viernes, 31 de enero de 2025
CARTA A MARIANA, CON TÍO JAVI
Querida Mariana: Javier es mi ahijado, él es propietario del botanero “Tío Javi”. Javi es trato cariñoso. Ya te he contado que los comitecos tratamos de tíos y tías a las personas conocidas. En mis épocas de juventud le dijimos tías a las señoras que vendían tostadas y agua de temperante, a la hora que salíamos de las clases, en el Colegio Mariano. Ah, recuerdo con emoción a la tía Elena, con sus tostadas con chile en vinagre, y a la tía Petra, con sus tostadas con frijol, queso espolvoreado y caldito de chile en lata. Ahora, en el Comitán del año 2025, seguimos teniendo tías y tíos, uno de los tíos más famosos es el Tío Javi, botanero de excelencia para todos los conocedores del pueblo y para todos los visitantes.
Como en muchos pueblos del mundo, en Comitán también disfrutamos la botana. Con Tío Javi tenemos la garantía de degustar la tradicional botana comiteca, además de la carraca tuxtleca y la longaniza estilo Teopisca. ¡Todo exquisito! Con el gran mojol de lujo: una casa comiteca, con patio central y corredores. ¿Qué más querés? Diré que posee otra gran ventaja: la casa, con un bellísimo árbol de jacaranda, está ubicada a dos cuadras del parque central. Todo lo dispuso el destino para el real disfrute, y uso la palabra real, porque ahí uno se siente parte de la nobleza comiteca, todos los comensales son príncipes y princesas.
Y a todo lo anterior ahora se agrega la siguiente noticia: ¡ya hay desayunos campestres! Cuando me enteré fui a felicitar a Javier (yo le digo Jávier, con énfasis en la a, como si ahí se acentuara).
Fui a felicitarlo, porque es buena noticia para Comitán y la región; para todos quienes deseen un desayuno familiar, un desayuno de trabajo o un desayuno para celebrar un acto social de relevancia. Todo mundo llega caminando desde el parque central y si alguien llega con su auto pues desembolsa unos pocos pesos y lo estaciona en el Estacionamiento Ulises, que parecería construido a propósito, porque está mero enfrente de Tío Javi.
Llegué un día después que estuvimos Quique, Javier papá y yo, comiendo botanitas y tomando unas agüitas deliciosas, con alcohol y sin alcohol. Llegué y vi el proceso de la elaboración de tortillas que siempre llama mi atención. Me sorprende cómo le dan forma a la masa, la colocan en la prensa de madera y luego, con precisión, las manos de la mujer depositan el sol sobre el comal para que suba la pancita, como símbolo de la vida. Recibí una tortillita calientita, le puse un poco de guacamole y, ay, niña bonita, supe que era tratado como lo que soy: ¡un príncipe! Siempre hablo de los privilegios de la vida, estar ahí fue uno de ellos, estar en una casa sensacional, a dos cuadras del parque central, en mi pueblo, uno de los pueblos más bellos de Chiapas, de México, del mundo.
Consentite, apapachate, celebrá la vida al lado de tu novio o con tus amigas y amigos, con tortillas recién salidas del comal, con quesadillas de champiñones, con salsa molcajeteada, con las famosas “picaditas” (ah, pues, sé seria, estoy hablando de gastronomía), con chilaquiles o con el especial de la casa, que se llama “comiteco” y que son huevos revueltos con chorizo, ajopuerros, tomates, chile siete caldos y cilantro. Diría la cubana: “cosa más rica, caballero”.
Posdata: mencioné las quesadillas de champiñones, porque son mis favoritas, pero hay de adobada, de asada, de chorizo, de longaniza y, en temporada, de flor de calabaza. Hay para todos los gustos. Que viva Tío Javi y que vivan todas las personas que disfruten esta experiencia culinaria
¡Tzatz Comitán!