local, también comenzó su campaña con una propuesta inédita. Con un grupo de amigos barrió la entrada al Congreso y luego la lavó. Envió un buen mensaje subliminal, ¿verdad?
En Comitán, mi querido amigo Juan Carlos Gómez Aranda, también dio un mensaje confortable: Los comitecos nos sentimos orgullosos de nuestra identidad y de nuestras raíces.
Posdata: No creo que haya antecedente de este hecho singular. Juan Carlos, con este mínimo acto, pero inédito, demostró que se puede hacer política reafirmando el objetivo principal de ella: el servicio a la comunidad.
Ojalá que este mural permanezca por mucho tiempo. Ojalá que, cuando la campaña política termine, las demás bardas se pinten de blanco, pero que ésta sea repintada de vez en vez, para que siempre permanezca, para que la memoria no se deslave.