domingo, 24 de agosto de 2025

CARTA A MARIANA, CON FANTASMAS

Querida Mariana: los viejos vivimos junto a fantasmas. No me refiero a casas embrujadas ni a apariciones de espíritus, ¡no!, me refiero a referentes del pasado, ya extintos. Hace algunos ayeres te compartí esta fotografía. Es una fotografía tomada en el siglo XX, años sesenta o setenta. ¿Identificás el lugar? Es la esquina que está frente al actual Teatro de la Ciudad. Ahora, en este edificio hay una tienda de ropa para damas y al lado (donde se ve parte del portal) está una Farmacia del Ahorro. Este Comitán ya no existe, es un Comitán que viví, junto con los de mi generación. Vi la foto y supe que estos fantasmas están en mi memoria. Acá, cuando menos encuentro cuatro espíritus que me visitan en mis tardes de nostalgia, pero que ya son esencias desvaídas. Está el Bancomer, que era el Banco de Comercio; está el anuncio encaramado en la azotea: Concesionario El Cairo (que era la vinatera de Don Luis Bonifaz Caballero); está el anuncio de Banrural, S. A. (lo reconocí por el imagotipo); y el anuncio de bandera, espectacular, del Cine Comitán. Por fortuna, porque así es la vida, hay fantasmas que siguen orondos rondando en los pueblos, está el anuncio (también enorme) de la Farmacia Central que aún está viva (en el número más reciente de Arenilla impreso (número 47) presentamos un breve testimonio de la vida profesional de Don Ernesto Cordero Castillo, quien continúa atendiendo la Farmacia Central). El local de la farmacia ahora está al lado de la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez. Cuatro fantasmas, cuatro árboles que fueron tragados por el bosque de niebla de la realidad, del cambio, de la transformación. Bancomer ya no existe; Banrural ya no existe; la vinatera El Cairo ya no existe; y el Cine Comitán, ¡ay, qué pena!, también ya es inexistente. Vos sabés que de los cuatro fantasmas el que más me marcó fue el Cine Comitán. Tal vez un día entré a los bancos y tal vez algún día entré a la vinatera de El Cairo, pero a la sala de cine sí entré cientos de veces, eso significaron miles de instantes emocionantes y juguetones, porque el cine, para el espectador, es una especie de juego donde uno participa sólo como mirón, pero es una experiencia esencial. A veces veo en el Facebook que muchos ex empleados de Banrural se reúnen; asimismo veo reuniones del personal del Bancomer de aquellos años. Los empleados del Cine Comitán aún los veo caminando por el Comitán de estos años, pero son presencias que, como viejos programas de cine, se muestran ya cansados. ¿Don Luis Bonifaz, del Cairo? Uf, ya murió hace años. ¿Don Rafa Pascacio, del Cine Comitán y del Cine Montebello? También ya falleció. Sólo sus espíritus siguen rondando, hasta que el mundo de acá los olvide. Ahora los he traído un ratito al presente 2025, pero sus presencias poco a poco van quedando colgadas en el éter. Los que ahora los recordamos moriremos y con nosotros también se irán estos testimonios. ¿Quién habla de los comitecos que vivieron en el siglo XVIII? ¿Algún espíritu comiteco de ese siglo sigue rondando por acá? Ya no. ¿Quiere esto decir que pasan tres siglos y el rasero del olvido destroza todo lo que es polvo, lo que huele a hoja seca? Hace cosa de días un grupo de comitecos relevantes organizó un homenaje a Doña Lolita Albores, nuestra cronista vitalicia, te dije que me dio gusto conocer la noticia porque el espíritu de nuestra amada Lola, la grande de Comitán, sigue caminando con su par de muletas; pero si las cuentas son precisas, para el siglo XXIII ella no será mencionada. A nivel mundial sigue cabalgando El Quijote sobre su Rocinante. ¿De qué siglo es personaje el famoso combatiente de molinos de viento? Del siglo XVII. Este compa sí sigue siendo recordado. ¿Sabés cuál es el gran misterio? Que gracias al Quijote es recordado Miguel de Cervantes, el autor de ese libro genial. ¿Mirás lo que estoy diciendo? Los seres humanos son recordados por sus obras, todos, perdón que lo diga, hacemos lo mismo que los otros; es decir, dormimos, comemos, soñamos, pocos son los personajes que no caen en el foso del olvido. Hay personas que sí gozan de la inmortalidad, pero son contados ante los millones y millones de seres que han vivido. Tal vez por esto es necesario hacer el libro de la historia de Comitán donde los nombres de los personajes de estos tiempos permanezcan en las páginas, con afán de quitarles las telarañas que el tiempo pone sobre los seres mortales. Posdata: convivimos con fantasmas. Seríamos nada sin la presencia de los espíritus tutelares. Mi vida sigue plena gracias al recuerdo del Cine Comitán, de las películas vistas, de los momentos compartidos con los amigos, con mi papá y con mi mamá. Seríamos como árboles secos sin la presencia de los sitios que nos dieron un poco de felicidad. Quienes vivieron la Manzana de la Discordia entenderán bien lo que mi corazón atesora. ¡Tzatz Comitán!