miércoles, 18 de noviembre de 2015

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA CON ESPEJO




La lectura es muy sencilla: es preciso contar con columnas para sostener los edificios, los edificios materiales y los espirituales. Esta es una foto de esas que se llaman casuales, la selfie para el recuerdo. Se impone, no es poca cosa el edificio que está detrás: el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.
Acá se ve una serie de columnas (tres cuando menos). Ah, qué columnas tan sublimes. A pesar de la dureza y frialdad de sus materiales trasmiten una sensación de calidez, como de agua tibia o de aire a la orilla del mar. Las vetas que muestran son como estrías suaves sobre el cielo.
Como si fuese una columna más aparece una base que sostiene una escultura, también en mármol. Como si fuese una columna más, porque sostiene ese andamiaje espiritual del que ya se habló. El ser humano construye edificios para protegerse de las inclemencias, pero, además, les concede una luz especial a través del arte. Por eso, la gente de bien agrega elementos artísticos a las paredes y a los entremetidos, a fin de que las obras de arte sean como lámparas perennes para evitar la oscuridad del alma. El ser humano también construye espacios para el disfrute del espíritu, el Palacio de Bellas Artes es uno de ellos.
La pareja de mujeres que toma la fotografía del recuerdo, trata de abarcar la escultura, esa escultura que, también, muestra una pareja de mujeres que son como un tributo infinito para la vida. Porque nadie podrá negar que acá está concentrada la vida (eso fue lo que Jaime Córdova me confió al enviarme la foto que acá se ve y que no sé si él la tomó).
Más que la triada (formada por las columnas), lo que acá se ve es el par. El par como eje fundamental del universo. El lector avezado podrá distinguir en el pecho de la mujer que carga el suéter un par de lentes (en uno de los lentes aparece un destello). Por la hora y por el lugar en que están colocadas estas dos mujeres se nota la sombra del par de lentes sobre la blusa de la mujer. Tal vez ella necesita usar los lentes de manera permanente, pero para la fotografía se los quitó. Lo hizo para que el destello del sol no opacara la nitidez de la fotografía. Las mujeres de atrás (las de la escultura) no llevan lentes. Por lo regular las mujeres de esculturas no usan lentes. Si hiciéramos una revisión del arte escultórico veríamos que los lentes sobre los rostros son casi inexistentes. Esto es comprensible. Todo mundo sabe que los ojos son el reflejo del alma y lo que los escultores pretenden es dar vida a sus creaciones, y esto sólo es posible cuando el espectador logra ver la mirada de la imagen. Ahí está como ejemplo la obra de Modiglianni, el artista que, a través del vacío de los ojos, logra transmitir el río más profundo de cada uno de sus modelos.
Los lentes de la mujer del suéter en el brazo nos dan la esencia de esta fotografía. Todo está en el reflejo. De hecho, las mujeres de la selfie (mujeres del siglo XXI) no son otra cosa más que el reflejo de las dos mujeres de la escultura que, desde el siglo pasado, están de pie en la entrada del Palacio. Las mujeres del siglo XXI estuvieron apenas unos instantes en ese lugar. Puede decirse que en cuanto se tomaron esta fotografía caminaron hacia otro lugar, tal vez entraron al Palacio, subieron el graderío y vieron el mural de Tamayo o caminaron hacia la derecha y entraron a la librería y hojearon, tal vez, un libro con pinturas de Modiglianni o uno de Picasso. Tal vez compraron un suvenir para que, cuando regresen a su lugar de origen, entreguen a la prima que no pudo acompañarlas en el viaje.
Ellas, no lo saben a ciencia cierta, lograron fijar el instante en que el universo hizo el prodigio. ¿Cuándo volverán a estar en ese mismo lugar? ¡Nunca y siempre! Nunca, porque cuando vuelvan, si es que regresan a ese lugar, no sabrán el lugar exacto en donde se pusieron; pero siempre, porque desde ya, y para la eternidad, la imagen que acá vemos quedó impresa en ese muro que resguarda el aire de todos los tiempos. Algún día, un investigador dilucidará la fecha de esta fotografía, lo hará a través de las claves que ahí quedaron plasmadas: la cámara del celular, los zapatos tenis, los pantalones, el bolso y, sobre todo, el par de lentes y la sombra. Así como un experto logra determinar el año de la escultura, de igual manera será posible establecer el año de la fotografía tomada en blanco y negro. ¿Por qué el fotógrafo eligió esta tonalidad cuando este siglo XXI está dominado por la imagen a todo color? Tal vez porque la oscuridad de atrás, igual que el par de lentes, también muestra un reflejo de la sombra y ésta nos habla de los tiempos actuales que vivimos.