domingo, 3 de marzo de 2024
CARTA A MARIANA, CON CHISTORETE
Querida Mariana: no hay peor cosa que te cuenten un chiste que no tiene chiste. Perdón, sí hay algo peor: que te destrocen el supuesto chiste.
El otro día me enviaron un “chiste” en el WhatsApp. Un abuelo dice que está agüitado porque su nieto reprobó todas las materias, concluye diciendo que su mayor tristeza es porque él le hizo todas sus tareas. Tan tan.
No me causó gracia. Y ya luego, viejo gruñón que soy, pensé que el chiste tenía un mensaje que cancelaba el supuesto chiste, el niño reprobó porque él no hizo las tareas, que se supone son ejercicios para reforzar el aprendizaje, así que a la hora de presentar exámenes no supo qué responder.
Dije que soy un viejo cascarrabias, que a todo le encuentro hilo para jalar. Sé que hay adultos que consienten a los hijos “ayudándolos” con las tareas, haciéndoles los trabajos que deben entregar. En los años ochenta del siglo pasado les dejaba una actividad a mis alumnos, con lo que cerrábamos el ciclo escolar: hacer la maqueta, de un determinado tema.
En una ocasión, alguien me presentó una maqueta impecable. ¡No, no puedo aceptarlo!, dije ¿Quién la hizo? Al final salió a relucir la verdad, le había pagado a un arquitecto para que le hiciera el trabajo. ¡No! El objetivo era que la imaginación se activara, estaba permitido que los papás participaran, en afán de fomentar la convivencia. No quiero maquetas de diez, pueden ser de cinco de calificación, dije, pero hechas con pasión. El chico entendió y luego hizo otro trabajo, muy digno, y cuando me la presentó vi en su mirada un vuelo de satisfacción: “ahora sí, la hice yo, profe”, dijo. Y, por supuesto, obtuvo diez de calificación.
El abuelo del chiste no le hizo favor alguno al hacerle sus tareas.
Pero cuando miré el video de pronto me brincó algo con lo que ahora no estoy de acuerdo: ¡las tareas!
No sé si te tocó o has sabido de algún profesor que deja tareas en periodos vacacionales. Sí, cuando es periodo de descanso por Semana Santa, deja que los alumnos lean tal libro y hagan una síntesis. ¡Dios mío!
No sé cuáles sean las propuestas del magisterio ahora que están haciendo foros para armar el próximo plan de gobierno, pero digo que en los foros de educación deberían participar con propuestas los padres de familia y, sobre todo, los involucrados.
La anécdota que contó Alejandro Jodorowsky llama a la reflexión, dice que un compa se lamentó con otro porque su hijo había reprobado en matemáticas, mientras en dibujo había obtenido diez. ¿Y qué harás?, preguntó el otro. Pues meterlo a clases de regularización de matemáticas. ¡No, hombre!, dijo el otro, debes enviarlo a clases de dibujo.
El proceso educativo es de lo más complejo, no es materia sencilla, pero la experiencia me ha dictado que cada niña y niño tiene sus propias fortalezas, sus propios gustos, sus propios intereses, sus propias aficiones. ¿No sería bueno potenciar esas capacidades? ¿No se trata acaso de prepararlos para la vida? La mayoría de seres humanos debe trabajar para ganar la paguita que permita comprar el pan y demás necesidades vitales, este trabajo (lo dicen los sabios) debe ser algo que le guste al oficiante para que sea un disfrute.
Como dije al principio: hay chistes sin chiste. Un trabajo no deseado es un mal chiste. Dedicar la vida a hacer algo desagradable es el peor chiste del mundo. Todo mundo debería dedicarse a hacer algo que le guste, a lo que es su pasión. No me estás preguntando, pero yo, en la vida ahí la llevo cascareando en el plano económico, pero tengo lo necesario para la subsistencia y hago lo que me gusta, soy feliz. Doy gracias a Dios por eso.
Posdata: cuando el abuelo del chiste dijo que su mayor tristeza era porque él había hecho las tareas del nieto, los de la producción insertaron las clásicas risas (que ponían en los programas de Chespirito) para dar a entender que todo era muy gracioso. No le hallé la gracia. Todo mundo me dice que soy un amargado, que hasta un simple chiste lo vuelvo tragedia. El mundo tiene razón, porque los chistes simples me desagradan. Soy un admirador del humor y éste está a mil cuadras de los chistes sobados de carpa.
Pienso que el ideal de la educación sería que los alumnos aprendieran el conocimiento en el aula, que ahí realizaran las actividades. Si las maquetas que dejaba como trabajo final las hubieran desarrollado en clase, ningún arquitecto habría metido su mano negra.
¡Tzatz Comitán!