miércoles, 23 de mayo de 2018

CARTA A MARIANA, DONDE SE RECUERDA LA CARA DE DIOS





Querida Mariana: Hace muchos años, en Mérida, lanzaron la convocatoria para una Muestra de Fotografía que se llamó: “La cara de Dios”. La convocatoria era abierta a todos los fotógrafos, profesionales o amateurs. Por ser muestra no había premios. Un jurado elegiría cien fotografías para montar una exposición.
Estuve pendiente de los resultados. Al cierre de la convocatoria, la institución convocante manifestó que habían recibido más de dos mil trescientas imágenes participantes. A través del periódico informaron que el jurado (por la inesperada y motivadora respuesta) tardaría más tiempo del decretado en la convocatoria. No dijeron la fecha precisa para conocer resultados. Nunca supe qué desenlace tuvo dicha Muestra. Al parecer ya nunca se realizó. No sé por qué. En una ocasión llamé por teléfono, pero no respondieron. Insistí una y mil veces más y el resultado siempre fue negativo.
Yo no había enviado fotografía alguna. Estaba interesado por ver los resultados. ¿Cuáles -según el jurado- eran las cien fotografías representativas del rostro de Dios (en la Tierra)?
Pensé que un libro con tales fotografías resultaría muy interesante. Ayer, escuché que un amigo proponía hacer un concurso de fotografías, en Comitán. El tema sería: “¿Cómo ha cambiado la forma del agua?” (jugando con el título de la más reciente película de Del Toro). De igual manera retomaba la idea de Óscar Bonifaz, cuando publicó el libro “Semblanzas”. Dicho libro hace el contraste de fotografías tomadas en épocas diferentes, en los mismos lugares. “Semblanzas” es una lección permanente del cambio que sufren las ciudades y de la pérdida de identidad si dicho cambio no es controlado. ¿Cómo ha cambiado “la forma del agua” en Comitán? ¿Cómo eran los chorros de La Pila en 1950 y cómo son ahora? ¿Cómo (para decir el tristísimo lugar común actual) era el color de los Lagos de Montebello en 1950 y cómo son ahora? ¿Cómo es ahora el Río Grande? ¿Cómo el agua que recibimos (cuando recibimos) en la casa? ¿Cómo el agua de La Ciénega? ¿Cómo el agua que corría en la Calle del Resbalón?
Soltaron la idea del concurso, pero luego, a mitad de la segunda cerveza, la idea se fue diluyendo, ahora sí que como agua. Al final, los probables organizadores quedaron en nada. Alguien (creo que fue Pedro) dijo que, en Comitán, todo mundo reconoce la obvia diferencia: “Antes el agua fue un cristal de Dios, ahora es un monigote hecho de caca.”
Cuando escuché eso de “Cristal de Dios” me acordé de aquella muestra.
Lamenté que por algún motivo, nunca expresado, la Muestra no se realizara. No sé si algún participante se inconformó por la poca seriedad de la institución convocante. Como la convocatoria expresaba que no habría premio alguno, tal vez los fotógrafos participantes olvidaron el asunto, como se olvidan tantas cosas en este país.
Pero lamenté la cancelación de la Muestra. La sigo lamentando, porque pudo ser una Muestra muy bella, muy interesante.
¿Cuáles pueden ser las cien fotografías que sinteticen la cara de Dios? Sí, tenés razón. Cada imagen es como una esquina de ese rostro. Imagino que la Muestra pudo estar conformada con la foto de una oruga caminando sobre una rama húmeda; otra donde una mamá toma de la mano a su hijo para llevarlo a la escuela; otra donde un gatito se asoma por el cristal de una ventana; otra donde el papá le pega una bofetada al hijo que tiró la olla de frijoles; otra donde se advierte cómo el sol se oculta en el horizonte, mientras un barco de pescadores regresa a la playa; otra donde un cenzontle canta en la ventana de la casa de la abuela; otra donde, la misma abuela del cenzontle, riega granos de maíz a un montón de gansos; otra donde una madre coloca flores en la tumba de su hijo que murió en la guerra; otra donde un avión abre su panza y suelta una bomba nuclear sobre una ciudad de cien mil habitantes que, en ese instante, trabajan, caminan, toman una nieve, rezan, hacen el amor, estudian, ven una película, beben una cerveza con los amigos, pintan un cuadro, tocan el arpa en una sinfónica, sin saber que un minuto después terminarán abrasados. Sí, tal vez el jurado no pudo elegir cien fotografías, porque todas eran como una pieza de ese divino rompecabezas. Tal vez, en un instante sublime, se dieron cuenta que bastaba una fotografía para mostrar el verdadero rostro de Dios, una en donde estuviera la Nada, porque la Nada es el Todo.
Posdata: Siempre imaginé que debía aparecer una fotografía con una muchacha bonita leyendo. Porque si en la foto del niño que, lleno de lodo, corre con los brazos en alto celebrando un gol, es en la placidez y armonía de una chica leyendo donde la sonrisa de Dios es más auténtica, porque, estoy seguro, Dios es más feliz cuando su cara recibe el aire fresco y no cuando es azotada por la mano ensangrentada de la violencia.