viernes, 17 de julio de 2009

HABÍA UNA VEZ




Había una vez una vez que se llamaba Había. A Había le gustaba ser la primera y no la última Había. Por esto siempre anduvo enredada en el mundo de las muchachas bonitas que cumplían su primera Había en la parte trasera de los autos o en algún desnutrido motel.
Cuando las niñas se reunían en la plaza y, en voz baja, contaban sus secretos siempre aparecía alguna que contaba, con pelos y señales, cómo había sido su primera Había. Por esto inventaron un código secreto incomprensible para los adultos. Antes de ir al antro le preguntaban a la niña virgen: “¿Vas a tener tu primera Había?” y ella contestaba: “Tal Había”.
Había era muy traviesa, era tan traviesa que estudió magia negra para hacer un conjuro a fin de desaparecer de una buena Había la palabra vez.
Así, un día, de la noche a la mañana, todos los diccionarios del mundo se quedaron sin la palabra. Los miembros de la Academia de la Lengua no se percataron, ya que estaban absortos en hallar nuevas palabras. Pero al mundo no le quedó más que emplear Había en lugar de Había (recordemos que ya no existía la palabra sustituida). Tal Había todo hubiera sido intrascendente y el mundo hubiera caminado como hasta hoy sino hubiera creado una gran confusión entre los niños a la hora que sus mamás les leían cuentos para dormir. Los niños abrían los ojos y se ponían a llorar y a patalear cuando las mamás comenzaban los cuentos diciendo: “Había una Había”.
Cuando el mundo tuvo millones de niños confundidos e insomnes, la AME (Asociación Mundial de Escritores) decretó modificar el inicio de todos los cuentos infantiles. Las editoriales reeditaron todos los libros con el principio propuesto: “En un tiempo feliz…”. Lo mismo hicieron los escritores jóvenes al redactar sus textos nuevos. El impacto fue tan brillante que Había perdió mucha popularidad, tanta que las niñas vírgenes también adoptaron la nueva introducción (sic) y comenzaron a decir: “Ya estoy preparada para mi tiempo feliz”.
Había subió a lo más alto de una torre y se aventó. Cuando los paramédicos llegaron al lugar Había ya vez muerto (esto se debió a que cuando desapareció, Vez reapareció).
El mundo volvió a conmocionarse y los diccionarios a tener un nuevo hueco. En un fenómeno de clonación espontánea, la palabra vez regresó pero como sustitución de la palabra Había (que sólo se menciona acá como una licencia narrativa, a fin de evitar confusión en los lectores de El Heraldo de Chiapas).
El mundo de los niños volvió a retomar su cara de tranquilidad, pero el mundo de los adultos se colapsó. La palabra vez era una de las más empleadas en el lenguaje cotidiano. Así decidieron no volver a emplear el imperfecto y lo suplieron por hubo. En lugar de decir “Vez una vez” emplearon “Hubo una vez” y así todo se arregló, porque el vez sólo lo emplearon para el vez y aunque éste tuvo cierta confusión entre Vez y vez poco a poco recobró su vocación original.