jueves, 14 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON PROPUESTAS SENCILLAS
Querida Mariana: Comitán es un pueblo disfrutable. Comitán es un pueblo maravilloso, único. Algo ha pasado en los últimos tiempos que se ha ido deteriorando poco a poco. Sus habitantes hemos tolerado y permitido que su belleza comience a tener un poco como de hollín, como si siempre estuviera una chimenea enviando cenizas.
Resulta que un día, en ánimo de regresarle al pueblo su rostro del Comitán antiguo, a todas las banquetas les pusieron laja. La laja de estos tiempos, quién sabe por qué, ya no es como la laja antigua, como las hijas de tía China, las de hoy son más resbalosas. Un día “enlajaron” todas las banquetas para que Comitán tuviera esa visión romántica del medio siglo XX. ¿Quedó bonito? La mera verdad es que no, no solamente no quedó bien, porque el pegado lo hicieron en forma inmisericorde, sin pensar en las necesidades de este siglo XXI, esto causó que el galano arte de caminar se convirtiera en un verdadero desafío peligroso. Desde entonces a la fecha proliferaron los negocios que venden aparatos ortopédicos, ¡claro, cómo no! Mucha gente ha resbalado y ha tenido consecuencias desastrosas en su cuerpo. Si un niño resbala, el cuerpo es tan generoso que sale casi indemne (no siempre), pero si un viejo resbala el suceso puede terminar en una verdadera tragedia. Los huesos de los viejos son porosos, una fractura en personas mayores es de pronóstico reservado.
De esos genios urbanistas ¿nadie se dio cuenta que nuestra ciudad tiene subidas y bajadas? ¿Nadie alcanzó a ver que la conformación geográfica de Comitán tiene características especiales? Las subidas y bajadas otorgan al pueblo su singularidad, pero asimismo la convierten en un tormento si alguien debe bajar o subir por las pendientes, con banquetas desiguales y con el agregado de una laja resbalosísima. Como había que regresar al pasado (ay, Señor, me da pena escribir lo que escribí) se enlajó todo el pueblo. Ahora, cuando me toca promocionar las bondades y bellezas de nuestro pueblo se me llena la boca de orgullo, pero hago la advertencia a los visitantes que caminen con mucho cuidado. Es penoso, porque ya no se puede disfrutar de los remates visuales cuando es necesario llevar la vista hacia abajo viendo por dónde pisar.
Pero eso no es todo. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de agregados peligrosos que tienen las banquetas de Comitán? ¿De verdad nadie piensa en las personas mayores, nadie piensa en los peatones que transitan por ahí todos los días? Romeo me dijo que si él fuera presidente municipal de este pueblo, su primera acción sería crear brigadas de trabajadores que se dedicaran con pasión, con responsabilidad, a revisar y posteriormente a eliminar los obstáculos que existen en las banquetas del pueblo. Todo mundo se ha quejado que hacen modificaciones en el parque central (porque colocan estructuras para actos culturales o cívicos) y cuando retiran esas estructuras dejan tornillos sobresaliendo. Vos sabés lo que significa que un peatón tropiece con uno de esos tornillos, si no hace que caiga sí le causa malestar en el sistema óseo y éste puede dañar al sistema nervioso. Un simple tornillo jode la vida. ¿Por qué si tienen que romper el piso y meter tornillos no los eliminan y le dan una resanada al piso al dejar de servir? ¡No lo hacen! Así, la ciudad está convertida en un territorio minado. ¡Dios mío! Caminar por el pueblo se ha convertido en una ingrata experiencia. Anexo una fotografía que demuestra un poco lo que digo (es mínima muestra de lo que existe en el pueblo). Estas estructuras, ya todas oxidadas, sirvieron para algo en algún momento (tal vez sostuvieron alguna base), ya no tienen más uso que joder al peatón. Es un atentado. La foto da una ligera idea del estado en que están las banquetas de Comitán.
Posdata: no sé qué pensés vos, pero yo digo que Romeo tiene razón. Es necesario que la autoridad vele por la mínima seguridad del peatón. Romeo dice que al día siguiente de su gestión comenzaría a quitar lajas a las banquetas en pendientes, una a una, hasta donde alcanzara su periodo, sustituir la laja por material antiderrapante, como dicta el sentido común. ¿A quién se le ocurrió que era una buena idea enlajar las banquetas de las pendientes comitecas? Romeo dijo que pediría a la población que exigieran al siguiente presidente la continuación de tal acción, hasta que un día Comitán tuviera banquetas dignas, no resbaladizas. ¿Qué decís vos?
¡Tzatz Comitán!