martes, 17 de agosto de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN RECUERDO DE 1971

Querida Mariana: ¿ya viste el bordado? Por iniciativa de Lulú Guillén De León, el 7 de agosto de este año se reunieron integrantes de la gloriosa generación 1968-1971, de secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Este bordado consigna la fecha. Los muchachos, ya sesentones, que acudieron a la cita colocaron el bordado en sus camisas y blusas. Con gran emoción y orgullo portaron un bordado que contiene pocos elementos, pero que son síntesis de una época llena de luz: el nombre de la institución, el logotipo actual (que es diseño de un ex alumno del colegio: Francisco Gordillo Alfonzo), los años de la generación y la fecha simbólica: 50 aniversario; es decir, la conmemoración del año en que egresaron de la secundaria. Ya conté que soy integrante de esa generación, me cupo el honor de ser compañero de todos ellos. El certificado de secundaria da fechas puntuales: el primer grado lo realizamos en el ciclo escolar: 1968-1969; el segundo correspondió al ciclo escolar: 1969-1970; y el tercero y último grado fue en el ciclo escolar: 1970-1971. ¿En qué fecha fue expedido el certificado? El documento dice 15 de julio de 1971 y está firmado por el director del Colegio Mariano N. Ruiz: profesor Jorge Gordillo Mandujano (papá del diseñador del logotipo); el secretario del colegio: Augusto Molinari Bermúdez (papá del Arenillero); y con el Visto Bueno del Director de Educación Media y Superior del Estado: Ingeniero Víctor M. Sánchez León (papá de sus hijos). Los integrantes de esta generación llevamos, durante los tres años, aparte de materias científicas, algo que se llamó Educación Cívica, Educación Artística y Educación Tecnológica (mecanografía) y también la amada por muchos y odiada por mí: Educación Física. Quiero contarte algo que sigue repicando en mi cabeza: en Educación Artística necesitábamos llevar unos chunches especiales. Dirás vos, como en cualquier clase. Pues no, digo yo. Porque si bien, en el primer grado, en Dibujo de Imitación, no necesitamos más que un cuaderno de cuadrícula grande, un lápiz, una goma de borrar y una caja de colores; para el segundo grado, en Dibujo Técnico, necesitamos el lápiz, el borrador, el papel manila, la regla T y un tablero de madera. Es difícil que podás imaginar lo del tablero de madera, como difícil fue para nosotros cargarlo. Para Modelado, en tercer grado, también necesitamos llevar un chunche de madera, claro, más pequeño, para que ahí realizáramos las pequeñas esculturas con plastilina de color gris. Además de la tablita y de la plastilina llevábamos unos chunches que se llaman estiques y que son palitos con ganchos que sirven para quitar plastilina y para afinar detalles, eran unas herramientas sensacionales. Pero lo que quiero contarte es lo del tablero para la clase de Dibujo Técnico. El primer día de clases, el maestro Güero anotó en el pizarrón la lista de materiales y dibujó, con destreza y facilidad, el tablero con las dimensiones requeridas. No recuerdo bien el tamaño, pero si ahora abro mis brazos digo que, más o menos, medía 60 cm de largo y 40 de ancho. ¿Cuánto era el grueso? No sé, tal vez una pulgada. Esto permitía que la regla T se deslizara fácilmente sobre la superficie. El aditamento genial estaba dado por dos ranuras en la base que permitía meter la regla T de lado a lado, de esta manera, a la hora que salíamos de casa, tomábamos la mochila y la tabla, con la regla incorporada. Ahora te estarás preguntando por qué no dejábamos el tablero en el salón. ¿Y sobre qué superficie hacías la tarea en casa? ¿Sobre la mesa desvencijada del comedor? ¿Sobre el escritorio? Ah, sólo los ricos tenían escritorios planos. Así que el tablero iba al colegio y regresaba a casa. Por fortuna, el horario estaba acomodado de tal forma que Educación Artística nunca coincidía con Educación Tecnológica, porque ya hubiese sido una exageración llevar, aparte de la mochila, el tablero para dibujo y la máquina mecánica de escribir, portátil. Los muchachos de hoy acuden al Taller de Dibujo y pegan el papel albanene sobre los restiradores. Una vez quise preguntar si cargaban los restiradores todos los días de clase, pero pensé que era una pregunta boba. Posdata: cuando, en 1971, junto con mis compañeros, egresé de la secundaria y fui a San Cristóbal de Las Casas a inscribirme a la Prepa Nocturna, Héctor, un vecino que estudiaba el primero de secundaria en el colegio me dijo que le vendiera los dos tableros, el de dibujo y el de modelado. Así lo hice. Le pasé la estafeta, con gusto. Tal vez por eso, cuando alguien me dice que debemos aprender a abandonar piedras, a no cargar muchas cosas en la vida, yo asiento. Pero acá debo decir que, así como odié Educación Física, amé Educación Artística, fueron las clases donde más a gusto me sentí. Si ahora tuviera que cargar tableros para dibujar o para modelar lo haría con placer.