viernes, 9 de julio de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 8)

Querida Mariana: ¿continuamos? Sí, en esta serie de cartas desmenuzo tantito la valiosa información que doña Lolita Albores consignó en su crónica: “Sí conocí a Rosario Castellanos”. En realidad, no sólo la conoció, sino que tuvo un trato íntimo con ella. Claro, por una temporada. No fue uña y carne, como sí lo fue, por ejemplo, su tocaya, la poeta Lolita Castro, pero doña Lolita Albores, como lo hemos platicado, vivió una temporada en casa de Rosario. De ahí, la importancia de su testimonio. ¿En qué quedamos? ¡Ya, ya, ya lo tengo! Doña Lolita contaba de las veces que volvió a ver a Rosario. Dijo que la saludó en 1951 o 1952, en casa de su prima Lucita Lara Castellanos de Ruiz (por cierto, hace pocos días, Lupita Ruiz Albores, quien radica en Canadá, compartió en redes sociales una foto donde aparecen su mamá, doña Piedad, hermosa señora, y su tía Lucita Lara Castellanos de Ruiz. ¿Mirás?, el rompecabezas se va armando); y cuenta de la última vez que vio a Rosario. Leamos lo que doña Lolita escribió: “La última vez que la vi fue cuando dio una conferencia en la Casa de la Cultura en 1968”. ¡Qué año! 1968. Un año que marcó a todo México, por la matanza de Tlatelolco, que ocurrió el 2 de octubre de ese año. Se puede casi casi asegurar que no sólo fue la última vez que doña Lolita vio a Rosario, sino que también fue la última vez que la famosa escritora estuvo en Comitán. En 1968 yo tenía 11 años. ¿En dónde andaba yo cuando Rosario estuvo en el auditorio? Saber qué andaba haciendo. He preguntado por la fecha exacta, pero nadie ha dado informes. Por ahí habrá que seguir hurgando. Hay muchas personas que estuvieron presentes ese día, sería sensacional contar con sus testimonios para armar el rompecabezas. Es una fecha trascendental, sobre todo si tomamos en consideración que, como parece, fue el último viaje que realizó Rosario a su tierra. Tal vez sea necesario hacer una precisión. Doña Lolita dice auditorio de la Casa de la Cultura, porque cuando escribe su crónica ese auditorio ya es parte de la Casa de la Cultura, hoy Centro Cultural Rosario Castellanos. En 1968, el espacio era el auditorio de la Escuela Secundaria y Preparatoria. Me atreveré a decir que el viaje de Rosario fue antes de octubre; antes de la movilización estudiantil. Descarto entonces, los meses de septiembre y octubre. ¿Cuál es la fecha exacta? Por ahí asomará. Estoy seguro. Cuando ocurre el suceso trágico, Rosario deja testimonio de su sentimiento en el poema “Memorial de Tlatelolco”. En la explanada de Las Tres Culturas, en Tlatelolco, existe un monumento que honra la memoria de los fallecidos en esa tarde aciaga. En la parte superior está una relación breve de nombres de fallecidos, la relación termina así: “…y muchos otros compañeros cuyos nombres y edades aún no conocemos”. A continuación, aparece un fragmento del poema escrito por Rosario: “¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en el radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete”. ¿Cuál fue la sensación que tuvo doña Lolita al saludar a Rosario ese día de 1968 en Comitán? Acá está lo que ella escribió: “La saludé y le comenté por qué ya no tenía lentes y el cambio de su voz. Me dijo que su voz la había educado y que los lentes allí estaban”. Dos trazos ligeros, pero que dicen mucho acerca de la personalidad de Rosario y de doña Lolita. Sí, ahora que leo el escrito de doña Lolita parece que la veo. Ella, con desparpajo y con ese carácter que no escondía nada, se acercó a Rosario y le dijo que ya no tenía lentes y que su voz estaba muy cambiada. Ahora escucho cómo ríe, cómo su cabellera es como una cascada que acompaña el gorgoriteo de su carcajada plena. Imagino la cara de sorpresa de Rosario al advertir que doña Lolita privilegiaba su cambio físico. Ah, Rosario dice que ya educó su voz, que ahora tiene la voz que corresponde a alguien que dicta conferencias, que da cátedra universitaria, que debe responder los cuestionamientos de los periodistas. ¿Y los lentes? Acá están, respondió Rosario. ¿Usaba lentes de contacto? Andá a saber. ¡Nos hace falta información! El mínimo detalle sirve para descubrir la personalidad de Rosario. Otro documento que está pendiente de descubrir es el tema de la conferencia que Rosario dictó esa tarde. Tal vez en el Archivo Municipal existe copia de algún periódico que consigne tales datos. Posdata: por ahí asomarán luces.