viernes, 7 de mayo de 2021

CARTA A MARIANA, CON BICENTENARIOS

Querida Mariana: el mundo celebrará en este 2021 varios bicentenarios. El país celebrará el Bicentenario de la Entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, hecho que declaró el inicio del México independiente; y celebrará el Bicentenario de La Independencia de Chiapas y de Centroamérica, cuyo inicio se dio en nuestro prodigioso Comitán. Pero, el mundo entero también celebrará el Bicentenario del Natalicio del enormísimo Fiódor Dostoievski. Dostoievski nació en la Rusia de todos los zares el 30 de octubre de 1821. Apenas dos meses después que los comitecos celebraron con grandes festejos la independencia, el pequeño Fiódor abrió los ojos. En ese momento, el mundo no advirtió que ese pichito llegaría a ser uno de los más brillantes escritores. No sé el momento exacto en que leí una obra del escritor ruso. Pero sé que entré por la puerta que los críticos recomiendan: su novela “El jugador”. Ahora que lo escribí se hizo la luz en mi memoria. ¡Claro! La leí en 1969, porque “El jugador” fue el número cinco de la Biblioteca Básica Salvat. Tenía doce años cuando don Fiódor llegó a mi casa comiteca y entró con la fuerza del viento de las estepas rusas. Te he contado que la Biblioteca Básica Salvat fue la ventana enormísima que me permitió ver el mundo de afuera desde la ventana modesta de mi mundo. El primer número fue “La tía Tula”, de Miguel de Unamuno, genial escritor español; el número tres fueron “Las narraciones extraordinarias”, del no menos genial Edgar Allan Poe. ¿Mirás? En apenas estos tres libros hablo de cultura española, rusa y norteamericana. Ya más grande leí “Los hermanos Karamazov” y “Crimen y castigo”; y ahora, en mi buró, tengo un libro de bolsillo que contiene muchos cuentos de Dostoievski. En la contraportada de este libro viene la siguiente cita del gran científico Albert Einstein: “Ningún científico me ha dado tanto como Dostoievski.” Ah, hay que creerle al creador de la Teoría de la Relatividad. Millones de lectores en todo el mundo, durante el siglo XX y lo que va del XXI se han conmovido ante el genio narrativo de don Fiódor. No recuerdo ya la trama de “El jugador”, salvo lo que el título enuncia: es la historia de un compa que tiene el vicio del juego. Los biógrafos señalan que don Fiódor era un vicioso de la ruleta. Los mismos biógrafos señalan que esta novelilla la escribió Dostoievski en 26 días, porque si no la entregaba al término del plazo cedería todos sus derechos de autor al editor, quien también se llamaba Fiódor. ¿Mirás? 26 días le bastaron a Dostoievski para escribir un prodigio de novela. Tal vez, don Albert Einstein tuvo la visión de la Teoría de la Relatividad en un instante. Las ventanas de los genios siempre dan hacia el interior del espíritu humano, ahí donde está la gaveta que descubrió Carl Jung: el inconsciente colectivo, recipiendario de todo el conocimiento pasado, presente y futuro. Dos meses después del festejo donde Comitán celebrará el Bicentenario de La Independencia de Chiapas y de México, el mundo entero echará cuetes en honor a Fiódor Dostoievski. Ya no tengo aquel libro que compré en la Proveedora Cultural, de don Rami Ruiz, en los años sesenta, cuando estudiaba la educación secundaria. Igual que a Dostoievski, a quien su papá inscribió en la Escuela Militar de Ingenieros, a mí no me gustaban las ciencias. Dostoievski, en lugar de estudiar matemáticas, se dedicó a leer a los grandes poetas y escritores rusos como Pushkin y Gógol. Yo, gracias a mi mamá que, religiosamente, me daba paga para comprar los libros de la Biblioteca Básica Salvat, tuve el privilegio de leer a don Fiódor con su novelilla “El jugador”. Acá, en el pueblo, los señores echaban volados, hacían apuestas en el billar o en los palenques de gallos y dejaban sus billetes en las mesas donde jugaban dominó o naipes, pero nunca hubo un salón donde la ruleta fuera el centro de la pasión y de la tragedia, como sí lo hallé en la novela de Dostoievski. Sí, había más mundo y lo tenía en mis manos. Desde entonces, hace ya más de cincuenta años, no he dejado de viajar en el barco de la literatura. Ahí permanezco a salvo de tormentas y, a pesar de no saber nadar, viajo con la certeza de que, a diferencia del Titanic, jamás se hunde. La literatura navega por los cinco mares y por todos los ríos del universo. Posdata: ¿Cómo celebrará Comitán el Bicentenario de La Independencia de Chiapas y de Centroamérica? Con gran júbilo y respetando la contingencia sanitaria. ¿Cómo celebrará el mundo el Bicentenario del Natalicio de Dostoievski? Con gran júbilo y respetando la contingencia sanitaria. Por mi parte yo echaré cuetes virtuales para honrar mi pueblo, cuna de La Independencia, y compraré “El jugador”, en libro electrónico, y recordaré las imágenes intensas que bebí cuando tenía doce años. ¡Eterna vida a don Fiódor!