jueves, 20 de mayo de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN LEGADO

Querida Mariana: el respetado amigo doctor Hernán Esquinca Carpio falleció hace meses. Amigo querido por muchos, porque su vida fue un legado de luz para los cercanos y para el pueblo de Comitán. Fue un hombre generoso, agradable, amiguero, inteligente y profesional en el ejercicio de la medicina. Su fallecimiento fue muy lamentable. Hace dos días me enteré de un acto que honra la memoria de Hernán. Celebré la noticia donde se indica que los hijos del doctor Esquinca -Andrea, Paola y Hernán Esquinca Rovelo- donaron a la UDS (Universidad del Sureste) cientos de libros de medicina que fueron propiedad de su papá. Y la celebración es doble, porque el rector de la UDS, doctor Víctor Albores, anunció que una sala de lectura llevará el nombre del doctor y, más adelante, la biblioteca de la licenciatura de Medicina Humana se llamará Biblioteca Doctor Hernán Esquinca Carpio. Gracias a estas acciones, el pesar deja el luto y se vuelve faro de luz. Nadie hubiese querido la ausencia de Hernán, pero cuando el destino lo tocó con su mano fría, sus hijos decidieron que los libros donde abrevó conocimientos servirán, como lo dijo el rector, para la formación de las nuevas generaciones de médicos. La UDS es la única universidad en Comitán que ofrece la carrera de Medicina Humana. Hoy, la pandemia nos recuerda la necesidad mundial de profesionales en el campo de la salud: medicina, enfermería y trabajo social. En la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, institución que, sabés, es mi casa, los catedráticos se esmeran en formar excelentes profesionales en Trabajo Social. La UDS y la Mariano N. Ruiz aportan su pasión y experiencia para formar gente de bien que le hace bien a la patria. Me alegró enterarme del acto generoso de los hijos de Hernán. ¡No podía ser menos! Honran el árbol enormísimo del cual son bellos renuevos. Ahora, cada vez que un estudiante de medicina de la UDS abra un libro donado por los muchachos Esquinca Rovelo, una raya de luz bendecirá la memoria de Hernán y alumbrará la mente del lector. Y como en el universo existe una ley divina, algo de la ética profesional de Hernán brincará al espíritu del futuro profesional de la salud. Sí, nuestra patria exige más profesionales de la salud. Los científicos nos han explicado que los tiempos por venir serán tiempos de emergencias sanitarias cada vez más agresivas. El mundo debe prepararse para enfrentar esos retos, con pasión, con inteligencia, con convicción. Nuestra patria, y el mundo, necesita actos generosos como el que se dio hace días en Comitán. ¡Qué bueno que los libros de Hernán ahora estén en un lugar donde harán bien! Como integrante de la sociedad comiteca me conmueve este hecho; me conmueve la calidad humana de los hijos de Hernán. Los imagino ahora bajando libros de los estantes de la biblioteca personal de su papá, limpiándolos, desinfectándolos y colocándolos en cajas para llevarlos a la universidad. Ahora veo los rostros luminosos e iluminados de ellos y de los miembros de la comunidad universitaria al abrir las cajas y hacer una entrega simbólica de ese legado. ¡Ah, cuántos años para formar esa biblioteca, cuántos esfuerzos para conseguir la paga! El espíritu de Hernán siempre estuvo al lado de nichos de santos. Digo esto porque nació en el barrio de San Sebastián y fue un orgulloso bataneco (así, bataneco, le dicen a los oriundos de ese bellísimo barrio), pero luego fue vecino, durante muchos años, de San José, ya que su clínica está a media cuadra del templo dedicado al papá de Jesús. El 19 de marzo, día de San José, Hernán compartía tamales y atoles con los fieles que llegaban, en medio de juncia fresca y de las notas de la marimba. Hernán aprovechó al máximo el jardín frente al templo y con frecuencia realizó campañas de sanidad para la población. ¡Ah, cómo lamentamos la ausencia de este buen hombre! Él, que siempre estuvo al servicio de sus pacientes, y que logró arrebatar a la muerte tantas vidas, perdió la batalla ante quien pierden todos los seres humanos. La muerte es implacable. Por eso, porque el camino es apenas un instante, un parpadeo en el universo, celebramos todos los actos amorosos que las personas buenas realizan en ese guiño que llamamos vida. Posdata: Hernán nos dejó y, como es sentencia divina, ¡nada se llevó! Nos dejó su cariño, su armonía, su sonrisa y sus propiedades. Sus hijos compartieron parte de su herencia. Donaron su biblioteca de medicina a la UDS. Brindemos por ello, digamos salud, brindemos por los hijos de Hernán que honran la memoria de su bendito padre. ¡Que viva el doctor Hernán Esquinca Carpio! ¡Por siempre!