viernes, 21 de febrero de 2025
CARTA A MARIANA, CON TRONCOS Y PUENTES DE MADERA
Querida Mariana: tuve un sueño. Soñé que caminaba por un puente de madera, abajo nada había, se sentía algo como una mano gigante invisible que me llamaba, pero nada había. Yo, que siempre he sido un tutuldioso, tomé valor quién sabe de qué árbol y me acerqué al barandal del puente, me acodé, pero de pronto sentí vértigo, porque el barandal de madera desapareció y quedé frente al vacío, con mi cuerpo levemente flexionado, pero no caí, tuve la sensación de que otra mano gigante me detenía, estaba en la orilla del puente de madera, frente al vacío y no caía, porque una mano era más poderosa que la otra, cuyo influjo se diluyó poco a poco. Qué sueño tan loco. Estuve seguro que si en algún momento caía, dos segundos después de la caída abriría los brazos y mis alas, porque ya tenía alas que me había injertado la mano bondadosa, me permitirían volar, ascender. El vacío no existía, todo era yo con mis alas, yo pájaro, yo espíritu sublime, así que dejé de ver el vacío, me incorporé y caminé sobre el puente hasta llegar a la orilla que estaba muy cerca del lugar donde estaba parado, acodado. Llegué a un gran bosque, dejé el puente de madera y caminé sobre un piso que tenía losetas de pasto recién cortadito, todo tenía un olor a juncia fresca, los árboles sólo eran troncos, como si un monstruo depredador hubiese comido todas las ramas y todas las frondas, no obstante, el paisaje no era aterrador, al contrario, todo el bosque lleno de troncos era como un espacio para el juego de las escondidas, para que las parejas se ocultaran y se dieran besos y se acariciaran, en cada punta de cada tronco había renuevos, lo que era como un mensaje de esperanza; pero ya mirás que los sueños como la vida son impredecibles y lo que era una imagen bucólica se convirtió en algo dramático, porque estaba a punto de correr por en medio de los troncos, de jugar a buscarte, cuando detrás de un tronco vi el rostro de una persona que sonreía en forma malévola, ¿recordás la portada de aquel libro que hablaba del misterio del demonio? Pues era ese rostro el que vi en mi sueño, no era un duende del bosque, ¡no!, era la personificación del perverso mayor, reía y entonces, lo que no había podido la mano gigantesca maligna del puente, lo estaba logrando esta cara, porque a pesar de mi resistencia por avanzar, sentía que mis pasos iban rumbo hacia donde estaba él. Dentro de mi inocencia volví la mirada y quise hallar, de veras, el rostro, digamos, que fuera el positivo de esta energía negativa, deseé que, igual que en el puente, apareciera el rostro que contrarrestara la cara boba, pero luciferina. ¡Nada! Ah, pero en el momento que estaba a punto de llegar hasta donde estaba el maligno, mi sueño dio una torcedura genial, maravillosa, como si hubiese sido cuento infantil, vi que apareció una niña con un vestido rojo y una canasta de mimbre y dijo: Álex, ¿qué estás haciendo acá?, y me señaló con su mano libre una casa hecha con galletas de jengibre. Esa era su casa, ahí debía ir, me tomó de la mano y ya olvidé el rostro demoniaco, el bosque dejó de ser ese sembradío de troncos, volvió a tener un paisaje lleno de árboles con ramas, follajes y pájaros, ¡sí, escuché el canto de las tiucas y de los cenzontles! En eso desperté, desperté con alegría, con buen ánimo, como si la niebla se cancelara y una madrugada sublime apareciera, una madrugada con cantos de pájaros, con vuelos, con aire fresco, con nubes matizadas con naranjas.
Posdata: a veces recuerdo mis sueños y, en ocasiones, despierto con desasosiego; ahora desperté contento, como si hubiera mandado a la chingada a las manos gigantescas malignas y a los rostros de gente cabrona.
Vos, ¿soñás bonito? A veces ¿tenés pesadillas? ¿Le das importancia a tus sueños? ¿Tenés un libro con el significado de los sueños? ¿Qué significa soñar a la niña con vestido rojo y canasta de mimbre?
¡Tzatz Comitán!