lunes, 19 de mayo de 2014

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO TODO ES UNA LAGUNA





Querida Mariana: ¿cómo se forman las lagunas? ¿Comienzan siendo un charco que se rehúsa a perecer?
Digo que todo es como una laguna porque ser mar o río implica una confluencia inusual. Ser laguna es algo más modesto. La gente común y corriente no es un mar, tampoco es un río. Sólo los grandes personajes son como el Índico o como el Suchiate. La mayoría de hombres y mujeres son lagunas pequeñas, casi vasos de agua.
El otro día conté que me adosan títulos que no poseo. No sé de dónde sacaron que soy Premio Estatal de Poesía Enoch Cancino Casahonda. En varias fichas biográficas lo anotan. ¡Es falso! ¿Cómo decir que no soy lo que dicen que soy? El doctor Hernán León Velasco es el único poeta que ostenta tal distinción. Y digo que es el único porque el premio causó tal rebumbio que sólo una vez se lanzó la convocatoria al premio. Al año siguiente se entregó a obra publicada y no a poemarios inéditos. En alguna ocasión dije que soy Mención Honorífica de tal Premio, conté que me daba mucho gusto, porque, en esencia soy narrador y no poeta. Así que recibir una Mención Honorífica en un género tan complejo y en un Premio que lleva el nombre del reconocido autor del poema “Canto a Chiapas” es un goce indecible. Y cuando lo dije alguien no oyó lo de Mención Honorífica y escribió sólo la colita y, ahora, se repite tal error, error que me apena, porque no tengo razón alguna en apropiarme de honras ajenas.
Ya también conté que una de mis “chenterías” es ser Premio Estatal de Cuento Ulises Mandujano Nájera, “Che Garufas”. Este premio sí lo busqué con ahínco. La convocatoria que lanzó un grupo cultural de Tuxtla fue simpática, por decir lo menos. Invitaron a participar en tres modalidades: A, de una a tres cuartillas; B, de cuatro a seis (puedo equivocarme en mi recuerdo exacto); y C, de tantas cuartillas a 16 (creo). ¿Quién, por el amor a Dios, escribe un cuento de dieciséis cuartillas? ¡Sólo los escritores profesionales! Y como éstos sólo participan en concursos que ofrecen bolsas jugosas, pensé que nadie participaría en tal modalidad. El premio no ofrecía ni un solo peso. No ofrecía más que el honor de ser Premio Estatal de Cuento Ulises Mandujano Nájera. La convocatoria era tan modesta como modesta y humilde fue la vida del cantinero y narrador Che Garufas. En ese instante escribía el inicio de una novelilla, así que me resultó muy fácil volverlo cuento y lo envié. Una tarde me enteré que había obtenido el primer lugar en la modalidad C. ¡Claro! Estaba seguro que así sería, porque (sin duda) fui el único participante que envió un texto de dieciséis cuartillas. Esto sí soy. Cuando debo enviar una ficha biográfica porque me invitan a una presentación de libros o en una charla o en una entrevista, con mucho orgullo escribo que ostento tal premio. Me encanta adosar mi nombre al del Che. Nunca estuve con él. Lo conocí sólo a través de sus textos o en conversaciones de amigos que sí eran sus amigos.
Estoy seguro que sus amigos coincidirán con la idea de que el Che fue una laguna. Nunca fue mar, jamás acunó tsunamis; ni fue río porque jamás tiró puentes como sí lo hacen los ríos cuando se desmadran por el exceso de lluvias. Lo imagino sentado ante una mesa de su cantina; lo imagino leyendo sus cuentos a los amigos que lo escuchan con atención, que ríen ante la gracia de los textos, mientras beben cerveza helada y se limpian con paliacates el sudor que les escurre por la nuca. Te digo, niña mía, el Che fue laguna, con charales, con piedras llenas de moho.
¿Cómo se forman las lagunas? Comienzan siendo pequeños charcos que crecen conforme la lluvia alimenta sus sueños.
Pobre del que aspira a ser mar o río si sus hojas apenas son gotas de agua, apenas son como el sudor de una muchacha de dieciséis años.
Pocos hombres y mujeres alcanzan la madurez del río. Tal vez Enoch estaba predestinado a ser como el río Grijalva; tal vez estaba predestinado a ser como “una flor al viento”.
El Che no pasó de ser laguna. ¡Qué bonito! No todo mundo puede ser mar. Algunos tienen el destino de ser sencillas lagunas, sólo alimentan la orilla de un poblado con calles de tierra.
No soy Premio Estatal de Poesía, apenas soy Mención Honorífica; apenas agua para muchachas que se sientan a la orilla, se descalzan y lavan sus pies en un agua que pretende ser limpia, sin lodo.