miércoles, 25 de agosto de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA CASA ENORMÍSIMA

Querida Mariana: ¿puede alguna persona ser casa, hogar? Sí, hay personas que son como casas, porque tienen techos que protegen de las tormentas; porque tienen patios que se abren generosos para recibir el sol; porque tienen sitios donde al lado de los árboles de aguacate crece el espíritu de los amigos, conocidos y familiares. Sí, hay personas que son como un fogón donde sale el pan calientito y se alimenta la brasa afectuosa. Doña Lolita Albores, la recordada cronista, fue una casa, sigue siendo un hogar cálido para los habitantes de este pueblo mágico. El 25 de agosto de 2021, año pandémico, se cumplen 103 años del nacimiento de doña Lolita, quien nació el 25 de agosto de 1918 en Comitán. Doña Lolita fue generosa en su cuerpo, rechoncho, de cachetes como tortillas que subían en el comal a la hora que contaba una anécdota o un chiste y se carcajeaba. Sí, su risa era como un manteado para fiesta, llena de festones, rejas de papel de china, juncia fresca y marimba. Ahora que rememoro el patio de guateque que era doña Lolita, que sigue siendo, surgió la pregunta: ¿echaba su copita doña Lolita? No lo sé. Sus amigos íntimos sí tienen la respuesta en la ventana de la boca. Hay personas que son como una casa. Que tienen enormes portones y zaguanes que se abren a los patios donde la lluvia brinca alegre y el aire es una muchacha risueña, llena de vida. Sí, hay personas que son como un hogar, donde las personas cercanas se sienten como pollitos al amparo del ala de mamá gallina. Y esas casas, cuando son especiales y únicas, son como pueblos enteros, porque en sus corredores, al lado de los helechos, de las alegrías y de los geranios, crecen matas llenas de palabras, con hojas que huelen a menta. Doña Lolita fue, sigue siendo, como un pueblo, como un pueblo envuelto en un chal. La esencia de la riqueza cultural comiteca se posó en su pecho de paloma pumusa. Esa esencia jamás la abandonó, se sintió cenzontle chento y ahí se quedó por siempre. Sus amigos y conocidos gozaron de ese aleteo y de su cantadito. Ese pájaro sigue volando por los cielos comitecos de todos los días. Hay instantes en que algún peatón da vuelta en una esquina y escucha una carcajada como de jolote alegre, arrecho, es el eco de la risa de doña Lolita que sigue resonando por los valles y rebota en las nubes del azulísimo cielo. Doña Lolita fue una casa, con mobiliario antiguo, con radio de bulbos, con televisores en blanco y negro, con butaques en el corredor, con aguamaniles, con loros balanceándose en los aros, con ollas de barro llenas de agua limpia, con lavaderos de madera de pino. Doña Lolita fue una casa, altísima, con balcones, pilares de cedro, paredes hechas de bajareque y ventanitas de tejamanil. Doña Lolita fue un pueblo, con cielos azules, con clima templado, con jardines llenos de flores, curguatones, chupamirtos, tiucas y zanates. Su voz sigue volando, es abeja que nos ofrece miel; es hormiguita cargando hojas verdes; es tzisim que sale en tiempo de la lluvia del verbo. Hay personas que son como una casa, que siempre tiene una cama de latón o un petate para el descanso del viajero; hay personas que están llenas de roperos donde se conservan las chamarras y las sábanas para alejar el frío del alma, del alba. Doña Lolita fue un pueblo, lo sigue siendo, su recuerdo está lleno de amaneceres sublimes, de tardes con colores amarillos desgajándose del árbol del cielo. Doña Lolita dio mucho a este pueblo, ella se entregó sin regateos. Con bordón o sin él recorrió las calles de Comitán y pepenó los papelitos y las voces que salían de las bocas de la gente. Antes de que las palabras se fueran por el albañal, doña Lolita las pepenó y las envolvió en papel. Posdata: querida mía, doña Lolita fue experta en la fabricación de papalotes. Mirá cómo vuelan ahora sus palabras. Doña Lolita fue experta hacedora de barquitos de papel. Mirá cómo navegan ahora en los ríos de nuestra identidad. Doña Lolita fue una mujer casa, una mujer hogar, una mujer fogón. El 25 de agosto de 2021 se cumplen ciento tres años de su nacimiento. En el alma sonó la marimba y el cielo se llenó de confeti, de vivas, de palabras, de risas iluminadas.