viernes, 21 de mayo de 2021

CARTA A MARIANA CON UNA VENTANA SENSACIONAL

Querida Mariana: te comparto una fotografía genial, soberbia. La tomó Ricardo Castro. Ricardo (es mi opinión) es el mejor fotógrafo de aves, de Comitán y puntos intermedios. Su trabajo merece estar en las mejores ventanas del mundo. National Geographic se llenaría de luz con su obra. Nosotros somos privilegiados al poder apreciar su obra fotográfica. El otro día me compartió por WhatsApp esta belleza de fotografía. La impresión a primera vista es impactante. Cada espectador puede hacer una lectura personal. A mí, lo sabés, me gusta escribir cuentos. Esta imagen bien puede dar para mil cuentos, desde cuentos de gran ternura hasta cuentos de misterio. Si no se sabe el contexto puede pensarse que este trío está confabulando algo misterioso. ¿Ya viste la actitud del pájaro de en medio? Los tres pájaros, hermosos, tienen unas gorgueras que recuerdan a los cuellos de lechuguilla que usaban los personajes de la Edad Media. En los libros de Historia vimos imágenes de virreyes de la Nueva España que llevaban unos espléndidos cuellos de lechuguilla. Son aves soberbias que, algunas personas en estas regiones, consideran de mal agüero, y esto es así, por lo imponente de su presencia y el traje negro que siempre visten. Un poco como aquella leyenda de los gatos negros. Leyendas sin sustento, pero que son cobijadas en algunas culturas. Yo debo ser muy sincero, jamás había visto a estas aves, son pijuyes. Te he platicado que en mi adolescencia conocí a una mujer que tenía ese apodo, doña Esperanza, Esperanza Pijuy. No faltaban los malcriados que mandaban a un muchacho iluso a comprar un pijuy en su tienda. El iluso llegaba: Buenos días, vendame’sté un pijuy, por respuesta, doña Esperanza lanzaba un cubetazo de agua que ya tenía preparado, porque la molestaban mucho. Era una señora que vendía dulces tradicionales y tenía su tienda frente a la Escuela Preparatoria, donde hoy está el Centro Cultural Rosario Castellanos. Jamás había visto un pijuy. Ahora que recibí la fotografía de Ricardo quedé impresionado por la belleza indescifrable de estas aves. Indescifrable, porque el enigma de su mirada y de su actitud es proverbial, viene de quién sabe cuántos siglos. No sé qué pensó la familia de las jirafas cuando los tres pijuyes entraron al Arca de Noé, y, en esta misma posición, se acomodaron en una regla del interior. Pero, como siempre sucede en el vecindario, hay historias que son falsas. Dije al principio que al ver esta imagen voló mi imaginación y pensé que bien podía escribir un cuento donde los tres pijuyes fueran los protagonistas de una historia abracadabrante. ¿Qué le está diciendo el pijuy de en medio que es el poderoso del grupo? ¡Nada, nada de esto! Ricardo me envió el nombre científico del pijuy: crotophaga sulcirostris y me platicó que este pájaro tiene este sentido de grupo para dormir. Ricardo, después del gran aguacero que cayó en la región el otro día, captó este trío de pijuyes, dijo que estos pajaritos estaban aletargados, así, bien juntitos, con los ojos cerrados, dormitando, recibiendo los primeros rayos del sol. El aguacero que recibieron fue intenso. Pobres pijuyes. Al amanecer, bien esponjaditos, se preparaban a iniciar el día, a continuar la vida. Ricardo, con ese ojo experto los vio y capturó este momento insólito ¡para siempre! Su talento y paciencia lograron hacer eterno el instante donde la vida es un renuevo, donde las aves secan sus plumas para emprender el vuelo y escribir líneas, con tinta china, en el cielo. Posdata: pensé que sólo en estas regiones llamábamos pijuy al pijuy, pero ya me explicaron que es el nombre que le dan en muchas partes de América. El nombre se lo colocó alguien que, al oírlo cantar, tradujo pi – juy, pi – juy, pi – juy. Escuché un audio en el Internet y sí se escucha que su canto tiene dos emisiones, pero bien pueden ser otras dos sílabas; es decir, cuando este pájaro subió al Arca tenía otro nombre, pero cuando voló sobre la tierra seca cantó y el primer ser humano que lo escuchó dijo que en su canto decía pi – juy y así lo bautizó y desde entonces. A mí me encantaría saber cuándo inició Ricardo con este maravilloso entretenimiento. ¿Hace cuánto tiempo lleva recorriendo este territorio para captar fotografías de aves? Esta afición es carambola de tres bandas, porque aparte de provocarle satisfacción y permitir que tenga un registro de los pájaros que existen en esta zona (registro de excelsa calidad fotográfica), también contribuye a que los espectadores tengan conciencia del respeto que debemos tenerle a la naturaleza y por cada uno, diría mi abuela Esperanza, de los hijos que Dios mandó a la tierra.