domingo, 8 de agosto de 2010

PRESENTACIÓN REVISTA: "CANTO SIN FRONTERAS"


Anoche se presentó en Comitán la revista "Canto sin fronteras", una edición conmemorativa en el 85 aniversario del natalicio de Rosario Castellanos. Hicieron favor de invitarme. Para los lectores de este cuaderno ¡paso copia!
Buenas noches:
El poeta pregunta: “¿El sol tiembla?”, un verso más tarde se responde: “Tiembla, pero no de frío”. Esta noche, tal vez sea conveniente preguntar: “¿La palabra tiembla?”. Hablo del temblor que produce el asombro o el misterio. El temblor que acompaña la primera vez de todo; la primera vez que la luz nos toca, la primera vez que estamos frente al mar, la primera ¡ante un amanecer!
Marvey y yo somos dos comitecos que tenemos el privilegio de presentar la revista “Canto sin fronteras”, una edición que conmemora los 85 años del nacimiento de Rosario Castellanos. Ustedes perdonarán que lo hagamos el día de su fallecimiento y no el 25 de mayo, día de su natalicio, como lo dictarían las normas de buena costumbre, fecha en que, según el Rey David, nacieron todas las flores. No sabemos cómo el Rey David tuvo noticia de esa eclosión floral, porque de acuerdo con documentos que existen en el Archivo de la Ciudad, el soberano Israelí nunca anduvo por Comitán de las Flores. Tal vez eso fue vaticinio de que un día la flor más bella, no del ejido sino de este pueblo, iría como embajadora a sus tierras israelitas; tal vez fue un vaticinio de lo que sobrevendría después. Uno nunca sabe todo el simbolismo que encierra la palabra.
Pero, bueno, ya me salí del tema. Decía que el homenaje editorial lo hacemos tarde, pero esto no es casual porque también puede ser un reconocimiento a la tierra de Rosario, ya que acá todo llega después. La Revolución llegó a Comitán cuando ya en el Centro del país era historia; historia también eran las noticias del periódico cuando éste llegaba al pueblo en tiempos en que Rosario era niña. Tan nos llega todo tarde que algunos paisanos aún no se han enterado que Rosario nació, murió y ya se convirtió en mito de las letras mexicanas. Pareciera que el presente y el futuro siguen viajando sobre el lomo de una carreta y tardan en llegar a Comitán. Claro, si lo miramos bien, este desfase temporal tiene su lado positivo: cuando el mundo acabe, el fin llegará a Comitán dos o tres días después.
Por eso pregunté al inicio: ¿La palabra tiembla? ¿Este temblor es como esa onda que se expande cuando tocamos el agua? Comitán no es el centro del universo porque el universo no tiene centro, pero, cuando menos hoy, una mano toca el agua y las ondas se generan a partir de acá. Por esto, la presentación se convierte en un feliz pretexto para decir que, a veces, la palabra tiene su principio en este pedacito de tierra. Este “Canto sin Fronteras” lo corrobora. Hubo un tiempo en que Rosario, sin saberlo, sin buscarlo, ¡fue el centro! No es exagerado decir que las hojas de esta revista penden, como si pendieran de un árbol, de ese centro. El centro es Rosario y esta revista trata de señalar que el universo, por instantes prodigiosos, forma centros que luego se convierten en hoyos negros.
La revista que hoy presentamos tiene muchos aciertos y un desacierto; qué pena por éste último, de no haberse atravesado la revista hubiese sido un proyecto editorial redondito.
Un acierto es la limpieza editorial con que está hecha. Los lectores agradecemos el “aire” que existe entre artículo y artículo y la casi impecable redacción ortográfica. Cuando en el estado existen revistas oficiales plagadas de errores es justo ponderar la limpieza de ésta; otro acierto es la inclusión de textos precisos y bien documentados.
En el texto de presentación se dice que esta revista pretende “revalorar la obra de Rosario Castellanos, difundir aspectos poco conocidos de su vida y abordar su trabajo desde nuevas perspectivas”. En efecto, los promotores de este esfuerzo editorial logran poner ante los lectores la obra de la escritora y fomentan la reflexión. Porque los comitecos no hemos tenido la capacidad de apropiarnos del espíritu de nuestra paisana. Hemos prestado su nombre únicamente para servir como membrete de festivales y de premios de novela, pero no hemos logrado hacer un reconocimiento justo a su memoria. ¡Qué pena que ella, tan grande, tan sublime, no logre ser profeta en su tierra! Los comitecos nos debemos el Museo Rosario Castellanos; nos debemos el grupo académico que se avoque al análisis serio de su obra literaria; nos debemos -qué pena- la difusión de su literatura. Los comitecos no hemos tenido la capacidad de convocar a la unidad en torno a la obra de nuestra escritora. Por esto, digo que la pretensión de esta revista logra su objetivo porque nos repasa frente a la cara, con guante blanco, un nuevo recordatorio de lo que los comitecos no logramos por la ancestral tendencia a ignorar nuestros propios valores. Cerramos los ojos ante el pozo de luz que tenemos en el patio y los abrimos ante el simple destello de un cerillo que tiene la marca “made in outside”; según yo, quise decir “lo de afuera”.
De igual manera, si admitimos que la obra de Rosario no es tan conocida como se quisiera, esta revista también alcanza el segundo objetivo de difundir aspectos poco conocidos de su vida. En cuanto a la tercera pretensión, la de abordar su trabajo desde nuevas perspectivas, desde mi punto de vista ¡no lo logra! La revista, ¡otra vez!, como muchas propuestas editoriales de nuestro estado, es irregular. Tal vez este sea el único reproche. No todos los textos dan luz, se colaron algunos que titubean entre las sombras. Ojalá que para próximos proyectos se privilegie la calidad literaria a fin de que el juicio futuro no sólo absuelva al grupo literario Décima Musa, sino que lo coloque en el lugar de honor que merece su esfuerzo y entrega.
Pero, bueno, ya se sabe, la palabra tiembla. A veces lo hace porque advierte la luz y a veces tiembla porque se aventura a caminar sobre una alta línea sin mucha idea de cómo conservar el equilibrio.
El día de hoy más lectores conocerán esta revista. Estoy seguro que ellos sabrán beber la luz y obviar las oscuridades.
La palabra tiembla. ¿Lo hace también el silencio?
Muchas gracias.