viernes, 4 de mayo de 2018

CARTA A MARIANA, CON UNA RAMA DE MIRTO




Querida Mariana: Emmanuel Carballo entrevistó a Rosario Castellanos. En la plática, Carballo dijo: “Llegamos al amor”, y Rosario respondió: “El amor me parece importante como un fenómeno esencial de la naturaleza humana, no como un estado de ánimo que pueda durar uno o más minutos”.
¿Mirás? Esto parece ir en concordancia con lo que el otro día me platicaste acerca de la conversación que sostuviste con X (tu amiga de… bueno, tu amiga “ya sabés quién”). Ella usó un concepto que escucho frecuentemente y que es más usado por las mujeres. Ella, según me contaste, dijo que estaba harta de tanta “malcogida”.
¿Por qué digo esto? Porque si mirás bien, la declaración de Rosario va en un sentido del amor carnal. A ella (según se colige) le parece importante el amor como “un fenómeno esencial de la naturaleza humana”; es decir, habla del amor en un sentido universal: acerca del amor al padre, a la madre, a los hijos, a los animales y demás chocolates de la mesa. La segunda parte de la respuesta parece aludir al amor de pareja. Entonces es cuando dice que descree de tal amor y dice lo que ya leíste. El amor ya no es “un fenómeno esencial” sino un simple “estado de ánimo” y éste, como es obvio, va de uno a otro extremo, dependiendo del carácter de la persona en un instante determinado.
¿Por qué me estoy metiendo en estos bretes de los cuales nada sé y que parece corresponder al terreno de los sicólogos, a los hijos de Erich Fromm y su “Arte de amar”?
Tu amiga X aterriza el tema del amor a una simple “malcogida”; es decir, a miles de pésimos estados de ánimo.
Disculpá que yo me meta en estos terrenos, pero, ¿para vos qué es el amor? ¿Es lo que Rosario definió como un simple y voluble “estado de ánimo”, que tiene que ver más con la cuestión carnal que con la cuestión espiritual?
Los que son creyentes saben que el amor a Dios es infinito y viceversa. Tal categoría no depende del estado de ánimo, sino que lo trasciende.
En el amor de pareja, parece que todo, como dice Rosario, se concreta a un mero estado de ánimo. He visto parejas que pasan de un apasionado “Te amo” a un ingrato y brutal “Te odio”. Dicho paso es instantáneo, como si el odio se fuera acumulando con el tiempo y bastara un ligero detonante para tirar la máscara que encubre tal sentimiento.
Los científicos nos han explicado que el “enamoramiento” tarda apenas seis meses, que es un mero proceso físico, que cuando alguien está enamorado segrega una sustancia que hace que el involucrado vea todo “color de rosa”; es decir, es un “estado de ánimo”. Cuando tal sustancia comienza a desaparecer, aparecen los defectos, filias y fobias de la pareja. La máscara cae y vemos al otro tal como es, con todas sus grietas, grietas que, en muchos casos, son oscurísimas.
Cada vez escucho con más frecuencia la palabra “malcogida”. Las muchachas que lo dicen, lo expresan con coraje y con mucha frustración. Ellas siembran la culpa en el terreno de los muchachos. Son éstos los culpables de estar haciendo toda una generación de frustradas sexuales. ¿Qué ocurre? Bueno, parece que las expectativas son muy altas y las realidades son absurdas. Las imágenes ideales que nos plantean las pantallas de la televisión y del cine no corresponden con la triste cotidianidad. Parece que, según el decir de miles de mujeres (como X), los amantes perfectos no existen. Hay una brecha insuperable entre lo que las mujeres desean para satisfacerse y lo que sus parejas están realizando. Pero, ¿por qué?, si al principio todo parecía funcionar bien. ¡Ah, claro! En esos momentos iniciales el enamoramiento estaba al tope máximo y la tal sustancia generaba un estado de ánimo óptimo, pero cuando tal sustancia dejó de generarse todo se volvió azul profundo. Javier me cuenta que cuando un cuerpo no genera serotonina aparece el estado depresivo, difícil de controlar. Parece que la cuestión del amor en estos tiempos (tal como lo planteó Rosario y X) no es más que una sustancia en el cuerpo. ¿Qué pasó con el sentido espiritual del concepto? ¿Qué pasó con el concepto que Jesús recomendaba de “Amar a los otros como nos amamos a nosotros mismos?”. ¿Hemos dejado de amarnos? ¿Se nos acabó el enamoramiento? ¿Ya no segregamos la famosa sustancia?
Posdata: A mí siempre me da escozor cuando alguna chica se queja de “tanta malcogida”. Siento que nos pone un tache brutal a todos los hombres, porque, debo decirlo, querida mía, nunca he escuchado tal término en la boca de una chica que prefiere relacionarse con chicas. Como que en “el amor” entre chicas no se dan las “malcogidas”. Y esto se da cuando el amor se coloca en el simple plano de lo físico, de un simple estado de ánimo.
Perdón por meterte en este hueco oscuro, pero cuando leí lo que Rosario dijo esto fue lo que pensé. Llamó mi atención ver que Rosario, de manera subconsciente, mencionó que el amor podía ser un mero estado de ánimo que duraba un minuto, casi casi como si dijera que despreciaba las “malcogidas”.
El amor, lo sabemos, está en un plano superior, pero en estos tiempos el espíritu cabalga sobre un potro invisible.