martes, 19 de marzo de 2024

CARTA A MARIANA, CON COMIDA MEXICANA

Querida Mariana: esta carta se pudo titular: “Mi reino por un papadzul”, en parodia de la famosa frase que dijo el rey Ricardo III. ¿Vos sabés qué es un papadzul? ¡Mare linda! Mi amigo el doctor Jorge Antonio Ruiz Mandujano, quien viaja constantemente a Yucatán, podría explicarnos. La gastronomía de Yucatán es riquísima, casi tan rica como la cocina comiteca. Ahora estarás preguntando por qué de todos los platillos elegí el papadzul. ¡Ah!, porque fue el platillo favorito de nuestra paisana Rosario Castellanos. ¿Cómo sé esto? Rosario y su gran amigo Raúl Ortiz y Ortiz intercambiaron muchas cartas. Tengo en mis manos el libro “Cartas encontradas (1966-1974)”, donde hay parte de ese intercambio epistolar. El libro es muy interesante, porque ahí nuestra paisana cuenta cosas tan íntimas que no compartió con nadie más. Ahí nos enteramos que no le caía muy bien el tal Carlos Fuentes. Parece que el tal Carlitos era medio pedante. ¿Recordás que María Félix le decía “mujerujo”, que en una palabra significaba que nuestro escritor era “poco hombre”? ¡Padre eterno! Pero, bueno, estábamos en las cartas de Rosario y Raúl. En 1971 Rosario viaja a Israel para cumplir con el alto honor de ser embajadora de México en aquel país. Uno de sus confidentes más cercanos es Raúl. Así, ahora, los lectores de este libro nos enteramos de los testimonios que van de allá para acá. Raúl le cuenta chismes del país y Rosario le cuenta cómo le va en Israel. Y en una de esas cartas nos enteramos que Rosario “moría” por los papadzules. Debo confesar que nunca he probado un papadzul, sí, en cambio, he probado la cochinita pibil, una salsita con chile habanero y, por supuesto, la riquísima sopa de lima, ¡exquisita! Bueno, con decirte que tampoco he probado el “codzito”, el cotzito ¡es otra cosa! Entonces, ¿qué es un papadzul? El Internet da la receta y dice que la palabra (como se esperaba) es una palabra maya que significa: “comida de caballeros”; es decir, se servía para los nobles, y como Rosario era una princesa de las letras, pues le iba bien este antojo. ¿De qué está hecho el papadzul? Cuando lo mirás bien decís que no es tan difícil de realizar el platillo. En un libro de Larousse hay una fotografía de un plato con papadzules. ¿Qué se ve? Tres tortillas enrolladas con relleno, regadas con dos salsas, una verde, encima una roja y unas rodajitas de chile habanero. Llamó mi atención que, tal como lo supuse, el chef dice que el grado de dificultad de preparación es: fácil. Veamos, ¿cuáles son los ingredientes? 30 hojas de epazote (mi mamá no comería los papadzules, odia el epazote), 4 y media tazas de agua, 12 huevos cocidos y picados, ¾ de cucharadita de sal, 60 gramos de pepita verde pelada, tostada y molida, 18 tortillas de maíz de doce centímetros de ancho recién hechas. Acá ya te diste cuenta que la salsa verde es la de la pepita, la roja se llama chiltomate y tiene también su gracia al prepararla. No te voy a pasar la receta completa, porque no soy chef, si se te antoja el platillo por el que Rosario “enloquecía” podés buscar en Internet la manera de prepararlo. Sólo diré los ingredientes de esta salsa roja llamada chiltomate: jitomate, ajo, cebolla. Estos tres ingredientes se licuan, la mezcla se cuela y se pone al fuego con un chile habanero, se hierve y listo. Dice que el chile habanero no debe romperse. ¡Pucha! Casi casi dije la forma de hacerla. Ya adiviné el relleno de las tortillas: los huevos picados. Claro, ya imaginé el sabor de la salsita verde de pepita (mi mamá me hace un guisito de pepita con soya, ¡exquisito!). Pues este platillo tan sencillo era el que seducía el cuerpecito y el espíritu de Rosario, a tal grado que un día su gran amigo le envía papadzules, de México a Israel, por medio de un amigo. Llegan los papadzules y Rosario enloquece, queda eternamente agradecida por ese detalle. Posdata: por eso digo que esta carta bien pudo intitularse: “Mi reino por unos papadzules”. ¿Sabías esta pasión culinaria de Rosario Castellanos? El próximo año celebraremos el centenario del nacimiento de nuestra escritora. Sería maravilloso que un restaurante comiteco organizara una comida con estos antojitos yucatecos, para honrar a la paisana. ¡Tzatz Comitán!