domingo, 30 de noviembre de 2025

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL ALGUIEN ALIMENTA LA NUBE

Querida Mariana: recuerdo a tío Ángel que se molestaba si “alguien” no le decía su nombre. Con cara de niño berrinchudo decía: “yo soy como la Ofelia Guilmáin, a mí me gusta que me miren a los ojos y me digan mi nombre”. Hacía corajes el tío, porque no todo mundo le decía su nombre, algunos le decían su apodo y él sublimaba su coraje. ¿Por qué digo esto? Porque yo no soy como el tío Ángel, a mí me pueden decir lo que quieran o incluso ignorarme y yo ¡tan campante! El otro día (en un vídeo que subió al Facebook la Benemérita UNACH, el 26 de noviembre 2025) el gran Padura dijo: “Siempre, Cuba ha tenido una proyección. Alguien decía, en una de las presentaciones que he tenido en Chiapas, que Cuba es una isla con vocación de continente…” Cuando lo vi supe quién había sido ese alguien, ¡sí, tu amigo Molinarito! ¿Mirás la trascendencia de los “alguien” del mundo? Los nombres propios pueden enredarse en la memoria, pero las palabras aparecen por encima de dicho olvido. Padura recordó con precisión las palabras que dije a la hora de mi participación a su lado, en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos. Cuando vi y escuché lo que dijo pensé que Padura estuvo pendiente de mis palabras y esto me llenó de orgullo, porque luego citó de memoria cada una de ellas y no sólo eso, sino que le sirvió para extenderse en un comentario. Sólo los memoriosos conservan nombres de las personas que, por azar, se topan en el mundo. Yo soy incapaz de retener nombres en mi memoria, me da cierta penita, pero para mí la mayoría de hombres y de mujeres entran en la categoría donde me puso Padura: en el nicho de los alguien, de los alguien que en el mundo han sido, que son. Porque alguien dijo tal cosa, alguien hizo tal cosa, alguien pensó tal cosa, pero no recuerdo quién fue con precisión. Pero muchas veces resulta que esas cosas que dijeron, que hicieron o que pensaron esos seres humanos sin nombre ¡son importantes! En este caso lo que dije resultó trascendente, no porque haya sido dicho por mí, sino porque lo retomó el gran escritor cubano, reconocido en toda Hispanoamérica y otros países del mundo. Lo dicho por mí tomó mayor importancia, porque Padura aceptó que su isla tiene vocación de continente. Mirá qué dijo Padura, después de la cita: “…creo que esa vocación de continente, sobre todo, tiene que ver con la cultura, con la posibilidad de expandir una cultura. La música cubana es uno de los valores universales y, por ejemplo, comparte con México el danzón y el bolero. Le tenemos mucha gratitud a México por el espacio que tradicionalmente nos ha dado, a los músicos, a los escritores, a los pintores cubanos, a los bailarines, a los actores que han pasado por aquí…” Y con esto fue confirmando lo que dije: Cuba es una isla con vocación de continente, los cubanos y cubanas son gente que no está a-isla-da, sino integrada al mundo en forma tan rotunda que no dudamos en decir que amamos a esa isla fabulosa, por todo lo que significa, por todo lo que es, por todo lo que nos ha dado, como bien dice Padura, sobre todo en el plano de la cultura. Pensá en un lugar imaginario donde todo mundo es alguien y sólo son identificados por los actos que realizan. Alguien es el que siembra los árboles, alguien es el que los poda; alguien es el que construye los puentes, alguien el que hace los caminos; alguien el que construye edificios con palabras, alguien el que los echa a volar. Alguien el que ama a alguien y hace más deslumbrante el mundo. Posdata: veo imágenes de La Habana, de Londres, de Ciudad de México y de París. Veo a gente que va de un lado para otro, en calles y plazas, que entra a templos y a panteones. Veo a esas personas, sé que tienen nombres propios, que en su barrio son conocidos, que, incluso, tienen apodos cariñosos, pero para mí, todos ellos entran en esa bodega maravillosa de los “alguien”. Cada uno de ellos y de ellas tienen testimonios maravillosos, tal vez uno de ellos es escritor, tal vez una de ellas es actriz. Pero yo no los conozco, si pudiera escucharlos haría lo mismo que hizo Leonardo Padura a la hora que participé en la charla que brindó en Comitán, pondría mucha atención porque la palabra sirve para recordar nombres, pero, sobre todo, para desgajar paraísos no terrenales, donde esa caterva formada por millones de gente denominada “alguien”, vive y modifica pequeñas parcelas. La mañana del 26 de noviembre, Padura puso atención a mis palabras, fui un alguien que llamó su atención, así sucede en muchos instantes de la vida, instantes que son como frutos orgánicos. ¡Tzatz Comitán!