lunes, 26 de mayo de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE EL PIE ES COMO EL MUNDO




Es el pie de Solmarena, que ni está lleno de sol, ni de mar, ni de arena. En realidad, su pie está iluminado por lámparas de la Sala de Exposiciones Temporales “Rufino Tamayo”, del Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos. En lugar de arena, su pie pisa una alfombra que es como la piel enredada de un objeto tirado.
Si el espectador ve con atención pareciera que el camuflaje de la alfombra se ha trepado a su pie, pero no es así. El pie de Solmarena está tatuado. Uno no sabe si es el sol que grabó su canto o si es el mar que, travieso, dejó la huella de la ola o si la arena se puso a saltar la cuerda. Ahí, en el pie de Solmarena hay una vela que exige el aire para desplegarse.
Este pie no soporta el calzado cerrado, exige el zapato abierto, casi casi el pie desnudo. Porque la palabra sólo está en hamaca cuando el aire de la playa la engendra. Solmarema nació predestinada a ser papalote sobre la tierra, a ser ola sobre la nube.
Mi tío Hermisendo decía a cada rato: “¡ah, si estas manos hablaran!”. Él, siempre se pensó un gran amante que había hecho sortilegios en muchos cuerpos de muchachas bonitas. Acá, nosotros podemos decir: “¡ah, si este pie hablara!”. Pero, puede ser que así sea, puede ser que alguien se hinque y coloque la mano y trate, como ciego, de descifrar el enigma que este pie envuelve. A los menos aventurados les bastara acercar el oído para escuchar un lamento de olas, como despojos de naufragios.
Si este pie hablara diría que esa noche Solmarena leía poemas de Quincho Vásquez mientras el fotógrafo se regodeaba en el pie. El fotógrafo se convirtió en un voyeur que traducía la palabra de Quincho y amaba el pie de la muchacha bonita.
¿Hasta dónde llega este árbol? ¿Hasta dónde esta enramada que tiene su origen en las raíces del pie? ¿Llega hasta la mitad de la pierna, hasta la rodilla, hasta la mitad del muslo? ¿Sube más allá de donde están las nubes del viento? ¿Qué rayo envuelve los pechos de Sol?
El lector puede imaginar que, así como el pantalón forma túneles en la parte baja, de igual manera esta ramazón de líneas es como una columna para el sueño y para la imaginación. Cada vez que Solmarena da el paso algo de esta vaina se enreda en el hombre que en el mercado bebe pozol o en el hombre que, en la cantina, bebe cerveza. Mientras ella camina, su pie habla y mira. Guarda constancia de la vida ¡y riega vida!
Sabines dice que “un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que una pata de conejo”. Todo mundo aclama este verso. Lástima que Sabines se murió sin conocer el pie de Solmarena. Este pie es mejor amuleto que una pata de conejo y que un pedazo de luna en el bolsillo, porque se sabe que el sol es como el padre de la luna.
Ah, si este pie hablara, su oración sería como un padre nuestro sin culpa, como un ave maría colgado a mitad de la ventana. Si este pie hablara su voz sería la misma que grita la muchacha a la hora que su amado, en voz baja, le confiesa que la ama, que la desea, que esa torre es para su ajedrez y para su campana.
Mientras el pie de Solmarena habla, ella lee a Quincho, como si fuera una garza, como si fuera una línea de sal en el cielo de Cabeza de Toro.