miércoles, 7 de diciembre de 2016

CARTA A MARIANA, CON AROMA A PREMIO





Querida Mariana: Anexo fotografía para propuesta de premio. No me refiero a la calidad de la fotografía, porque es una imagen común y corriente de un auditorio vacío. ¡No! Me refiero a la insólita distribución de las butacas. La butaquería es reciente, nueva, de paquete. Los asientos son mullidos, confortables, pero, la distribución es absurda, por decir lo menos.
¿Para qué premio puede ser postulada esta propuesta? ¿Existen un récord Guinness para la ineptitud? ¿No? Es una pena. Hay cientos y cientos de reconocimientos para los mejores escritores, los mejores ingenieros, los mejores cantantes, las mejores bailarinas, las mejores astronautas, las mejores actrices. ¿Por qué no hay el premio para lo más absurdo del año? En los Estados Unidos hay un grupo que cada año premia lo peor de la cinematografía. Si existiera un premio a lo absurdo, este tramo de butacas tendría oportunidad de ganar el galardón.
Este tramo de butacas está en el auditorio de la Casa de la Cultura, de Comitán. Está en la gayola del auditorio, justo en la parte superior de la entrada, en el mero centro, frente a la cabina de proyección. Son cuatro butacas que, como se logra apreciar en esta foto, no funcionan como asientos sino como barrera para que los de la izquierda no puedan pasar a la derecha y viceversa. Cuando algún atrevido desea pasar del otro lado de la frontera debe brincar las butacas, porque el espacio que queda libre es muy estrecho.
Las butacas cambiaron su vocación, gracias a la decisión absurda del encargado de la instalación. Las butacas, cualquier niño lo sabe, sirven para sentarse. Como estas butacas son plegadizas, los asistentes a un acto cultural deben bajar el asiento para poder disfrutar de la puesta en escena. Pues resulta que estas butacas no logran completar su cometido porque los asientos chocan contra el murete. Nadie, al ver que los asientos no funcionan, colocaría esa serie de butacas, pero el encargado de la remodelación del auditorio ¡sí lo hizo! ¿Quién le otorga el premio?
Debo decir, querida mía, que en el cambio de butacas, el auditorio ganó y perdió. Este tramo de cuatro butacas es el más ofensivo, pero todo el auditorio tiene errores. La empresa encargada del cambio de butaquería sólo quitó las viejas y colocó las nuevas, sin tomar en cuenta (¡Dios mío!) que las nuevas eran más largas, con lo que provocó el caos que ahora existe. Los constructores debieron hacer una adecuación al espacio. Ahora, cuando una persona quiere sentarse a mitad del auditorio debe casi pasar por encima de los muslos de quienes están sentados. Algunos se ponen de pie (con la consiguiente molestia para los espectadores de atrás), otros mueven las piernas hacia un lado, pero, como el espacio es tan breve, los que pasan les refriegan el trasero o la parte del frente en la cara de los que están sentados. El auditorio ganó butacas nuevas pero perdió en comodidad y en sentido común.
María dice que alguien debería levantar una demanda en contra de la empresa. ¿Para qué?, dice Alfonzo. La autoridad nunca sanciona, por eso, los contratistas hacen su real gana. Por fortuna, el grupo Por Amor a Comitán se inconformó a tiempo y la compañía constructora tuvo que cancelar el arreglo del bulevar, donde querían “sembrar” lajas, como han hecho en otras ciudades. Una vez hecho el daño de nada habría valido demandas.
Por esto, ya que no hay demanda que valga, cuando menos que el “peor actor del año” reciba el premio por haber ejecutado la obra más absurda. Sólo para enriquecer nuestro catálogo de absurdos. El premio podría llamarse: “Les haré un puente. No hay río. Les haré su río”.
¿Yo? Mejor rio.