jueves, 23 de julio de 2009

¿EN DÓNDE QUEDÓ LA BOLITA?


Es un timo. El hombre de la mesa tiene paleros para hacer creer a la concurrencia la posibilidad del descubrimiento. "¿En dónde quedó la bolita?" Existen incautos.
Una vez en Puebla, en el Paseo Bravo, presencié cómo timaron a un extranjero. "¿Dónde quedó la bolita?", decía constantemente el merolico. El palero señalaba y le atinaba. El extranjero señaló con el dedo y le atinó. El merolico repitió el juego, el extranjero ya había caído en sus redes. Dejó que ganara una vez y en la siguiente tentó al extranjero, colocó un fajo de billetes y apostó ese dinero contra la cadena de oro que llevaba el incauto en el cuello. Debajo de la corcholata se miraba la bolita. Todo mundo aseguraba que la bolita estaba ahí. El palero insistía en no dejar pasar la ocasión sublime. El extranjero colocó la mano sobre la corcholata a fin de evitar que el merolico hiciera algún movimiento extraño. El extranjero aceptó la apuesta. Uno de los paleros ayudó a quitarle la cadena. El extranjero presionaba fuerte, la bolita se miraba. Cuando el merolico tuvo la cadena entre sus manos levantó la corcholata. "Por arte de magia" la bolita desapareció. El rostro del extranjero cambió de color. Quiso protestar, buscó la ayuda de un policía, pero éste lo entretuvo mientras los hombres del juego desaparecían.
Todo mundo sabe que es un timo y sin embargo muchos incautos caen.
Este juego es la réplica exacta de la vida. La vida es la piedra diaria. No obstante la imaginamos diferente. Creemos -de veras ¡creemos!- que hay algo debajo de la corcholata. ¡Qué incautos!