domingo, 10 de marzo de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN CAMPEÓN

Querida Mariana: expreso mi reconocimiento a Fernando Cuéllar González, quien es campeón en Taekwondo. Fernando tiene doce años de edad, nació con una condición especial, un mosaico de Síndrome de Down. Su papá, el doctor Fernando Cuéllar, dice que es el papá más orgulloso, que su hijo es una lección de vida; su mamá, Irma Aracely González García, dice que se siente muy feliz con su hijo, que los niños con SD no son angelitos, son personas como nosotros, con diferentes capacidades. Estos conceptos de vida hablan de una puntual conciencia social. Todos los seres humanos somos diferentes, tenemos diferentes dones. Los papás de Fernando son un gran pilar para el edificio espiritual que construye su hijo. Imagino la emoción de Fernando cuando está en el tatami en espera del combate. Ahí está él solo, con los valores que su papá y su mamá le han prodigado, con el conocimiento que le ha impartido su maestro Osvaldo López Funes. Acá está dicho todo, los cercanos de Fernando le brindan herramientas para que se desenvuelva en la sociedad. A mí me emociona esto que te cuento. Vos no lo sabés, pero en el Comitán de los años sesenta del siglo pasado, los niños y niñas con SD se les tachaba de “enfermitos”. Dios mío, qué ignorantes éramos. La sociedad los veía con recelo y los propios padres los recluían en sus casas, estos muchachos eran excluidos, permanecían ocultos, sin poder interactuar. Su condición los obligaba a estar prisioneros, cuando alguien salía tantito de casa era visto con morbo. Mi amiga Aurorita fue de las maestras pioneras de lo que se llamó Escuela de Enseñanza Especial, que inició en un local cerca de la fábrica de aguardiente de los Pedrero, allá por el rumbo de La Cueva de Tío Ticho. Aurorita cuenta la labor que hizo ella, con sus compañeras. Indagaban dónde había una niña con SD y allá iban a platicar con los papás, a tratar de convencerlos para que permitieran que su hija acudiera a la escuela, que le permitieran crecer como cualquier niño. Qué labor tan difícil, poco a poco, este trabajo de convencimiento fue rindiendo frutos, una mamá se atrevió a dar el paso y el ejemplo fue seguido, los papás y mamás vieron que sus niños no deberían crecer bajo la sombra, la luz de la vida también era para ellos. Ahora, ¡ah, qué bendición!, no sólo hay instituciones de enseñanza especial, en muchas escuelas reciben a niños con SD y con autismo y estos conviven con los demás compañeritos. Repito: en los años sesenta y antes no fue así. Me encanta conocer estas historias de vida, donde los papás y la sociedad muestran lo mejor de sí, porque las personas con SD son cariñosas, son personas sin discapacidad, con fortalezas diferentes, como cualquier ser humano. Los papás de Fernando son maravillosos, porque todos los días hacen lo que cualquier papá y mamá, se brindan para que él sea una persona de bien, útil a la sociedad. Fernando ha logrado muchos premios y reconocimientos. Alguien me comentó que el 23 de marzo participará en un torneo nacional en la ciudad de Puebla y está en puerta un torneo internacional en Brasil. Cómo no va a ser emotivo esta historia de vida. Los niños y niñas con SD ya no están recluidos en casa, ahora conviven y, en casos como éste, se convierten en campeones. El mundo ahora está pendiente de los Juegos Paralímpicos, donde participan deportistas con discapacidades físicas. Fernando es ejemplo de que el deporte ayuda a incorporarse a la sociedad y de que pueden escribirse brillantes historias de vida. ¿Y si Fernando llega a ser campeón olímpico en Taekwondo? Ningún deportista comiteco ha conseguido la gloria de ser campeón olímpico. Fernando es, como dice su papá, un ejemplo de vida, es una ramita saludable de nuestro enormísimo árbol comiteco. Posdata: ¿querés saber más de la vida de Fernando? Conseguí nuestra reciente edición de Arenilla impresa. El reportaje es un elogio para él, para su papá, para su mamá y para todos los que están cerca y le dan herramientas para que él sea un hombre de bien. Fernando es un campeón, no sólo en lo deportivo, es un campeón de la vida. ¡Tzatz Comitán!