jueves, 24 de julio de 2008

O-fe

O-fe, de vez en vez, me escribe, me cuenta cómo va todo con su novio, cómo va todo con su hermano y su mami.
O-fe se llama Ofelia, pero un día descubrió que su nombre podía separarse, y ella comenzó a invocar la fe día a día.
¿Qué es la fe? No lo sé bien a bien. En la doctrina, de niño, aprendí que fe es "creer a ojos cerrados". ¡Qué difícil! Por eso mucha gente se convierte en "hombre de poca fe". Pero O-fe, al contrario, es mujer de "mucha fe". Su nombre le ayuda. De ahí la importancia del nombre.
Tal vez los hombres debiéramos hallar la magia de las letras en nuestros nombres e invocar cada mañana esa sustancia Divina.
El poeta Quincho Vázquez -enormísimo poeta- me decía "Acercandro", para no decirme Alejandro.
Hoy pienso que Quincho pretendía señalarme que hay caminos diferentes en nuestros nombres, caminos que a veces, como en el caso de O-fe, nos acercan a lo espiritual.
Por hoy, invoco la A inicial de mi nombre y la pienso como inicio de Alegría, de Ánimo, de Amante, de Antojo.
Que Dios bendiga los nombres de cada uno de los lectores de este cuaderno.