domingo, 4 de mayo de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ LA CASA DE UN GUAJOLOTE





Dicen los que saben que la palabra Cotz significa guajolote, por eso, acá se ve el dibujo de un guajolotito. El negocio se llama “El cotzito”, porque acá, en Comitán, todo mundo lo sabe, nos encanta hablar en diminutivo. Si alguien, con todo respeto, le pide el tutís a una muchacha bonita, le dice que si su pajarito puede hacer nidito en su tutisito.
Pero, en Comitán, cotz no sólo significa guajolote. Nadie sabe explicar bien a bien la razón, pero acá la palabra cotz, ¡benditas las almas del purgatorio!, también se usa como sinónimo de “jimbiritzear”; es decir, de hacer cositas ricas sobre el petate. Si en el resto de la república “petatear” es sinónimo de morir, acá también significa echar cotzito lindo y jacarandoso. Por esto, mucha gente se divorcia, porque encuentra a su amado o amada “petateando” con otro.
Pero este anuncio no anuncia ni una ni otra cosa. Este anuncio, de manera muy pulcra y casi inocente (sí, ¡cómo no!), sólo anuncia la venta de abarrotes. ¡Ah, barrotes!
¿Por qué un expendio de abarrotes se llama El cotzito? Porque esta tienda está en Comitán. Esta tienda jamás la hallarán en una ciudad argentina o en una ciudad española. En Buenos Aires, tal vez, hallarán una tienda que se llama “El mate” y en Barcelona una tienda que se llama “Arza”. En Comitán no hay tiendas que se llamen “mates” o “arzas”, acá, hay tiendas que se llaman doña Mariana o tío Rami o cotzito.
Lo simpático es que en esta tienda no venden guajolotes, así que (podemos pensar) el nombre alude a lo otro. ¿Venden condones? No lo sé. Lo único que sé es que una mañana entré y pregunté si el guajolote lo vendían en pie o en canal. “En pie”, me contestaron. ¿Con plumas o sin plumas?, pregunté. Y el dueño del negocio me dijo: “No, joven, no tiene plumas, ¡tiene pelitos!”. ¡Dios mío! Ya no supe de qué estábamos hablando. Y es que, ya lo dije, en Comitán, el cotzito puede ser un guajolote pequeño o un rapidín.