sábado, 26 de enero de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DE LA TARDE QUE EL POETA BALAM RODRIGO ESTUVO EN COMITÁN




Querida Mariana: Sé que lo lamentarás, porque me has dicho que admirás el trabajo poético de Balam Rodrigo; sé que lamentarás haber estado en San Cristóbal de Las Casas, la tarde del 23 de enero, tarde en que el poeta estuvo en la Casa de la Cultura, de Comitán, para la presentación de sus libros: “Marabunta” y “Libro centroamericano de los muertos”.
Pero sé que te dará gusto saber que hubo buena audiencia para escuchar y para saludar a Balam, quien, como siempre, se mostró grande porque es humilde, porque, a pesar de que es uno de los poetas que más premios literarios ha obtenido en este país, sigue siendo un hombre de a pie, un hombre de gran sensibilidad y de trato afectuoso.
Fui invitado a hacer comentarios a uno de los libros de Balam, por lo que tuve el privilegio de compartir la mesa de honor con el maestro René Landaverde Hernández, cónsul de El Salvador, en Comitán; con el poeta Arbey Rivera, director del Centro Cultural Rosario Castellanos y, por supuesto, con el poeta Balam Rodrigo.
El acto de presentación (así lo dijo el director del Centro Cultural) fue el inicio de una serie de actos para honrar la memoria de Rosario Castellanos. No pudo ser mejor inicio. La presencia de Balam fue un lujo. Así lo consideró la audiencia que, en buen número, asistió esa tarde. Es bien bonito ver la presencia de muchas personas en actos culturales. A final de cuentas, los actos culturales se programan para que las personas puedan recibir algo de la luz del arte. Se trata de compartir.
El cónsul de El Salvador hizo comentarios al poemario “Libro centroamericano de los muertos” y el director del Centro Cultural comentó el libro “Marabunta”. Ambos comentaristas fueron muy puntuales en sus participaciones; el comentario del maestro Landaverde tuvo la importancia de señalar aspectos importantes de su país y, como amplio conocedor del fenómeno migratorio, dijo que Balam no pudo escribir el libro sin tener una cercanía con el fenómeno de la migración y de los países centroamericanos. Y así es, Balam, de niño, convivió con migrantes en su natal Villa de Comaltitlán. El poeta Arbey (quien moderó la mesa) comentó el primer libro de la trilogía centroamericana que Balam escribe. Lo hizo con palabras bajadas del árbol del sol. Comentó que está en preparación el tercer libro, que es un libro de ensayos. Los dos primeros son de poesía.
Después de los comentarios, se presentó un video con la voz de Balam y música de Cicerón Aguilar, y a continuación, Balam hizo una exposición certera acerca del problema del migrante y finalizó con la lectura de varios poemas de ambos libros.
Como yo estaba trepado en el escenario logré advertir la buena recepción de todas las participaciones, sobre todo la del escritor invitado. Todo mundo reconoce la calidad de su poesía, la calidez de su trato, la rotundez de su conocimiento.
Arbey Rivera comenzó con el pie derecho en sus actividades como director del Centro Cultural Rosario Castellanos. Comitán desea que siga así, que siempre sea así.
Yo hice un breve comentario al “Libro centroamericano de los muertos”. Te paso copia de lo que dije. A ver cómo lo mirás.

Buenas tardes.
Hablamos de poesía, de la palabra que sugiere; hablamos de la luz y de la sombra. ¿Por qué entonces ahora pregunto si ustedes han escuchado la expresión ¡es un cuento redondo!, en referencia a un texto casi perfecto?
¿Han escuchado tal expresión? ¡Cuento redondo! Tal vez proviene de lo que Julio Cortázar, espléndido narrador, dijo en una ocasión. Cortázar hablaba de la esfericidad del cuento, como una imagen de la totalidad, de la precisión y de la cercanía a la perfección.
Ahora hago otra pregunta: ¿Hay libros redondos? La forma de la mayoría de libros es rectangular, pero, una tarde, cuando era niño, una tía se acercó y me obsequió un libro que, en su forma, era circular. El libro tenía la forma de un balón. Era un libro con bellas ilustraciones con una historia que contaba la pasión de un niño por el fútbol soccer. La redondez del libro era casi perfecta, apenas tenía una ligera comba en la que, el editor, había realizado la costura de las hojas. De ahí colegí que es muy difícil hallar un libro redondo.
Pero, digo que hoy nos convoca la poesía, nos convoca el libro cuyo título es: “Libro centroamericano de los muertos”, del poeta Balam Rodrigo, y este es un libro redondo, casi perfecto. Durante 2018 y el ratito que llevamos de este 2019 leí varios libros de poesía, muchos de ellos propuestas inteligentes, pero, sin duda alguna, el mejor libro de todos es éste.
Cuando el poeta Arbey, director del Centro Cultural Rosario Castellanos, me invitó a hacer comentarios al libro de Balam, me dio gusto, lo consideré un placer. Es un honor. Cuando llegué a casa, abrí el libro y comencé a leerlo, supe que el placer estaba en la lectura, en meter el pie del corazón en este río vertiginoso que Balam escribió y que le valió recibir la gloria del premio de poesía más prestigioso de este país.
Balam alcanza, en este libro, la casi perfección; es decir, la cima creativa, porque, se sabe, la perfección jamás se alcanza. Acá hallamos la voz de un profeta, el eco multiplicado de un corazón, un corazón cuya vena aorta está llena de la sangre de migrantes. Es tan amplia esta vena que se extiende desde el río Suchiate hasta el río Bravo. En este flujo interminable de vida está la presencia constante de la muerte.
Nosotros, los chiapanecos, habitantes de la frontera sur, creemos conocer y reconocer el fenómeno de la migración, nos parece cosa de todos los días y de todas las horas. Pero Balam nos acerca a los meandros más oscuros, a los más tiernos, a los más intrincados, nos dice que la voz no dicha es el grito callado.
Si digo que acá está una aorta, también digo que la columna vertebral de este cuerpo literario es el tren, un tren que, lo sabemos, es llamado La Bestia, porque su baba se extiende con la misma brutalidad con que se extiende la peste, la sombra y la miseria de nuestros países.
¿Por qué el libro de Balam es un libro redondo? Porque su genio, sólo su genio, le permitió ver que un libro de Fray Bartolomé de Las Casas era un río que seguía ahogándose en el mar de todos los días; es decir, las condiciones de agravio de hace siglos siguen trillando las mismas huellas de los hombres y mujeres que habitan esta región del mundo. Sólo el genio de Balam reconoció que estos tiempos son un espejo del inframundo maya. Acá hallamos un tzompantli contemporáneo, un muro lleno de calaveras. Balam da nombre a cada uno de esos esqueletos, nos dice que un día esos muertos tuvieron vida y tuvieron sueños. Dejaron su cordón umbilical, lo ataron al árbol de la nostalgia y de la miseria y, como millones de seres humanos desde el principio de los tiempos, tomaron un ato de ropa, dos tortillas y un poco de agua, y emprendieron la marcha hacia la consecución de un sueño.
Lo hicieron sólo para descubrir que su sueño estaba hecho de cristales y que éstos se quiebran y que el filo de los cristales rotos provoca heridas en el cuerpo y en el espíritu, quiebran los sueños y los matan, los matan.
Balam ha logrado un prodigio literario, ha hecho con nubes negras un camposanto en el cielo.
Balam trepó costales de palabras al tren llamado La Bestia e hizo que la palabra sea la vía principal donde corre ese río en que la vida es una simple letanía. En estas vías que ha sembrado Balam, aparece una voz llena de vida desde la muerte; una muerte viva que llena todas las voces.
Balam logró un libro redondo, casi perfecto. Cuando terminé de leerlo me di cuenta que el niño que fui ha crecido. Me dio pánico. Hubiese querido que el mundo siguiera siendo lo que fue en mi niñez, cuando tuve entre mis manos un libro redondo que me contaba la historia feliz de un niño que amaba el fútbol. Pero, de igual manera comprendí que este libro es necesario para mi tiempo, porque no se puede vivir en una burbuja artificial en donde nada sucede, porque acá, sucede todo y esta totalidad es la que Balam alcanza en un libro brutal, feroz, bello, absoluto, casi genial.
Gracias.
Posdata: El poeta Arbey anunció que para la primera quincena de febrero habrá otra presentación de un libro de poesía. El título del libro es: “La muerte no es todavía una fiesta”, escrito por la querida poeta Mirtha Luz Pérez Robledo. Habrá que estar pendiente, será otro acto prodigioso.