domingo, 2 de julio de 2023

ROSARIO CASTELLANOS Y PATRICIA ARMENDÁRIZ

Querida Mariana: Rosario y Paty son dos comitecas fregonazas. Rosario nació en la Ciudad de México, pero siempre se asumió cositía; y Paty nació en nuestro pueblo. ¿Por qué las coloco hoy en el mismo sitio de honor? Rosario nació en 1925 y Paty nació en 1955, treinta años después que la gran escritora. No son, pues, de la misma generación, pero sí las une una cinta maravillosa: ambas son comitecas destacadas. Hace tiempo, en un libro escrito por mi admirado amigo Héctor Cortés Mandujano, vi una fotografía donde aparece un grupo de intelectuales chiapanecos, entre un hombrerío espectacular sólo está una mujer, ¡claro, Rosario! Bueno, pues hace días vi una fotografía donde la diputada federal, Paty Armendáriz, aparece en medio de un grupo de personajes relevantes de las finanzas y de la banca privada. Paty es la única mujer. ¿Mirás lo que quiero decir? Rosario y Paty han sido de las mujeres que han abierto camino. Una en el mundo de la literatura y la otra en el mundo de los tiburones. Ambas fotografías son muy decidoras. Entre puro barraco aparecen ellas abriendo brecha. ¿Querés otra semejanza entre ambas comitecas? Ahí te va. Un día, Rosario dijo (palabras más, palabras menos) que ella se dio cuenta que si quedaba a vivir en Comitán no sería más que una más. ¿Ves? Una más de las demás. El futuro que le pintaba era aprender a bordar, a tejer, a tocar piano, a cocinar, a ser modosita y luego esperar la llegada del príncipe azul, tal vez un hacendado que repetiría los patrones heredados de una sociedad eminentemente machista. Bueno, pues Paty, un día pensó lo mismo. ¿Querés oír lo que dijo en su libro “Alpinista de sueños. Los 8 poderes del emprendedor”? Ella cuenta que algunas compañeras de secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz le hicieron una broma pesadísima: “Ese día decidí no ser como ellas y cambié mi destino. La claridad me vino de súbito para entender que ese no era ambiente propicio para mis ambiciones más íntimas. Entendí que debía buscar uno más adecuado a lo que quería lograr en la vida. No me quedaría en mi pueblo, a aspirar comprarme un carro para ir a dar vueltas al parque a perseguir al que sería mi marido, tener hijitos y burlarme de los demás. Sería alguien diferente”. Y, ya mirás, Rosario fue diferente, Paty es diferente. Ellas, ahí están esas dos fotografías como testimonios valiosos, abrieron camino. Las mujeres comitecas de hoy, muchas, ya dejaron atrás lo que fue tendencia histórica en la primera mitad del siglo pasado. Ellas se rebelaron contra ellas mismas y contra la herencia social del pueblo. Si Rosario dice: “Debe haber otro modo que no se llame Safo / ni Mesalina ni María Egipciaca / ni Magdalena ni Clemencia Isaura. / Otro modo de ser humano y libre”; Paty lo confirma cada día, con insolencia, con valor, con atrevimiento. Hay otro modo de ser. Por supuesto que sí. Las jóvenes comitecas de hoy lo saben. Cuando veo fotografías de encuentros de intelectuales, de escritores y poetas, no sólo hay una mujer, hay muchas; y lo mismo sucede en el ámbito empresarial, cada vez hay más mujeres empoderadas. Sería ingrato restarle mérito a las iniciadoras. Acá, el día de hoy, menciono a dos comitecas abre brechas: Rosario y Paty. Cada vez hay más comitecas brillando en los espacios que, antes, eran exclusividad de los varones. Posdata: Rosario y Paty son dos fregonazas. Un día escribiré un libro que dé cuenta de todas las comitecas que, en diversos espacios del quehacer humano, han brillado y brillan por su capacidad y talento. Son muchos nombres, por fortuna, y cada día aparecen más. ¡Tzatz Comitán!