jueves, 30 de julio de 2009

"EL COSTUMBRE"



En el caso de la Influenza, ¿ya le bajamos la guardia?
¿Cuál guardia? ¿Alguna vez la subimos?
Durante la primera ocasión de alerta por motivo de la contingencia sanitaria, al menos en Comitán, subimos la guardia en aquello estrictamente obligatorio; es decir, cerramos escuelas, por ejemplo, pero nunca, nunca, dejamos de saludarnos de mano o de beso. Los occidentales tenemos la costumbre de saludarnos con el contacto físico.
"Es que yo soy muy abrazadora, muy apapachadora", me dijo un afecto ayer, cuando la saludé con una ligera inclinación (al estilo, dicen, de los japoneses). Juro que insistió en saludarme de beso.
La gente insiste en seguir las mínimas indicaciones. "Es el costumbre", insiste en decir y ahí anda saludando de mano y de beso a todo mundo.
"Me lavo las manos a cada rato y no me toco la cara", me dijo otro afecto (éste, hombre), ayer a la hora que llegó a la oficina e insistió en darme la mano.
Llega a tanto "el costumbre" que ya soy como un apestado en el pueblo porque mientras los otros insisten en saludarme de beso o de mano yo insisto en saludar "de lejitos". Mis afectos y conocidos y desconocidos se molestan. Cuando soy yo quien entra a un espacio y saludo con una genuflexión me ven como bicho raro; pero cuando soy yo quien debe responder al saludo de la mano que está extendida y hago mi saludo japonés me ven con ganas de matarme. Consideran una falta de respeto lo que hago. No aceptan la explicación que doy: "Lo hago por respeto a ustedes. ¿Quién les garantiza que no estoy enfermo?". No aceptan mi justificación. Estoy seguro que cuando me retiro hablan de mí y dicen que soy un malcriado, un pesado, un mamón.
"Bueno, de algo tenemos que morir, ¿no?". Esto lo escucho constantemente en labios de mis afectos cuando comento que deberíamos seguir las precauciones mínimas.
No hemos bajado la guardia, porque en realidad nunca la subimos, por esto el virus pega a placer.
Por uno o dos días el rumor corre y nos dice que el hospital está lleno de enfermos. Luego "bajamos el chisme" (que éste sí acostumbramos subirlo a cada rato) y ya nadie comenta nada porque aparece un chisme más interesante.
¿Qué le vamos a hacer? Es "el costumbre", y ante esto nada puede hacerse.
(Por lo que a mí respecta, e insisto, por respeto a mi interlocutor, seguiré siendo un "mamón" y no saludaré de beso ni de mano. Lo siento. Yo sí puedo abandonar "el costumbre" para adoptar otro modo de ser).