lunes, 21 de enero de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE ROSARIO




Querida Mariana: La actual administración municipal de Comitán incluye la imagen de Rosario Castellanos en su logotipo. Se trata de honrar la memoria de la famosa escritora que vivió su infancia y parte de su adolescencia en nuestro pueblo. Se trata de que el nombre siga resonando en todos los confines. Porque (hay que decirlo), como pasa de manera frecuente con grandes escritores, su obra es más leída y estudiada en otros lugares.
En Colombia existe un programa que lleva la obra de García Márquez a todas las escuelas. En algunos otros lugares del mundo debe haber programas similares para honrar a sus escritores.
Una mañana del mes de diciembre, recibí una llamada del maestro Ornán Gómez (escritor y Director de Educación, del Ayuntamiento de Comitán) y me sugirió que hiciéramos una jornada de visitas a escuelas del municipio, en la que yo compartiera un granito de arena dando a conocer la obra de nuestra escritora, porque el presidente municipal estaba muy interesado en que se difundiera. No lo pensé dos veces, dije que sí. Por supuesto que sí.
Hasta el momento, apenas dos meses después de la propuesta, el programa de acercamiento a la obra de Rosario Castellanos ha llegado a más de diez espacios educativos: escuelas primarias, secundarias, telesecundarias, bachilleratos y bibliotecas, de la ciudad y de comunidades rurales, y puedo decirte que ha sido una gratísima experiencia.
Las audiencias han variado. En la biblioteca de la comunidad Abelardo L. Rodríguez sucedió un fenómeno especial. A las cinco de la tarde comenzaron a llegar grupos de niños, hasta completar una audiencia de veinte o veinticinco personas. Ya era un número más que aceptable. Comencé la charla, todo iba bien, los niños se divertían y, estoy seguro, algo pepenaban de la vida y obra de Rosario. Pero cinco o seis minutos después, la cabecita de un niño apareció en la ventana de la pared de madera, hizo una seña y casi todos los niños (más de quince) se levantaron y sin decir con permiso salieron del salón. ¿Qué había pasado? ¡Ah!, pues resulta que la catequista había llegado al templo y esa hora (las cinco de la tarde) es la hora del catecismo. Bueno, esta experiencia ya lo había vivido también el grupo de teatro que, en el Festival Rosario Castellanos 2018, se presentó en la comunidad de San José Obrero. Cuando la autoridad de la comunidad rural agradeció la presencia de los actores dijo que en el salón no había tantos niños, porque muchos estaban en el templo recibiendo la doctrina. ¡Va pues! Todavía hay niveles. En las comunidades rurales Dios está primero.
Digo que las audiencias han variado, han ido, desde veinte personas hasta grupos de más de cien muchachos, como sucedió en la comunidad de Efraín A. Gutiérrez. Todos los alumnos de la telesecundaria Rosario Castellanos salieron de su escuela y fueron al domo que está al lado del parque. Fue maravilloso verlos cargar su silla y acomodarse en la explanada; fue muy emotivo ver que recibieron el mensaje que llevábamos.
Vos y yo sabemos que estar sentados, escuchando a alguien por más de media hora, es pesado. Es más bonito estar viendo el Facebook o jugando al fútbol o platicando en el parque. Por esto, procuro que la charla sea dinámica, procuro involucrarlos a fin de que, en medio de la risa y del relajito, algo de la obra de Rosario resuene.
Hago la pantomima de una transformación, paso de hombre a mujer, para leerles el poema “Autorretrato”, escrito por Rosario. Cuando les digo que ni soy tan hombre, y que la transformación no me cuesta mucho, ellos ríen, lo disfrutan, pero (¡oh, maravilla!) cuando leo el poema, ellos hacen silencio y miro que en sus caritas algo de la esencia de Rosario aparece frente a ellos.
¿Qué más hago? Les cuento algo de Comitán y ellos reconocen algunos elementos de identidad y luego leo un cachito, mínimo, del capítulo dos de “Balún-Canán”, esa parte donde la niña narradora cuenta que camina de la mano de su nana por las banquetas de laja y se topa con tejedoras de pichulej, y escucha los sonidos del mercado y mira los balcones y piensa que debe ser tan bonito estar como los balcones, sólo mirando, hasta llegar al instante en que, por la primera lluvia, aparece esa hormiga con alas que se llama tsizim.
Y los niños reconocen el pueblo y reconocen que Rosario Castellanos pepenó esas imágenes de este y no de otro pueblo. Y así pasa media hora (o un poquito más) y los niños y muchachos de todos los niveles educativos se acercan tantito a la obra. Porque se trata de que conozcan lo que Rosario escribió. El otro día estuve en el Instituto que lleva el nombre, estuve con muchachos estudiantes de bachillerato y me topé con dos muchachas bonitas que son grandes lectoras. Me dio mucho gusto.
Posdata: Yo estoy feliz de vivir esta experiencia. Me he topado con chicos que nada conocían de Rosario, pero, asimismo, me he topado con muchachos que sí tienen un conocimiento de la vida y obra de nuestra paisana. Todo es como un cordel de luz que nos alumbra. Se trata, como desea el presidente municipal, de que en Comitán honremos a Rosario, porque Rosario nos ha honrado desde siempre. Lo hacemos por nuestros niños, por nuestros muchachos; lo hacemos por nosotros, porque nosotros ¡somos Comitán!