miércoles, 30 de mayo de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECEN MÁS DE DOS PRESENTES




Querida Mariana: Siempre me gusta la palabra presente como sinónimo de regalo. Acá te muestro dos presentes que me hizo Violeta, en mi más reciente viaje a Tuxtla. ¿Mirás qué bonito concepto? “¡Me hizo dos presentes!”. Héctor dice que la clave de la armonía es precisamente vivir en el presente. Por eso digo que es algo grato cuando alguien me “hace” un presente.
Son dos presentes: El cachito de lotería y el libro que sirve como apoyo. Cuando alguien me hace un presente que es un libro ¡soy feliz! Los libros sirven para todo. También sirven como apoyo, para colocar un cachito.
Si soy sincero me gustan más los libros que los cachitos. En los libros la promesa siempre es cumplida, aunque el libro no sea tan bueno como uno espera; en cambio, en los cachitos, la mayoría de veces, la promesa es incumplida.
Mis amigos siempre me obsequian libros. Sólo en una ocasión, Paco compartió conmigo un cachito de lotería. Paco acostumbra comprar la plana completa. Entiendo que nunca le ha pegado al gordo. Tal vez un día de éstos.
Violeta me obsequió el libro y el cachito. Ella sabe que a mí me encantan los libros. El libro es la novela más reciente de Heberto Morales, “Nahuyaca”. El cachito nunca fue el premiado. La bendición de este cachito (ya lo viste) es que corresponde a un sorteo que, en 2015, fue dedicado a la memoria de Rosario Castellanos, con motivo a su cumpleaños noventa. Es, digamos, un cachito de colección. Violeta, siempre generosa, en cuanto me vio me dijo: “Te tengo una sorpresa” y me enseñó el libro. Un segundo después dijo: “El libro no es la sorpresa”. Abrió el libro y me enseñó el cachito, que había colocado en páginas interiores. Violeta me dio dos presentes, “me hizo” dos presentes. Y luego me contó la historia que yo sabía en parte. Me dijo que ella procuró que para el cumpleaños noventa de Rosario se emitiera un sello postal en memoria de la escritora. ¡No fue posible! Correos de México pidió una cantidad de dinero (exorbitante) para que tal deseo se cumpliera. Fue cuando, por mediación de Zoé Robledo, lograron que la Lotería Nacional dedicara su sorteo Superior, número 2427, a celebrar el cumpleaños de la Chayo. Violeta me platicó que se emocionó en el momento que, en el edificio de la Lotería, en la Ciudad de México, Juan Carlos Gómez Aranda, tocó la campana para dar inicio al sorteo. Esa tarde, Violeta estuvo ahí; también estuvo Gabriel Guerra y, por supuesto, Zoé Robledo.
Cuando Violeta me dio el cachito me dijo que Zoé tiene una impresión gigante de este cachito. Coincidimos en que sería muy bello que dicha impresión estuviera expuesta en el Museo que en memoria de Rosario existe ya en Comitán. A Violeta le dije que ello contribuiría a hacer un poco más rico el material que ahí se expone y que, en verdad, está un poco raquítico.
Violeta, siempre diligente, siempre pendiente en honrar la memoria de Rosario, prometió que hablará con Zoé y le pedirá done tal reliquia. No dudo que Robledo, hábil político chiapaneco, dará su consentimiento. No dudo que Violeta logrará su encomienda, porque ella es una chiapaneca que ha honrado la memoria de Rosario, desde siempre.
Tal vez Gabriel Guerra, ahora que ya vio que el Museo es una realidad, pueda donar, de igual manera, objetos importantes que ayuden a comprender un poco más la vida de Rosario Castellanos. Ella (lo ha dicho medio mundo) merece todos los homenajes, por su talento y por su compromiso hacia la literatura y las causas sociales.
Mientras llega el momento cumbre, te mando esta fotografía donde aparece el cachito que mi querida Violeta me regaló.
Posdata: En el viaje de regreso comencé a leer el libro de Heberto Morales. Ni te preocupés, tengo un ejemplar para vos. Sucede que Marco también me obsequió el mismo libro. Esa tarde fui privilegiado, porque a los presentes de Violeta se unieron los de Marco, que consistieron en los libros de la poesía de mi maestro Óscar Oliva, el libro que Chiapas editó en conmemoración de los noventa años de Rosario, y la citada novela del maestro Heberto. Esa tarde, en Tuxtla, tuve muchos presentes. Éstos apuntalan mi futuro.