viernes, 5 de febrero de 2016

LECTURA DE UNA PUERTA CON VENTANILLO




¿Qué altura tiene esta puerta? ¿A qué altura está el ventanillo? Las puertas, igual que los ventanillos, se abren y cierran. La diferencia es que por la puerta entra y sale gente, no sucede lo mismo con el ventanillo. Este último tiene la capacidad de dejar pasar la mirada y el aire (ocasionalmente algún pájaro despistado; ocasionalmente alguna cucaracha o araña). Este ventanillo es como un respiradero para la habitación, porque los cuartos de las casas de antes eran completamente oscuras. No tenían ventanas. Sólo poseían una puerta que daba al corredor (miento, tenían puertas laterales interiores que permitían el acceso a los cuartos aledaños, ocasionando que la intimidad fuese una mera utopía, porque en cualquier instante, el vecino, que bien podía ser el papá o el hermano, entraba a la recámara de la muchacha que se desvestía. El grito de sorpresa accionaba las manos que cubrían los pechitos descubiertos y detonaba el reclamo enardecido)
Este respiradero permitía, entonces, el paso de la luz. Era el permanente recordatorio del Origen del Universo: “¡Hágase la luz!”, así pues, cada mañana, el morador de la habitación se levantaba, buscaba las pantuflas debajo de la cama, se calzaba y abría el ventanillo. El aire y la luz entraban, aleteaban como pájaros y refrescaban el rostro entumecido del recién levantado.
Pero, dije que el ventanillo también permite el paso de la mirada. Y esta acción (es comprensible) se realiza en ambos sentidos: los mirones pueden estar dentro o afuera. Si están adentro la acción es permisible; si están afuera es una acción un tanto indebida. Si la muchacha está en el interior de su cuarto vestida sólo con ropa interior y sube a una silla y mira por el ventanillo qué provoca ese ruido que asoma en el corredor, el juez diría que es un acto lícito; pero si el muchacho, en medio de la penumbra de las ocho de la noche, arrima una silla y, con mucho sigilo, se encarama y con la mano avienta el postigo para ver cómo la muchacha se retira la pantaleta y la avienta con desparpajo sobre la cama, el juez diría que es un acto casi perverso, porque el voyerismo no se ve con buenos ojos (si se permite el término, porque son necesarios buenos ojos para realizar tal acción).
Esta puerta proviene del siglo pasado. Se aprecia que la cerradura no es una cerradura moderna; es una cerradura que fue fabricada por algún herrero comiteco, que tenía su taller allá por el barrio de Las Siete Esquinas.
Cuando los voyeristas no tenían los ventanillos para hurgar, no les quedaba más que ponerse en cuclillas y pegar un ojo al hoyito que servía para meter la llave y abrir.
Esta puerta es semejante a la puerta que dio paso a la partera que atendió a la Nana Chila cuando nació José y, muchos años después, permitió que entraran, apresurados, los dos enfermeros que sacaron a Nana Chila, porque le había dado un infarto. Esta puerta se cerró la tarde que a la Nana la sacaron en una camilla; no se volvió a abrir para ella. Desde entonces, por instrucciones de la tía Eugenia, quedó cerrada. Cuando alguien sugiere que la abra, para que se oree el cuarto, para que saquen la ropa de la fallecida y vuelva a dársele vida, ella dice que el ventanillo está abierto y le entra aire y luz. Los pájaros y cucarachas no entran, porque tiene una malla de cuadros mínimos que tiene la función de servir como mosquitero.