jueves, 13 de febrero de 2025
CARTA A MARIANA, CON LA PRESENCIA DE LUIS AGUILAR CASTAÑEDA
Querida Mariana: personajes de Chiapas celebran el centenario del nacimiento de Rosario Castellanos. Hoy, el escultor comiteco Luis Aguilar Castañeda, destacado artista, se une a Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, presidente del Congreso del estado de Chiapas; al profesor Denis Solís, presidente municipal de La Trinitaria; y a Jorge Mandujano, escritor destacado, y nos comparte unas palabras. Él, quien, con sus manos, modeló el rostro de nuestra escritora, busto que se encuentra en una de las esquinas del parque central y que es, sin duda, el bronce que vale oro, ya que es la imagen donde la gente se toma las fotografías del recuerdo, la imagen donde la autoridad acude cada ocasión importante para dejar coronas de flores. Él, quien, invitó al aire y al viento a regodearse en los vacíos (oquedades, le llama Mario Uvence), ahora modeló letras para formar palabras para esculpir un texto que es homenaje permanente a la memoria de la gran Chayo, nuestra Chayito. Te comparto lo que Luis envió:
Rosario, tú le escribiste un comentario al escultor, aquel que se lamentaba de hacer su figura en arcilla; y le sugerías que experimentara con otros materiales: memoria, ensueño, humo, sueño, NADA.
A ese escultor le sugiero que no se lamente, que pruebe el vacío, y descubra en él que la verdadera creación surge de la nada porque en el vacío encontramos la libertad de crear y "El límite es el cielo".
Hasta acá las palabras de Luis Aguilar Castañeda, un rosario con cuentas hechas de letras. El remate final del texto de Luis es el título de su obra en bronce, pero no sólo es el nombre de su creación, también es una definición de la personalidad de los creadores y creadores. Si el cielo es infinito, ¡no hay límite!
Luis, con gran cercanía, le habla a Rosario, nos confiesa algo íntimo, ella, la escritora, le escribió antes al escultor, revela que la escritora sugirió la experimentación con otros materiales aparte de la arcilla, materias memorables: la memoria, el ensueño, el humo, el sueño y la nada, porque, dice el escultor, la verdadera creación surge de la nada, porque la nada es un recipiente lleno de esencias. En este mensaje que Luis nos comparte, donde honra de nuevo a Rosario Castellanos, nos obsequia también una poética acerca de la creación. Todos los materiales que existen en el universo son el feliz pretexto para la creación, también las letras, las mismas que aprendimos en la primera educación. La palabra también provino de la Nada, de ese infinito mar que en cada instante besa las orillas de las playas.
Y acá, el gran escultor, quien también es ducho para la redacción (ya lo demostró en la serie de textos que redactó para su libro “Repaso vital”), tomó las palabras y las modeló con maestría, porque Rosario, gran árbol literario, también tomó de la Nada su numen creativo. Rosario, quien siempre se asumió comiteca, a pesar de nacer en la Ciudad de México; y Luis, comiteco de nacencia y por confirmación, aparecen unidos acá, de nuevo. Un día, hace años, Luis modeló el rostro de Rosario en cera y luego lo convirtió en una escultura en bronce; en este 2025, año donde el mundo celebra el centenario del nacimiento de la escritora, Luis remodeló ese rostro, ahora no sólo fue arcilla lo que tomó en sus manos, ahora, como él lo expresó, también tomó esencias de su memoria, de sus ensueños, del humo, de sus sueños y, sobre todo, de la Nada, esencia que siempre lo acompaña, que es fiel compañera desde que nació.
Posdata: desde esta ventana, querida mía, honramos a Rosario. Mentes brillantes nos comparten breves textos que son como puños de confeti. Cada una de las palabras es como una nota de marimba, juntos estamos componiendo una gran obra musical, la polifonía es una gran aria.
Posdata: a manera de telegrama comparto que me complace avisar que más personajes de Chiapas envían sus textos breves, donde todos y todas, estamos formando un gran rosario con cuentas luminosas. En la tierra de la palabra libre, vuelan mensajes, como palomas de alas luminosas.
¡Tzatz Comitán!