martes, 11 de febrero de 2025

CARTA A MARIANA, CON EL VIEJITO DE LA NOCHEBUENA

Querida Mariana: lo vi y escuché en la televisión y pensé que debía compartirlo con vos. El domingo miraba el programa “Aprendiendo a envejecer” (ya que no aprendí a ser un joven, le entro a lecciones de tercera edad, para que mi vejez sea plena, digna, digo). Llegó un joven escritor, Adrián Chávez, a presentar su novela más reciente: “Querido Quetzalcóatl”. Hasta ese momento todo parecía normal, pero cuando contó el suceso histórico que inspiró su creación ¡me fui para atrás!, como tal vez te pase a vos. Te cuento, Adrián contó que un día se topó con un hecho histórico: el presidente de México Pascual Ortiz Rubio “decretó” que en nuestro país el encargado de traer los regalos a niños y niñas en navidad sería, nada más y nada menos: Quetzalcóatl. ¿Podés creerlo? Adrián dijo que la propuesta fracasó estrepitosamente. Uf. El pueblo no hizo caso de la bobera del presidente. En caso de que la iniciativa hubiese “entrado”, la niñez mexicana habría comenzado sus cartitas, con el título de la novela: querido Quetzalcóatl. El autor agregó lo que sabemos: la figura del Santa Clos actual es un invento de la Coca Cola, en los años treinta la imagen del viejo panzón, sonriente, vestido con colores rojos, comenzó a popularizarse. Si lo pensamos tantito vemos que nuestra identidad quedó en entredicho, preferimos una imagen capitalista norteamericana que nuestra imagen nacionalista. Pero también, el Ortiz Rubio se la jaló. Qué pena que ninguno de sus asesores le recomendó adoptar la figura del personaje que en Comitán imperaba. Acá ni Quetzalcóatl ni el pinche gordo, acá era El Viejito de La Nochebuena quien traía los regalos, era una imagen afable, afectuosa y era tan genial que cada niño y cada niña lo imaginaba a su real gusto. Pero vos sabés que en nuestro pueblo somos muy dados a vanagloriar lo de fuera, un día los niños y niñas prefirieron los “dulces extranjeros” y metieron los dulces regionales al bolso del olvido; de igual manera, le abrieron las puertas de las casas al tal Santa Clos y dejaron afuera al Viejito de La Noche Buena, sintiendo frío, con la bolsa llena de juguetes modestos. Como siempre, cambiamos lo más por lo menos. El Internet dice que Ortiz Rubio fue presidente del año treinta al año treinta y dos, del siglo pasado. Con este “decreto” se la jaló. Bueno, nuestro ex presidente tenía un apodo que, tal vez, da idea de su personalidad, le decían “El nopalito”, por ¡baboso! ¡Señor de todos los huertos! Qué cosas, ¿no? Algunos lectores y lectoras comentan que la novelita de Adrián está simpática. ¡Cómo no! Ya podemos imaginar a Quetzalcóatl, en el Olimpo mexicano, recibiendo miles de cartas donde le piden muñecas, juegos de té, pelotas y bicicletas. Posdata: el autor halló un suceso histórico extravagante y dijo ¡de acá soy y escribió una ficción! La realidad política mexicana da para muchas novelas y cuentos. ¡Tzatz Comitán!