jueves, 6 de julio de 2023

CARTA A MARIANA, CON GRADUACIONES

Querida Mariana: ¿en cuántas graduaciones has estado? Varias, ¿verdad? He estado en graduaciones mías y en las de amigos o de alumnos del Colegio Mariano N. Ruiz. No recuerdo mi graduación de kínder, ni tampoco (pucha) la de mi primaria. Sé que terminé porque por ahí anda el certificado. Qué memoria tan pishcul. Qué pena. La de mi educación secundaria sí la recuerdo. Asistimos a misa, nos tomamos la foto del recuerdo, en el mismo lugar donde ves esta marimba. Esta foto la tomé una mañana de julio de 2023. Luego, el padre Carlos nos ofreció un desayuno en el salón donde ahora está la oficina parroquial. Me senté al lado de Marcolfo Guillén, hermano de Amín. Marcolfo terminó la secundaria con un promedio de diez o cercano. Fue un alumno excelente. Recuerdo mi graduación de bachillerato, que fue en el auditorio de lo que ahora es el Centro Cultural Rosario Castellanos (el auditorio Roberto Cordero Citalán), y que en ese tiempo fue el teatro de nuestra escuela Preparatoria. Mi querido papá fue mi padrino de graduación, por ahí tenía una foto donde me estaba poniendo el anillo, frente a las autoridades del plantel; también tenía una foto donde estaba al lado de él y del ingeniero Becerril en el desayuno, que fue en la planta alta del Hotel Morales (actualmente Hotel Plaza Tenam). En la UNAM recibí mi anillo de graduación de la Facultad de Ingeniería, lo recibí porque lo pagué. Un compañero de generación me lo entregó. Nunca terminé la carrera. Al final recuerdo mi graduación en la Facultad de Humanidades, de mi gloriosa Universidad Autónoma de Chiapas. Fue en el auditorio de la colina universitaria. Llegué cuando ya había terminado la ceremonia. Un maestro, fuera de protocolo, hizo favor de darme mi carta de pasante. Alcancé a mis compañeros en casa de la poeta Marissa Trejo donde celebramos el término de nuestra carrera, licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana, al lado de nuestro padrino de generación, el doctor Andrés Fábregas Puig. Nuestra generación llevó el nombre de Juan Rulfo. Pucha. Pero la graduación que más recuerdo es la de mi educación secundaria, porque he estado enredado en la cinta de luz del Colegio Mariano N. Ruiz durante más de cuarenta años, como alumno, como docente y como directivo. ¡Toda una vida! Esta carta la escribo desde mi oficina de Extensión Universitaria. El mes de julio es mes de graduaciones. He visto a muchos chicos y adultos llevando trajes adquiridos en San Marcos, los porta trajes llevan el logotipo de la prestigiada empresa. La mañana que tomé la foto que anexo estaba la marimba Ecos del Valle. Cuando llega el mes de julio siempre relaciono la marimba con mi graduación, un hilo de agradable nostalgia borda mi corazón. Me emociona caminar por el parque o sentarme en una banca y escuchar la marimba. Entiendo que las agrupaciones religiosas contratan a los marimbistas para que amenicen el festejo de la virgen. La mañana que estuve en el parque de San Sebastián me senté y escuché dos canciones que interpretó la marimba Ecos del Valle. Sólo dos porque ya estaban concluyendo su participación. Al final invitaron a escucharlos, pero en la tarde. ¡Se acabó el veinte!, dijeron. La marimba Ecos del Valle es una marimba de gran tradición, el tecladista se llama Jesús, es nieto de Don Belisario Hernández, marimbista fundador, e hijo de Don Jesús Hernández, continuador de la estirpe. En la batería está Erick y Ramón en la marimba. ¿Ya viste que debajo de la marimba colocan un chunche con dos micrófonos? Llamó mi atención, por lo regular veo en los encuentros de marimba que los técnicos de sonido colocan los micrófonos al frente, en la parte de arriba, donde los ejecutantes acarician el teclado. Acá no. El sonido que captan los micrófonos viene de la parte de abajo, del lugar de los “tecomates”. ¡Genial! Ya lo tienen bien medido. En el faldón están pintados dos quetzales. Ni nos metemos en discusión, es un homenaje para el país vecino, donde existe una gran tradición marimbística. Posdata: en el mes de julio me encanta caminar por el parque de San Sebastián, el ambiente húmedo es muy reconfortante. Esa mañana vi que en los diversos restaurantes que están alrededor había gente disfrutando. Me encanta bajar al parque, escucho marimba y pepeno los recuerdos de mi generación y de todas las demás de alumnos con los que conviví en el aula, y que ahora ya son personas mayores, productivas y talentosas. ¡Tzatz Comitán!