miércoles, 20 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON CINITO
Querida Mariana: hay Día del taco, Día del libro, no podía faltar el Día del Cine Mexicano, así, en específico.
Todavía existe un nutrido grupo de cineastas que abomina al cine mexicano. Es comprensible, ya pasó la época donde las películas campiranas se llenaban con canciones rancheras y las películas de juventud con música pop. ¿Hoy? Hoy nadie canta en las películas. Fueron famosas las voces de Pedro Infante; Jorge Negrete; la paisana Irma Serrano; Tito Guízar; Toña, la negra; Pedro Vargas; y luego Angélica María; César Costa; Enrique Guzmán; Manolo Muñiz.
Digo lo que digo, porque crecí con películas donde cantaban los mencionados y muchos más. El Cine Comitán, ubicado a media cuadra del parque central, exhibía las películas mexicanas. ¿Había una escena en una cantina? De inmediato aparecía Irma Serrano, con un vestido rabón, que dejaba ver sus piernas sensuales, y, en medio de la audiencia, sentada ante mesas, se aventaba una canción completa. ¿Un café? ¿Un antro? Enrique Guzmán se aventaba la de “tu cabeza en mi hombro…”
En estos tiempos del 2025 celebramos al cine mexicano con una cartelera que presenta una oferta de cine estadounidense. Los historiadores dicen que en tiempos de Ávila Camacho (años cuarenta) comenzó a verse más y más cine norteamericano. José Agustín, gran escritor, dice que en esa época el pueblo cotorreaba así: "No me la “Movietone”, porque si se me “Paramount” te meto la de “Twenty Century Fox” por la “Columbia Pictures”.
Nos rasgamos las vestiduras por la soberanía nacional. En realidad, ha habido grandes hendijas donde se han colado elementos que vulneran la soberanía nacional. Basta hacer una breve encuesta con los amigos cercanos para comprobar que el México soberano prefiere ver películas gringas. En Comitán hay muchas tiendas donde aparecen letreros que dicen: “hoy se abre paca”, estas pacas de ropa usada vienen desde USA. Dios mío, los mexicanos vestimos ropa de deshecho gringo. Los chicos Ibero o de la Anáhuac conversan en inglés, entre ellos. Nuestra soberanía es porosa, así como porosa la frontera que ha permitido que miles de paisanos vayan a los Estados Unidos de Norteamérica, porque el sueño americano es más ventajoso que el sueño mexicano.
Crecí viendo mucho cine mexicano, de vez en vez se colaron, en medio de las comedias intrascendentes, ya mencionadas, algunas películas soberbias, “Los olvidados”, de Buñuel, “Los Caifanes”, con guion de Carlos Fuentes, “Viento negro”, que Saborío proyectó en una matiné especial para niños de la Matías de Córdova, para niños, ¡Dios mío! ¿Cómo? Si ahí aparecía “La venada” bañándose, en una casetita en medio del desierto, enseñando un bellísimo par de tetas. En esos años, con sus excepciones, consumíamos películas bobas, pero simpáticas, de Viruta y Capulina.
En los años setenta hay propuestas con mayor contenido, ideológico y estético. En los años noventa aparece el llamado Nuevo Cine Mexicano. Los que habían crecido con comedias de pastelazos se retiraron de las salas.
En 1974 fui a estudiar al Distrito Federal, mi afición cinéfila halló alimento en la Cineteca Nacional y las Muestras Internacionales de Cine me dieron de comer lo mejor del cine de arte de todo el mundo, el “rancho grande” quedó oculto ante los enormísimos entornos universales. Había más, no todo era el “México lindo y querido” ni todo era Hollywood, había más y esto presentaba un nuevo rostro a las historias humanas.
Posdata: hoy sigo siendo un gran cinéfilo, pero veo poco cine mexicano, no es mi culpa. Por desgracia, sigue imperando una propuesta muy mediocre. Gracias a las diversas plataformas puedo armar mis propias muestras internacionales de cine. Soy fiel a ese concepto. En la Muestra anual siempre había una o dos mexicanas que habían sido seleccionadas, el grueso de la Muestra eran excelentes cintas de otros países.
Así celebro el Día del Cine Mexicano. Así es la vida, así van estos tiempos. Vos sos experta en cine, vos te aventás todos los estrenos mexicanos, el otro día me dijiste que hay propuestas interesantes, pero que la mayoría de películas mexicanas son comedias bobaliconas. Uf.
¡Tzatz Comitán!