sábado, 29 de julio de 2023

CARTA A MARIANA, CON ESTANTES

Querida Mariana: me encantan los estantes. Puede ser que me equivoque, pero no hay casa en el mundo que no tenga un pequeño estante. Ahora te envío una fotografía donde hay estantes al fondo. Estantes llenos de libros, porque es una foto que tomé en la Biblioteca de la cabecera municipal de La Trinitaria, que dirige Araceli Domínguez, desde 2018. Si mirás con atención la foto verás que en la cabecera de la larguísima mesa está la talentosa paisana Angélica Altuzar, rodeada de amigos de La Trinitaria. No me estás preguntando, pero diré que también me gustan las mesas. No hay casa del mundo que no tenga una mesa, pero si me das a elegir entre la mesa y el estante, elijo el último, por su capacidad de ser como un abuelo para los objetos, porque los recibe con los brazos abiertos. Basta poner como ejemplo los libros. Si colocás los libros sobre una mesa, llega el momento que debés comenzar a hacer torres y las torres (que lo digan los amigos de Nueva York) ¡se caen! Se da el caso en que la mamá grita: “levanten ese tiradero de la mesa”. Claro, las mesas no tienen la vocación que sí tienen los estantes. Los estantes (de diversos materiales) sirven para ordenar objetos, por esto, los estantes se encuentran en las cocinas, en los comedores, en las salas, en las recámaras, bueno, con decir que hasta en los sanitarios hay estantes con esto digo todo. Todo lo que hay en los estantes es necesario para la vida. La abuela no podría estar tranquila sin el estante en la cocina donde guarda las esencias, condimentos y especias. Así como hay personas que van al jardín para sentir el aroma de las hierbas y flores, hay personas que abren la estantería de las cocinas para sentir el aroma del clavo, de la canela, de la hierbabuena, de la menta. Los amantes de los libros saben que también los estantes de las bibliotecas tienen un aroma especial, que es muy agradable (claro, siempre y cuando los libros no estén húmedos o contaminados, porque si no es un tufo desagradable). El comunicólogo Iván Ibáñez es un gran lector y siempre que compra un libro, le quita el plástico protector y lo lleva a su nariz para llenarse del aroma del libro nuevo. Pero, dejá que te cuente la historia de esta fotografía que te anexo. Sucede que una tarde de éstas, Paty, editora ejecutiva de la revista Arenilla, y yo fuimos a La Trinitaria, porque ella debía hacer unas entrevistas para una sección especial que se llamará Rutas Luminosas en La Trinitaria, mientras buscábamos la casa de la entrevistada pasamos por la Biblioteca Pública Municipal y vimos que estaba abierta. Llamó nuestra atención que a la hora de la comida estuviera abierta una biblioteca, hay muchas que cierran a esa hora. Entramos y ¡sorpresa!, nos topamos con este equipo haciendo papalotes, unos hacían la estructura con los palitos y otros pegaban el papel de china. ¿Quiénes le pegaban la cola? Y digo sorpresa porque no imaginé hallar a Angélica. Después de saludarnos, alguien de la biblioteca explicó que Angélica es, desde hace pocos días, la directora de Cultura y Educación del Ayuntamiento de La Trinitaria. Pucha, celebramos la noticia, porque el talento de Angélica se une a un grupo de talentosas personas que apoyan el trabajo que el presidente municipal realiza en favor de la comunidad. He dicho en varias ocasiones que actualmente La Trinitaria vive una época de esplendor (lo reafirmé el día que me invitaron a celebrar el cumpleaños 444 años de ese maravilloso pueblo). Angélica, vos lo sabés, no es una improvisada en el ajo cultural. Estudió literatura, escribe ensayos, cuenta cuentos y ha sido una incansable promotora del arte. Ahora, su experiencia y pasión las pone al servicio de aquella entrañable comunidad. Una vez platicamos en las oficinas de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, días después me enteré que había sido nombrada como directora del Centro Cultural Rosario Castellanos, del pueblo. Ambas instituciones se unieron e hicieron un homenaje a Óscar Bonifaz con motivo de su cumpleaños 85. Fue todo un señor homenaje. ¿Sabés de cuántos días fue la celebración? ¡Cinco días! Pucha, fue un rosario de actos gloriosos. Un día, años más tarde, me enteré en un noticiario radiofónico que conducía el talentoso Miguel González Alonso que Angélica había sido nombrada como directora del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas. ¡Nadita! Angélica fue directora del organismo gubernamental más importante del estado. Recuerdo esto sólo para decir que Angélica es una mujer de gran valía. Estoy seguro que si la dejan trabajar y le proveen los recursos, ella hará realidad su ideal de “llevar arte en espacios donde normalmente no se lleva”. Sabemos que la cultura es el patito feo de muchas administraciones. Si deben hacer un recorte la tijera pasa a cortar el papel de la cultura. Bueno, esto sucede en países tercermundistas, como el nuestro, en países avanzados reconocen que la cultura es uno de los pilares fundamentales para el avance de la sociedad. Una niñez sana es la que crece en ambientes donde dibuja, canta, danza, toca instrumentos musicales, pinta, hace esculturas con plastilina, participa en juegos tradicionales, escribe y lee. La Trinitaria, todo mundo lo reconoce, es una sociedad de alta cultura. Algo hay en el entorno que, como una afectuosa burbuja, lleva a admirar la vida cotidiana. Desde siempre hacen unas obras artesanales con palma. Así como en Comitán siguen haciendo artesanías con barro y hay artistas que llevan esas obras a una dimensión artística, estoy seguro que en La Trinitaria pronto, además de los objetos utilitarios hechos con palma, realizarán obras que estarán expuestas en las grandes galerías del mundo. Angélica le dio a Paty algo que es un dato sorprendente. ¿Sabés cuántas bibliotecas públicas hay en el municipio de La Trinitaria? ¿Y si te digo, sólo para completar la información, cuántas bibliotecas públicas hay en el municipio de Comitán? En todo el municipio de Comitán hay cinco, cinco bibliotecas públicas, la hermosa biblioteca Rosario Castellanos que está en la cabecera municipal; la de Abelardo L. Rodríguez; la de Yalumá, Villahermosa (tierra del gran ceramista Manuel de Jesús Aguilar y de su hermano, el músico Xun Gabriel); la de Efraín A. Gutiérrez; y la de Belisario Domínguez. Cinco y pará de contar. En el municipio de La Trinitaria hay once bibliotecas públicas, ¡once! Ahí hay un dato para hacer una lectura interesante. Me gustan los estantes, siempre que voy a las bibliotecas le doy una vueltita general y disfruto esos chunches que abrazan y cuidan libros. La tarde que estuvimos en la biblioteca de la cabecera municipal de La Trinitaria me acerqué a un estante y tomé un pequeño librito que tiene dos cuentos de la gran escritora Katherine Mansfield. Te lo cuento con la misma facilidad del movimiento del brazo, basta alargarlo para tomar cualquier libro que llama la atención. La Mansfield tiene cuentos maravillosos. Nunca me canso de leer el cuentito “El canario”, que es una verdadera joya literaria. Leí el texto por primera vez en la “Antología del cuento triste”, que es una labor de Bárbara Jacobs y del chaparrito Tito Monterroso. Bárbara y Tito nos dijeron que ellos pensaban que un buen cuento es un cuento triste. Yo digo que un buen cuento es aquel que es como un viaje. Desde los primeros días de julio, Angélica anda en su oficina de la dirección de Educación y Cultura del Ayuntamiento de La Trinitaria. La encontré muy activa, apasionada y llena de proyectos. Deseo que le vaya bien, para que a ese pueblo que amo tanto también le vaya bien. Que cumpla su ideal de llevar arte a espacios alejados de estas manifestaciones, en cualquier lugar del mundo hay chiquitíos de comunidades modestas que esperan la llegada de un poco de luz para cambiar su destino. Falta el empujoncito, falta que las criaturas se acerquen al arte para que aprendan a mirar y activen su creatividad. Posdata: en un pequeño espacio de una pequeña comunidad chiapaneca nos topamos con un pequeño grupo de personas que estaban elaborando papalotes para los niños y niñas que participarán en el taller de verano. Recordé la imagen que nos legó Rosario Castellanos, cuando en los llanitos de Nicalococ vio a los niños volando papalotes y su nana le dijo que había descubierto a uno de los protectores de Comitán: el viento. Que el viento del arte haga volar el papalote en los cielos de La Trinitaria. ¡Tzatz Comitán!