miércoles, 14 de octubre de 2015
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA CON CORAZÓN
Fany estuvo un año en USA. Ayer me dio este souvenir, que me recordó el logo: “I Love NY” (el diseñador sustituyó la palabra Love por un corazón). Margoth, amiga mía desde hace muchos años, decidió un día hacer un logotipo para mí. Ella estudió Diseño, en la Universidad de Las Américas. Una tarde llegó a mi casa con las manos detrás, me dijo: “¿A que no adivinas?”. Le dije que era mi logo. Por lo regular no soy muy expresivo cuando alguien tiene una atención para mí (bueno, no soy expresivo en momento alguno, siempre tengo mi cara de piedra), pero ese día traté de sonreír y de mostrar entusiasmo. Margoth rio, expuso sus manos al frente, dijo “¡tantararán!” y me enseñó el logo: ¡era una copia del logo de Nueva York: en lugar del corazón tenía un hígado y en lugar de las letras NY tenía AM. “¿Entiendes?”, preguntó y sonrió de nuevo. ¿Qué lectura podía hacer? ¿Un hígado? Sí, soy un hígado (ya dije que siempre tengo mi cara de piedra), pero si interpretaba bien su mensaje ella me estaba diciendo que “odiaba a AM”. ¿De verdad era eso lo que quería decirme? “No, tontito -dijo- esto no es un hígado, es un corazón, pero es un corazón verdadero”. Tenía horma de hígado, pero si ella decía que era un corazón, entonces el mensaje cambiaba.
Cuando Fany me dio el souvenir traté de ser expresivo. No lo logré. Me dio gusto que me obsequiara tal chunche, pero, ¡ay, Dios mío!, me cuesta mucho agradecer algo. Esto es resultado de un complejo, por lo regular me encanta ser ignorado. Si no me invitan a fiestas, ¡soy feliz!; si el día de mi cumpleaños no me felicitan ¡soy feliz!; si no me obsequian presentes ¡soy feliz!, y soy feliz cuando no me dan presentes, porque sólo aspiro a que Dios me entregue futuros, futuros llenos de aire y de luz.
No obstante mi cara de piedra, mi corazón saltó de gusto al ver el chunche que vino desde Nueva York, adentro de alguna maleta. ¿Cuántos recibieron este detalle de Fany? No muchos, sólo los elegidos.
Tal vez, después de las iniciales del nombre propio, las iniciales más famosas del mundo son las de Nueva York. Sólo alguien que viva en el hoyo más profundo de la Amazonia podrá ignorar qué significan esos dos elementos icónicos de nuestro tiempo. ¡Ah, los gringos son muy vivos para vender imágenes del sueño que ellos mismos han formulado!
El chunche que Fany me obsequió tiene, al frente, una serie de edificios y monumentos simbólicos. Por ahí está el Puente de Brooklyn (que es el puente maravilloso que aparece en la película “Manhattan”, de Woody Allen). ¿Y qué decir de la Estatua de la Libertad, que fue un obsequio del gobierno francés al pueblo norteamericano?
En cuanto Fany me dio el chunche pensé en cambiar mi llavero viejo. Saqué las llaves del antiguo y las coloqué en este nuevo llavero Neoyorquino, pero luego me di cuenta que era un error, porque las puntas de las letras iban a provocar un gran agujero en la bolsa de mi pantalón. Regresé las llaves a mi querido llavero viejo y el detalle de Fany lo coloqué en el espejo retrovisor de mi carro. Ahí permanecerá, siempre que viaje pensaré en todas las imágenes neoyorquinas que guardo en mi memoria. Entre esos recuerdos aparecerá, sin duda, el Puente de Brooklyn. Me gustaría tanto que así como millones de personas en el mundo reconocen tal puente, fuese reconocido, por ejemplo, el Puente Hidalgo, de nuestro Comitán. Pero, ¡Dios mío!, acá nos ha faltado un Woody Allen. Tal vez, así lo invoco, algún día un cineasta comiteco hará un film que sea como un enorme reconocimiento a este pueblo y dicha película se exhiba en todo el mundo y millones de personas reconozcan el Puente Hidalgo; de igual manera invoco al talento de los diseñadores comitecos para que, cualquier día de éstos, se refinen un logo tan icónico como el de NY. ¿Cómo hacerlo? Ah, yo no sé.
Me maravilla la idea de que, mientras yo esquivo un bache por una calle cercana al Puente Hidalgo, el detalle de Fany irá bamboleando de un lado a otro; seré feliz cuando vea que los baches de Comitán no le provocan ni el menor rasguño al Empire State o a la Torre que los gringos levantaron donde antes estuvieron las Torres Gemelas.