jueves, 10 de enero de 2019

CARTA A MARIANA, CON PREGUNTA




Querida Mariana: ¿Qué notás de especial en la fotografía de esta calle? ¿Que la lámpara parece estar chueca? No, eso no es lo especial. ¿Que la zapatería no es zapatería 3 hermanos, sino cuatro? No, tampoco. ¿Que no se ve persona alguna caminando? No. ¿Que? ¡Ah, ya basta!, dirás.
Bueno, ya basta. Te mando esta fotografía porque tiene dos elementos especiales: las macetas y los letreros. A ver, te cuento. Si mirás con atención verás que en las banquetas hay macetas con flores y plantas. Los vecinos de esta calle han tratado de hacerla más llena de vida. A iniciativa de una vecina (una mujer sensacional) los vecinos han sembrado plantas en las macetas que ella (inicialmente) comenzó a obsequiar. Tocaba la puerta y, con una maceta de barro, entre las manos, la ofrecía como un obsequio y sugería que se colocara en la banqueta, que se sembrara flores y que éstas fueran cuidadas.
Al principio fueron pocas macetas, pero, poco a poco, el número se incrementó. A pesar de lo predecible: que algunos maldosos empleen las macetas como basureros o que se roben las plantas, la iniciativa ha continuado. ¿Se roban las plantas? Los vecinos vuelven a sembrar. ¿Llenan las macetas con bolsas de plástico y con botellas vacías? Los vecinos las limpian. Ante la estulticia de la mano oscura, la esperanza de la mano generosa.
Una vecina comenta que una noche vio, desde su ventana, a un tipo que orinaba justo en la maceta, como si ésta fuese el mingitorio. Bastó que la mujer abriera la ventana y gritara para que el tipo comenzara a correr. Ojalá, pensó la vecina, que termine con el pantalón todo orinado. La vecina comentó que nada hubiera hecho si el tipo estuviera orinando, como chucho, en el poste o en la pared, pero ¿en la maceta? Ya era un exceso.
La acción no ha sido sencilla, pero la iniciativa ha crecido. Ahora, varios caminantes sí aprecian el cambio. Se sabe que todo es un proceso educativo. Muchos caminantes no disfrutan la vista, caminan sin darse por enterados de ese obsequio de la naturaleza y de espíritus humanos sensibles. Pero el cambio ahí está. La iniciativa ciudadana ha demostrado que es posible humanizar las ciudades, hacerlas más afectuosas.
Pero no sólo macetas tiene esta calle, también tiene letreros. En la casa de color naranja hay un letrero que dice: “No te olvides de ser feliz”. Muchas personas, las que sí aprecian los buenos actos, se detienen un instante, leen la frase, sonríen, se toman la selfie y continúan su camino. Esa pausa hace diferencia. En la pared de la casa rosa está escrito un fragmento de la canción “Comiteca”, de Ernesto Núñez, la que dice: “Comiteca, de ojos lindos, y de labios de coral, es tu voz tan melodiosa, como el canto de un turpial…” (El turpial es un pájaro que, dicen, canta muy bonito). Como el ejemplo arrastra, en la otra calle, a la vueltecita, hay dos letreros en fachadas diferentes, uno dice: “Sonríe para la vida, no sólo para la foto”, y el otro dice: “La vida es bella”, que es como un homenaje para aquella película italiana que ganó el Óscar como mejor película extranjera; y también es, sin buscarle mucho, un homenaje a la vida misma.
¿Hacen diferencia estas acciones? Sí, hacen diferencia. Pero, ¿cuál es la diferencia entre un bello proyecto y una mera utopía? ¡La realización! La vecina soñó un día una calle que estuviera llena de flores, que dignificara el entorno y que fuera un remanso para los caminantes. Así que salió a regalar macetas con los vecinos y éstos respondieron.
Posdata: ¿Imaginás lo que serían las ciudades de Chiapas si esta iniciativa se realizara en cada cuadra de cada barrio? ¿Imaginás lo que sería Comitán con sus calles llenas de plantas? Cuando todo el pueblo estuviera inundado de macetas, el pueblo lograría reportajes periodísticos a nivel nacional y esto haría que el mundo volviera la mirada hacia esta tierra de Dios.
En algún tiempo, Comitán se llamó Comitán de Las Flores, era un nombre bello. Hubo un tiempo en que las calles tuvieron nombres de flores, era una bella iniciativa. Ahora, en una calle del barrio de Guadalupe, poco a poco, sus banquetas se llenan de flores y sus paredes ostentan letreros bellos.
¿Hace diferencia? Sí, hace una calle más digna, más humana.
¿Imaginás si todas las calles de Comitán tuvieran una ciudadana que comenzara a prender la mecha de embellecer el entorno? ¿Que todos los vecinos respondieran con generosidad a esa iniciativa y que todo el pueblo se transformara? Los niños y jóvenes educarían su mirada y su sensibilidad y comenzarían a ser mejores ciudadanos. Los cabrones tendrían que desmayar en sus intentos destructivos. Recordemos aquella Teoría de las Ventanas Rotas. En entornos sucios, oscuros, la delincuencia encuentra motivos para sembrar su odio y rencor. Por el contrario, en paisajes resplandecientes ¡crece la planta de luz!
Acá, en esta calle, no sólo hay flores sembradas, también comienza a crecer el árbol de la esperanza y de la dignidad.
Ha pasado tiempo desde el principio de la iniciativa. Los vecinos no han cedido, al contrario, siguen sembrando luz. Que los dioses del buen universo los sigan guiando y protegiendo y que su ejemplo cunda con la misma intensidad con que el tsizim cunde con la primera lluvia.