martes, 15 de enero de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DE CÓMO UNA PALABRA COMIENZA A GANAR CARTA DE NATURALIZACIÓN




Querida Mariana: Ahora todo mundo usa la palabra chido. ¡Se siente bien chido decirla! No sé en qué momento comenzó a usarse. En los años sesenta, los niños comitecos no la empleábamos. Acá, en Comitán, todo era mero lek, pero un día (quién sabe en qué instante) botamos nuestro modismo y nos apropiamos de esa palabra chida, bien chida.
Por esto, ahora que escucho la palabra huachicol me da gusto saber que ha sido en los últimos tiempos de estos tiempos que comenzó a emplearse con profusión; es decir, por primera vez en mi vida, puedo dar constancia del momento en que aparece una palabra novísima en el horizonte de mi diccionario personal. Porque yo, igual que medio mundo, empleo ya la palabra huachicol.
Acá en Comitán (¡Ah, se habían tardado!) ya inventaron la ensalada huachicol. Dicen que la ensalada huachicol contiene dos sencillos ingredientes: güash y col. Dicen que esta ensalada es muy buena como vermífugo. ¡Andá a saber!
Judith dice que el verbo huachicolear se emplea ya en toda la república y se aplica en diversas circunstancias. Dice que el otro día, en una cantina, escuchó que alguien decía que a la fulana le encantaba huachiculear (ya con u), por lo que cuando un chavo le dice a su chava que vayan a huachiculear le está sugiriendo que vayan al motel y no a la escuela, le está sugiriendo que vayan a perforar el ducto.
Claro que, como siempre ha sido en este país, hay niveles (y no me refiero a niveles de medir aceite, sino a niveles culturales). Dicen que algunos, los fifís, no huachicolean, ni huachiculean, ¡no!, los chavos nice ¡huachicoolean!, porque para ellos todo es cool.
Como dije ¡hay niveles!, quienes están en el último lugar de la escala social, a los compas que son barrio lleno de lodo, les dicen huachiculeros. Pero, al contrario, cuando los fifís se ven acosados por estos huachiculeros, los fifís se huachiculean; es decir, se les frunce el cicirisco.
En el momento en que, en alguna reunión de chavos, alguien ya se está pasando de rosca en sus discursos, no falta el que se pone de pie y grita: “¡Ya, güey, deja de hacerle al huachicoleo!”; es decir, “¡Ya, deja de succionar el tubo!”.
Rodrigo de La O, quien es un destacado sociólogo, explica que el huachicoleo ha existido no sólo en los ductos petroleros, sino en muchas actividades sociales y artísticas. Si entendemos por huachicoleo el acto de sustraer gasolina de los ductos, vemos que la sustracción (o robo, más bien dicho) de un bien común es práctica común en este país. Dice que muchos (bastantes) políticos han sido unos grandes huachicoleros porque se han dedicado a sustraer el dinero del ducto presupuestal. ¿Huachicoleros intelectuales? ¡Uf, abundan! Hay cientos de escritores que practican el huachicoleo creativo. Como buenos intelectuales han empleado el eufemismo de plagio, pero lo que hacen se llama huachicoleo mental.
Posdata: Ahora, el término se ha popularizado y todo mundo hace mofa de él. Pero, muchos han hallado en la palabra la gran posibilidad para aplicarla en lugar del verbo chingar que la empleábamos para todo, según nos explicó Octavio Paz. Ahora, cuando algo va mal, va ¡del huachicol!, pero, de igual manera, cuando alguien pregunta cómo estuvo la fiesta, se dice: ¡Mejor ni el huachicol! Si alguien, de la noche a la mañana, se convierte en millonario, dicen: “Se sacó el huachicol” y si otro, por desgracia, pasa a mejor vida, dicen que ¡ya se lo cargó el huachicol!