miércoles, 28 de noviembre de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE UNA MARAVILLOSA DEFINICIÓN DEL ACTO DE PINTAR




Querida Mariana: En la Feria del Libro 2018, en Guadalajara, Orhan Pamuk dijo: “Pintar es como cantar bajo la regadera”. Reiteró que siempre deseó ser pintor. Actualmente pinta, pero la actividad que le permitió alcanzar la gloria mundial ha sido la escritura. Pamuk fue premiado con el Nobel de Literatura en 2006. Hay millones de lectores que lo consideran uno de los mejores escritores de estos tiempos (me incluyo, porque, vos sabés, me encantaron sus novelas “El museo de la inocencia” y “Me llamo Rojo”, así como ese libro de recuerdos que se llama “Estambul” y donde despliega un talento genial para describir la ciudad en que nació.)
¿Mirás qué dijo respecto al acto de pintar? Hay personas que prefieren bañarse con agua fría, otros con agua tibia, y hay muchos a quienes les encanta bañarse con agua caliente, pero ¿cuántos cantan bajo la regadera? ¿A vos cómo te gusta bañarte? (Este es un tema que a mí me apasiona. Imagino a mis amigas bajo la regadera, las imagino mariposas livianas en medio de la lluvia.) ¿Cantás bajo la regadera? No todo mundo lo hace. Yo fui una mañana a una casa de huéspedes cuando estudiaba en la Ciudad de México y cuando, un grupo de amigos, estábamos en el comedor escuchamos cantar a uno de los muchachos. Cantaba horrible. Elena, quien era mi amiga, dijo que su compañero estaba crudo, bueno, en realidad aún estaba borracho, así que no sabía bien a bien qué hacía. Los demás desayunábamos tamales (la casa era de una señora tuxtleca, que preparaba unos tamales bien sabrosos). El baño estaba arriba, la voz del amigo bolencón comenzó a oírse con más intensidad, yo imaginé que él se enjabonaba la cabeza cuando la voz, ya casi vuelta grito, cantó: “Nuestro amor siguió creciendo y con él nos fue envolviendo” y repitió la última palabra una y otra vez, una y otra vez, cada vez más alto. Hubo un instante en que debimos suspender la plática, porque los gritos superaban todo lo que decíamos, nos dedicamos a comer, los cristales comenzaron a vibrar, como si el cantante fuera un Plácido Domingo cualquiera. Llegó el momento en que el “envolviendo” nos envolvió de manera brutal. Vi que todos apretaban la mandíbula como si fueran caníbales o leones devorando una hiena, en lugar de degustar un rico tamal; los ojos iban como canicas de un lado a otro y los rostros parecían a punto de explotar como drenaje. Supe que todos estábamos en el límite, casi pude escuchar cómo todo mundo estaba a punto de gritar: ¡Ya, cállate, hijo de la china Hilaria! Por fortuna, no hubo necesidad, ya que de pronto el cantante pareció agotar el aire infinito de sus pulmones y el silencio se hizo. Vi que todos los que estábamos en la mesa expiramos una burbuja de sosiego, pero más tardamos en regresar a la armonía cuando el caos regresó, escuchamos unos gritos como de mono aullador, el muchacho estaba vomitando. ¡No! ¡Ya no, eso sí no podía soportarlo, porque sentí arcadas en mi estómago! Me levanté y me despedí. No había llegado a la puerta cuando una marabunta pasó sobre mí. Nadie de los que estaban en la mesa soportó tal martirio.
Esto recordé cuando oí la declaración de Pamuk. Entendí entonces que el disfrute está precisamente en quien canta debajo de la regadera, así cante horrible. El tormento es para quienes están a su alrededor.
Sí, yo, igual que Pamuk, también pinto. Y cuando lo hago es como si estuviera botado debajo de un árbol y recibiera una lluvia de pétalos.
Posdata: El gran caricaturista Abel Quezada también pintó muchos cuadros y él decía que el acto de pintar es la libertad total. La escritura tiene un corsé imposible de evadir. La pintura, en cambio, permite todo. No hay camino a seguir. La belleza de la pintura es que la creación abre miles de ventanas y todas son válidas. Claro, como sucede con las personas que cantan bajo la regadera, algunas cantan bonito, otras berrean y unas más vomitan. Lo mismo sucede con la pintura. Los espectadores disfrutan la obra o la aborrecen, porque las obras también cantan, algunas suenan como si las interpretara la Fourcade y otras como si las cantara Arjona.