domingo, 30 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL ALGUIEN ALIMENTA LA NUBE
Querida Mariana: recuerdo a tío Ángel que se molestaba si “alguien” no le decía su nombre. Con cara de niño berrinchudo decía: “yo soy como la Ofelia Guilmáin, a mí me gusta que me miren a los ojos y me digan mi nombre”.
Hacía corajes el tío, porque no todo mundo le decía su nombre, algunos le decían su apodo y él sublimaba su coraje.
¿Por qué digo esto? Porque yo no soy como el tío Ángel, a mí me pueden decir lo que quieran o incluso ignorarme y yo ¡tan campante!
El otro día (en un vídeo que subió al Facebook la Benemérita UNACH, el 26 de noviembre 2025) el gran Padura dijo: “Siempre, Cuba ha tenido una proyección. Alguien decía, en una de las presentaciones que he tenido en Chiapas, que Cuba es una isla con vocación de continente…” Cuando lo vi supe quién había sido ese alguien, ¡sí, tu amigo Molinarito!
¿Mirás la trascendencia de los “alguien” del mundo? Los nombres propios pueden enredarse en la memoria, pero las palabras aparecen por encima de dicho olvido. Padura recordó con precisión las palabras que dije a la hora de mi participación a su lado, en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos.
Cuando vi y escuché lo que dijo pensé que Padura estuvo pendiente de mis palabras y esto me llenó de orgullo, porque luego citó de memoria cada una de ellas y no sólo eso, sino que le sirvió para extenderse en un comentario.
Sólo los memoriosos conservan nombres de las personas que, por azar, se topan en el mundo. Yo soy incapaz de retener nombres en mi memoria, me da cierta penita, pero para mí la mayoría de hombres y de mujeres entran en la categoría donde me puso Padura: en el nicho de los alguien, de los alguien que en el mundo han sido, que son. Porque alguien dijo tal cosa, alguien hizo tal cosa, alguien pensó tal cosa, pero no recuerdo quién fue con precisión. Pero muchas veces resulta que esas cosas que dijeron, que hicieron o que pensaron esos seres humanos sin nombre ¡son importantes! En este caso lo que dije resultó trascendente, no porque haya sido dicho por mí, sino porque lo retomó el gran escritor cubano, reconocido en toda Hispanoamérica y otros países del mundo. Lo dicho por mí tomó mayor importancia, porque Padura aceptó que su isla tiene vocación de continente.
Mirá qué dijo Padura, después de la cita: “…creo que esa vocación de continente, sobre todo, tiene que ver con la cultura, con la posibilidad de expandir una cultura. La música cubana es uno de los valores universales y, por ejemplo, comparte con México el danzón y el bolero. Le tenemos mucha gratitud a México por el espacio que tradicionalmente nos ha dado, a los músicos, a los escritores, a los pintores cubanos, a los bailarines, a los actores que han pasado por aquí…”
Y con esto fue confirmando lo que dije: Cuba es una isla con vocación de continente, los cubanos y cubanas son gente que no está a-isla-da, sino integrada al mundo en forma tan rotunda que no dudamos en decir que amamos a esa isla fabulosa, por todo lo que significa, por todo lo que es, por todo lo que nos ha dado, como bien dice Padura, sobre todo en el plano de la cultura.
Pensá en un lugar imaginario donde todo mundo es alguien y sólo son identificados por los actos que realizan. Alguien es el que siembra los árboles, alguien es el que los poda; alguien es el que construye los puentes, alguien el que hace los caminos; alguien el que construye edificios con palabras, alguien el que los echa a volar. Alguien el que ama a alguien y hace más deslumbrante el mundo.
Posdata: veo imágenes de La Habana, de Londres, de Ciudad de México y de París. Veo a gente que va de un lado para otro, en calles y plazas, que entra a templos y a panteones. Veo a esas personas, sé que tienen nombres propios, que en su barrio son conocidos, que, incluso, tienen apodos cariñosos, pero para mí, todos ellos entran en esa bodega maravillosa de los “alguien”. Cada uno de ellos y de ellas tienen testimonios maravillosos, tal vez uno de ellos es escritor, tal vez una de ellas es actriz. Pero yo no los conozco, si pudiera escucharlos haría lo mismo que hizo Leonardo Padura a la hora que participé en la charla que brindó en Comitán, pondría mucha atención porque la palabra sirve para recordar nombres, pero, sobre todo, para desgajar paraísos no terrenales, donde esa caterva formada por millones de gente denominada “alguien”, vive y modifica pequeñas parcelas. La mañana del 26 de noviembre, Padura puso atención a mis palabras, fui un alguien que llamó su atención, así sucede en muchos instantes de la vida, instantes que son como frutos orgánicos.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 29 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON LIBRO EXCEPCIONAL
Querida Mariana: ¿Cuál pluma tan fina como la del quetzal? ¿Cuál la pluma encargada de narrar los sucesos de la fundación del pueblo que hoy habitamos? La única pluma de tal proeza, la que tiene el conocimiento y el genio es la de un comiteco distinguido, nombre cuyo apellido paterno lleva la savia de la sangre castellana bañada en el Duero: Luis Armando Suárez Argüello.
El comiteco Luis Armando acaba de publicar la novela: “Don Pedro de Portocarrero. Crónica de sucesos recuperados del olvido”, donde, en forma por demás brillante, narra el origen del pueblo llamado San Cristóbal de los llanos (hoy Comitán).
Su pluma, tan colorida, bella y tersa, como la del ave llamada quetzal, retrotrae a sus lectores al siglo XVI, a los años de 1527 y 1528, lapso donde los conquistadores españoles se internaron hacia tierras guatemaltecas y fundan lo que hoy es la Antigua Guatemala y luego Don Pedro de Portocarrero sube a tierras chiapanecas y al llegar al valle hijo del Junchavín funda lo que hoy es considerada una ciudad maravillosa, que es cobijo de los llamados comitecos, pueblo que es gloria de Chiapas.
Nadie más que Luis Armando pudo escribir esta novela prodigiosa. En esta novela se recupera la figura del conquistador español, cuyo nombre estuvo por debajo de la fama de Diego de Mazariegos; en esta novela se explica el porqué de tal olvido. Cuando Don Pedro de Portocarrero funda nuestro pueblo (el primero en territorio chiapaneco), Don Diego de Mazariegos, capitán y teniente de gobernador de las provincias de Chiapa y los llanos de ellas, exige dicho rango y solicita la intervención de las autoridades de la Nueva España, quienes decretan que Portocarrero abandone el pueblo que fundó y regrese a territorio guatemalteco.
Luis Armando nos cuenta que el fundador español de nuestra ciudad es desterrado y con ello se echa tierra a su memoria.
Esperé durante años la promesa de Luis Armando, quien me aseguraba que pronto daría a conocer la novela que escribía. Tardó años, por eso, cuando vi en Facebook que ya había publicado “Don Pedro de Portocarrero. Crónica de sucesos recuperados del olvido”, corrí a adquirir mi ejemplar que estaba en promoción por Buen Fin. Pucha, lo vendió en trescientos pesos, no quiero imaginar cuál era el precio sin la promoción del Buen Fin. En fin. Lo adquirí y comencé a leerlo con avidez. Cumplió mis expectativas y fue más allá. Supe que estaba ante una gran obra literaria; supe que la pluma de Luis Armando corroboraba el pensamiento del escritor Leopoldo Borrás, quien, en cuanta oportunidad tenía, aseveraba que el mejor escritor de Comitán era Luis Armando Suárez Argüello.
Estos tiempos no son los tiempos de Rosario Castellanos, quien fue acusada por los comitecos ladinos de traicionar a los suyos, a los hacendados, al mostrar las condiciones en que vivían los indígenas en las haciendas. ¿Cómo era posible que ella, siendo hija de un terrateniente, diera a conocer cuál era el trato que los blancos infligían a los indígenas? ¿Estaba del lado de los otros? En el libro de Luis Armando uno termina seducido por la personalidad del conquistador español. ¿Cómo no? Don Pedro de Portocarrero fue un gran lector, un hombre culto, tercer conde de Medellín. El fundador de nuestro Comitán nada tenía que ver con los bárbaros conquistadores que encontramos en la historia narrada en los libros de texto gratuito; nada que ver con la imagen de los encarnizados, ignorantes, ex presidiarios, incultos y bárbaros conquistadores que acompañaron a Cortés. En tiempos donde existe una condena hacia toda la barbarie española, el conquistador de las letras comitecas, Luis Armando, nos da otro rostro, uno que nos muestra al fundador de Comitán como un hombre que, en efecto, con la espada llegó a conquistar territorios para España, para evangelizar y entregar un idioma diferente, pero que lo hizo, ¿se puede decir?, con gallardía y nobleza. Este proceso hizo que ahora nosotros hablemos el idioma castellano y millones de mexicanos profesen la religión católica. Este proceso hizo que los habitantes de esta tierra tengamos un maravilloso sincretismo de los habitantes que Portocarrero encontró y de los que nos conquistaron. Luis Armando nos dice en este libro que nuestro Comitán celebrará los quinientos años de un pueblo que fundó un conquistador español. Esto somos. El autor nos da la visión de un español culto, de ahí también venimos, por eso este pueblo aspira a la civilización, a dejar su lado bárbaro.
El autor es un gran narrador, la historia que nos cuenta es fascinante; camina por los escabrosos senderos de la historia del siglo XVI y por los toboganes prodigiosos de la imaginación, donde sólo se atreven los grandes pensadores. Es un autor travieso que trasgrede los límites del que sabe que está jugando con la creación. Hay un instante sorprendente donde se cuela el nombre de Ítalo Calvino, que en aquel siglo no era ni proyecto de vida. Cosas veredes. Luis Armando es un mago, genial, único. Honra la tradición de su padre, quien fue un gran lector, gran tipógrafo, amante de los tipos de imprenta, por eso siempre fue reconocido como un tipazazazo. Tipazazazo resultó su crío.
Posdata: el miércoles 26 de noviembre 2025 a las doce del día fue la presentación oficial, en una gran ventana televisiva: la del canal 10. La presentación se vio en todo Chiapas y más allá de estas fronteras limitadas. Luis Armando eligió a Diana Erika Cruz Jiménez y a Juan Carlos Gómez Aranda como presentadores del libro; tuvo moderador de lujo: Mario Escobar Gálvez, actual director del Sistema de Radio y Televisión de Chiapas. El programa puede verse en redes, el siglo XVI está a la mano del siglo XXI. ¡Cosas veredes!
¡Tzatz Comitán!
viernes, 28 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN INSTANTE
Querida Mariana: sorpresas te da la vida, dice la canción. Ayer abrí mi página del Facebook y hallé esta fotografía, me generó una grata sorpresa. Imagen tomada por el excelente Osiris Aquino. Imagen de impacto, por la belleza y fuerza de la toma y por el chubasco de años que cayeron como lluvia de confeti.
La vida me ha concedido el privilegio de conocer a grandes artistas de la lente, uno de ellos es mi admirado Osiris, quien anduvo un tiempo en Comitán. Lo recuerdo en la Casa de la Cultura, cuando María Elena Jiménez fue directora de dicho centro cultural.
Niña querida, vos sabés que mi memoria es más escasa que el número de vírgenes en el infierno, pero recuerdo una muestra de fotografía que Osiris impulsó en el andador frente al parque central, que estaba relacionada con la obra de Juan Rulfo (gran escritor y, como Osiris, también excelente fotógrafo). ¿Fue así? Tal vez sí, porque hay creadores que son tan grandes que no dudan en compartir su talento.
Osiris es grande entre los grandes, hizo favor de compartirme esta fotografía. ¿Mirás qué dije? Compartirme. Esta palabra puedo compartirla, pero también partirla, porque com-partirme fue una sensación inmediata, me partió, ya lo dije, por la fuerza de la imagen. Esta esencia sólo les está permitida a los artistas más sublimes.
Osiris dijo que la fotografía la tomó en el año de 2012. Es un instante de hace trece años. Estábamos en la cabina de radio IMER, y digo estábamos, porque mientras yo leo, en la mesa están Aracely Argüello, María Elena Jiménez, Mirtha Luz Pérez Robledo y el artista de la lente.
Ahora es común decir: tomame una foto, así como que no me doy cuenta. Acá leo y, por supuesto, nunca imaginé que Osiris hacía esta toma. Tengo en mis manos la novela “Balún Canán”, de Rosario Castellanos. Osiris, así se ve, se colocó en cuclillas para lograr que el libro estuviera en primer plano, ahí está también mi mano con un curita en el dedo. El curita tiene su explicación, me lo pongo por dos situaciones: servía como esos hilitos rojos que se coloca la gente para recordar algo y para protegerme de una ligera lesión. El curita cumplía su trabajo con eficiencia, me protegía y me ayudaba a decirme, al verlo, que debía recordar que Dios estaba conmigo, era una doble protección, física y espiritual. Pero la fuerza de la imagen la otorgó la genialidad de Osiris, nunca he visto en mí o en algún otro tal caudal de energía en un acto de lectura. No sé qué fragmento leía, pero al ver la fotografía ahora (en 2025) pienso que transmitía un párrafo intenso, con la intensidad que Rosario escribió.
Quiero pensar que alguien de la mesa me invitó a participar en el programa, tal vez lo hizo Malena, tal vez ella organizó una lectura de la obra de Rosario y también Mirtha leyó, porque en la mesa, aparte de esta novela está un libro gordo, coedición del Fondo de Cultura Económica y del Coneculta, cuando la admirada Marvin Arriaga era directora, donde está reunida toda su obra poética. Trece años antes del Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos, nosotros hicimos un reconocimiento a la grandeza de Rosario; así como ahora hago un reconocimiento al talento de Osiris, mientras agradezco su generosidad al tomar la fotografía y compartírmela trece años después.
Pienso que al momento de la toma ya pronuncié una palabra, el sonido vuela como navío en el aire, ya llegó al chunche llamado micrófono y se difundió en las ondas hertzianas, ya llegó a miles de hogares donde los hombres y las mujeres trabajan mientras escuchan la radio o conducen sus autos y se entretienen con las emisiones de Radio IMER o están sentados plácidamente en sus butacas y reciben la fuerza de las palabras o de la música transmitida. Trasmisión. Esta fotografía de Osiris transmite, sintetiza un egregio momento: ahí está Rosario, ahí está el lector, ahí la magia de la radio, de la comunicación, del acto de compartir.
Posdata: fui invitado y resulté honrado con la imagen que Osiris me envió. Trece años después, oh, gran maestro; lapso que se recuperó a la hora de recibir esta imagen, sirvió como asidero en el tiempo. Hemos vivido, hemos sembrado gajos de luz en memoria de Rosario, desde hace años. Que esta carta sirva para honrar el talento y el genio de Osiris. ¡Mirá el vendaval que produce su fotografía, es un caudal de energía atrapado para siempre! Cada vez que alguien vea la imagen recibirá este borbollón de luz, cascada sublime. Honra para el gran fotógrafo, por siempre.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 27 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO DE EMMANUEL
Querida Mariana: acá estamos Margarita Cancino Crocker, Emmanuel Grajales Clavel, Dora Patricia Espinosa Vázquez y yo. Estamos en la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez.
Roberto Carlos hizo favor de tomarnos la fotografía. Fue la tarde del domingo 23 de noviembre 2025.
Cuando nos sentamos, Paty dijo que los cuatro estábamos como niños buenos, con las manos sobre la mesa. ¿Qué indica esta posición? Espera. Algo sucederá. Y esa tarde de domingo sucedió un acto cultural. Emmanuel presentó su libro “El imaginario limítrofe”.
Margarita, quien es la directora de la casa museo nos recibió, siempre muy afectuosa, diligente.
Dora Patricia hizo comentarios al libro de Emmanuel y yo fungí como moderador.
Como dicen los clásicos, la asistencia del público fue selecta. Casi todos dijeron que fue por el día: domingo. En realidad (nosotros lo sabemos), la asistencia es escasa en este pueblo, cuando de actos culturales se trata. ¡No! No debo ser tan generoso con el término cultural, porque el pueblo asiste a los eventos musicales de banda, que también son culturales. Cuando se presentan los Tigres del Norte, del Sur, del Centro o de la Patagonia, no alcanza el espacio abierto para recibir a toda la fanaticada.
¿Ya viste qué dice la frase de tío Belis? “Si cada uno de los mexicanos hiciera lo que le corresponde, la patria estaría salvada”. Ese día (tratamos de hacerlo cada día), los cuatro protagonistas de este acto hicimos lo que nos correspondía. ¿Qué tanto salvamos a la patria? No lo sé, pero cada uno en su pequeña parcela sembró espigas de luz. Margarita nos recibió en pleno domingo, estuvo pendiente de cada una de nuestras palabras (ella dio el mensaje de bienvenida y luego nos entregó reconocimientos); Paty leyó un breve texto que preparó, donde hizo una síntesis del contenido del libro de Emmanuel; el autor fue pródigo en sus comentarios, porque, con sencillez y con gran capacidad, desbrozó sus intereses y la génesis de las crónicas que componen el libro “El imaginario limítrofe”. Estas crónicas dan constancia del pueblo donde vive: Tuxtla Gutiérrez. ¿Debí decir ciudad? Tal vez sí, porque es la capital del estado de Chiapas, pero Emmanuel nos entrega una mirada acuciosa de lo que no se ve a simple vista, tal vez lejos del glamur de la gran ciudad del sureste.
Un día después estuvo en Comitán el escritor cubano Leonardo Padura, en su intervención comentó que su obra tiene como entorno su país de origen y la ciudad donde nació: La Habana. Emmanuel habla de la ciudad donde vive, de los escalones y los pasamanos de la ciudad donde la gente sueña con subir.
Llegué a la cita justo a tiempo. Era domingo, no había en el parque central más que un bolero, como si fuera la fila de la compra de tortillas o la fila donde entregan los boletos para la actuación de Julión Álvarez, tomé mi lugar y esperé a que pasaran las otras personas que esperaban la boleada. Me tocó estar después de un compa con botas, pensé que ese tipo de calzado lleva más tiempo y más grasa y más de todo. Así fue, lo que los otros pagaron veinte pesos a este compa le costó treinta. Por fin pasé. Por favor, le dije al bolero, un trapazo de tres minutos porque el tiempo lo tengo colgado como corbata en el cuello. Trapazo de tres minutos, di los veinte pesos y llegué al lugar de la cita. En el patio central ya estaba Emmanuel, Margarita y Paty. Saludé. Soy Alejandro, le dije a Emmanuel y él de inmediato dijo: ya nos conocemos, estuve la vez que presentaste tu libro “Historia triste de un cuentahistorias”, en la Sala Carlos Fuentes, en la UNACH”. Recordé esa tarde donde, gracias a la intervención de dos queridos maestros que tuve en la facultad: Luciano Villarreal y Adolfo Altamira se llenó la sala de estudiantes, entre los cuales estuvo Emmanuel.
Posdata: el autor llegó cinco años después, a cumplir una cita que tenía pendiente con Comitán y con la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez. Llegó, vio y venció. Al final prometió que volverá para el año veinte veintiséis, traeré treinta ejemplares, dijo.
Emmanuel es un buen narrador, sus crónicas literarias contemporáneas le dan un aire fresco a los textos decimonónicos con que a veces nos topamos. Fue un gran gusto conocerlo físicamente. Me gusta el trabajo literario que impulsa.
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 26 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DEL DÍA QUE PADURA LLEGÓ A COMITÁN
Querida Mariana: ya dije que Leonardo Padura estuvo en Comitán; ya dije que jamás en la historia de este pueblo había llegado un escritor de tal envergadura (no sé si escribo esta palabra para que rime con Padura), bueno, lo que quiero decir es que la presencia de Leonardo fue un hecho histórico para este pueblo.
Debo decir, porque estuve cerca de él, que lo vi contento, que cuando se fue, sin duda, se llevó un buen sabor de boca. Él sintió el cariño que los comitecos y comitecas le prodigamos, desde la chica estudiante del CBTis 108 que hizo fila para alcanzar la firma en la novela “Adiós, Hemingway”, hasta el presidente municipal que le entregó un pergamino donde quedó de manifiesto que el Ayuntamiento comiteco, en nombre de nuestro pueblo, lo nombró Visitante Distinguido.
El cariño manifiesto hizo que se relajara, porque cuando llegó al pueblo bajó de la camioneta de la Benemérita UNACH, estaba medio resmolido (tanto tope). La Benemérita UNACH fue la institución que hizo el prodigio de la visita del famoso escritor; que nadie más se quiera colocar medallitas. La iniciativa fue directamente del rector Oswaldo Chacón Rojas. Yo, como ex alumno de la Benemérita UNACH me siento muy satisfecho porque mi Alma Mater haya traído a Leonardo. A Comitán ya le tocaba algo bueno, algo excepcional. La presencia de Leonardo Padura fue memorable.
Digo que se le quitó el inicial agotamiento, porque cuando lo saludé en un pasillo del Centro Cultural Rosario Castellanos y le pedí a él y a Lucía (su esposa) que me regalaran la foto de privilegio, ante mi pregunta de cómo se había sentido en Chiapas me dijo: “Los chiapanecos son de alto octanaje. Me dicen: vamos acá cerca y resulta que son dos horas de camino”. Pero él, que nunca había estado en Chiapas y menos en Comitán, disfrutó su estancia, digo yo. Lo vi contento cuando el presidente municipal le entregó el pergamino, Padura dio dos o tres pasos en el escenario y mostró el pergamino a la audiencia y en ese momento todos los asistentes aplaudieron con gran entusiasmo, con cariño, como refrendando lo que el documento consignaba. ¡Sí, Leonardo!, fuiste un visitante distinguido, le diste distinción a nuestro pueblo.
Mi compa Quique me dijo: estás chento. ¡Cómo no! Estuve muy cerca de Padura, tan cerca como lo mirás en esta foto, que tomé porque acá el mago hizo un prodigio con sus manos. Resulta que estaba a punto de leer fragmentos de su libro “Ir a La Habana”, ejemplar, por cierto, que es de Dora Patricia Espinosa y él aprovechó para leer (ese libro de Paty estuvo en las manos del gran autor literario. Pucha, que lo guarde adentro de un estuche especial). Digo que Padura se disponía a leer, tomó el micrófono y como si fuera su tocayo Leonardo Da Vinci, improvisó un mecanismo para que el micrófono no tuviera que sostenerlo entre las manos. Acá mirás lo que hizo: tomó el personificador de acrílico con su nombre y una botellita de agua, sus manos buscaron el equilibrio y logró, después de un intento, que el chunche quedara como acá lo mirás. Pero, ¡ah!, la pinche ley de gravedad hizo que minutos después, cuando ya leía el inicio de su novela, donde cuenta cómo surgió la idea de este libro, el chunche cayera. Nos echó la culpa a “los colegas” que estábamos en la mesa, yo, como desagravio, tomé el micrófono y le dije que leyera, que sostendría el aparatejo, pero en ese instante, como si fuera Supermán, llegó Guayito (experto en sonido) y colocó el micrófono en un pedestal de mesa. Padura dijo: “llegó el progreso” y continuó leyendo.
Estaba contento, leyó con agrado, exigió que hubiese silencio cuando apareció una mancha rumorosa y respondió con generosidad las preguntas que le hicieron al final.
Posdata: cuando todo terminó, Dora Patricia y yo nos despedimos porque teníamos un compromiso por cumplir. Qué pena, no aceptamos la invitación para acompañarlos a comer que nos hizo la poeta Rosy Vázquez, pero luego vi una foto donde, de nuevo, Padura está exultante, feliz. Sucede que fueron al restaurante 1813 y ahí lo trataron a cuerpo de rey, le explicaron la tradición comiteca de la reja de papel de china y, como si fuera su cumpleaños, le prepararon una especial. Él se puso detrás de la reja y la fue cortando, de arriba hacia abajo, cuando hubo un hueco suficiente sacó su carita y sonrió, luego terminó de romper la reja, pasó por encima de la puerta, abrió los brazos, recibió una lluvia de confeti y todos aplaudieron. Él estaba feliz, estaba en nuestra tierra, tierra amable, cuna de Rosario Castellanos, quien cumplió su centenario de nacimiento en este 2025, año glorioso en el que Leonardo Padura nos visitó.
¡Tzatz Comitán!
martes, 25 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON VISITANTE DISTINGUIDO
Querida Mariana: como lo dijimos, Leonardo Padura estuvo en Comitán. Llegó el 24 de noviembre de 2025, se presentó en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos. En esta fotografía (que robo del Centro Cultural Rosario Castellanos) estamos en la mesa de honor: Dora Patricia Espinosa, Leonardo Padura, tu amigo Alejandro y el poeta Ismael Vázquez. Ismael y yo hicimos breves comentarios en torno a la visita y el legado literario que significa la obra del escritor cubano; Paty moderó el acto, donde, al final, el presidente municipal de nuestro pueblo, Mario Antonio Guillén Domínguez (Señor Fox), en nombre de toda nuestra sociedad, le entregó a Padura un pergamino que reconoce a Leonardo De la Caridad Padura Fuentes como Visitante Distinguido. Ah, qué buena elección, qué bien quedó nuestra ciudad.
En nombre del rector de la Benemérita UNACH, institución que hizo el prodigio de la presencia del reconocido autor en Comitán, estuvo la secretaria general, Doctora María del Carmen Vázquez Velasco, quien dio un mensaje al cierre del acto, valorando la presencia de Padura.
Como siempre que intervengo en un acto te paso copia del textillo que leí, mi lectura la dediqué a la memoria de mi mamacita y de mi papacito, quienes siempre apoyaron mi decisión de coquetear con el arte, dicho coqueteo me ha permitido vivir emociones indecibles, como, por ejemplo, estar al lado de un gran escritor, reconocido en todo el mundo de habla hispana y otras lenguas. Va copia, querida mía:
Amamos a Cuba. Amamos ese país, porque es una isla con vocación de continente. Cuba tiene tanta energía que la irradia al mundo completo, que completa al mundo.
Amamos a Cuba. La aman quienes aman la música, quienes aman el ron, quienes aman la zafra, quienes aman a mulatas y mulatos, quienes aman la revolución y la contrarrevolución, quienes aman la medicina, quienes aman la vida en forma plena.
Los que amamos la literatura la amamos con todas sus letras, con todos sus requiebros lingüísticos, con todas sus nubes y sus mares.
Esta generación ama a Cuba por los libros de Leonardo Padura, el gran escritor cubano. Por esto, hoy es un día glorioso e histórico para Comitán. Jamás había pisado esta tierra de Rosario Castellanos un navío con tal despliegue de velas. Padura ha enriquecido la gran ceiba de la literatura en lengua castellana, hoy enriquece nuestra historia local.
Dije que Cuba es una isla con vocación de continente; Padura es un escritor que se resistió a ser isla, es un planeta interestelar.
Hoy Comitán se honra con su visita, está acá para platicar de su libro: “Ir a La Habana”. Padura nació en el barrio de Mantilla, en La Habana, el barrio está más o menos en la periferia, así que cuando la gente de Mantilla iba al centro decía: ir a La Habana. Este libro habla de eso, de sus experiencias vitales en la ciudad que nació y donde sigue viviendo. El libro nos lleva a recorrer sus plazas, su gente, sus atardeceres, sus calles, sus lugares amados, sus rincones favoritos, sus fortalezas y sus miserias. Padura ya cumplió setenta años de vida, pero sigue siendo el chico que se maravilla ante esa ciudad que huele a puro, a caña, a sueños de libertad.
Hoy nos toca ir a La Habana, guiados de la mano del excelso narrador Padura, el escritor que nos hace amar a Cuba, en forma exponencial.
Bienvenido, Leonardo. Todos los que acá estamos vinimos a escucharte, a disfrutar tu presencia. Gracias.
Posdata: se llenó la parte baja del auditorio. La directora del CBTis, mujer talentosa y con gran sensibilidad, envió a dos grupos para que tuvieran la oportunidad de conocer a Leonardo Padura, fueron partícipes de un acto histórico para nuestro pueblo. En un momento, Padura interrumpió su lectura, porque escuchó algún rumor en la sala, pidió orden. A partir de ahí todo fue miel sobre salvadillo. Al final, los chicos se emocionaron cuando Padura dio unos pasos al frente y mostró el pergamino que segundos antes le había entregado el presidente municipal; y luego, varios, hicieron fila para comprar libros y pasar a la firma con el autor; escuché a dos chicos preguntarle procesos de creación literaria a Padura y éste les respondió en forma generosa. Todo fue una gran fiesta. Sin duda que algunos chicos y chicas fueron tocados con la magia de la literatura y la presencia del gran escritor hará que sus vidas sean más plenas. Ah, ojalá más actos como éste en nuestro pueblo; ojalá más siembra de espigas de luz.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 24 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA VERDADERA MAESTRA
Querida Mariana: comparto tres diplomas, de muchos que recibió mi mamá. Si te das cuenta, el trato es de profesora; como siempre, el reconocimiento se queda corto ante la grandeza de las grandes. Mi mamá era una maestra.
Tuve un jefe a quien le decía maestro, él siempre me decía: “dime profesor, porque maestro sólo el grande, Jesús”. Va, pensé, tiene razón, no se merece el trato de maestro, es un simple profesor.
Mi madre sí lo merecía, las instituciones (acá lo ves) nunca le dieron ese trato. ¿Sabés quiénes sí la reconocían como tal? Las chicas que iban a su tienda y recibieron lecciones para hacer las puntadas iniciales.
No sé en qué momento mi mamá inició con su tienda de estambres, porque al principio vendió sombreros, como muchas de las integrantes de la familia Bermúdez, pero lo suyo lo suyo, no eran los sombreros, lo suyo era la creatividad. A pesar de que la enfermedad de artritis le jodió un poco los dedos (los tenía torcidos), ella fue una verdadera maestra del tejido. A finales de los años sesenta puso su tienda donde antes estuvo el negocio de la Casa Yanini. El edificio era de mi papá, así que cuando Don Vicente Yanini abandonó la venta de tocadiscos, refrigeradores y demás enseres domésticos, mi mamá le dijo a mi papá que pondría una tienda de estambres. Mi papá, quien siempre fue muy cariñoso con mi mamá, mandó a hacer estantes de madera y mostradores. Una buena mañana abrió su negocio y poco a poco la gente llegó a comprar sus estambres. Quienes sabían tejer compraban, pero hubo chicas adolescentes que querían aprender y al llegar a comprar estambres preguntaban si mi mamá podía enseñarles, mi mamá (quienes la conocieron darán cuenta de ello), siempre generosa, les enseñaba, sin cobrarles nada. Digamos que la ganancia estaba en la venta de los bollos de estambre. A veces, en las tardes, había más de tres o cuatro chicas, sentadas, con agujetas, siguiendo las indicaciones de mi mamá; pero no sólo chicas llegaban, también chicos. ¿Ellos tejían? No, se hacían amigos de mi mamá para que estuvieran cerca de las chicas. Mi mamá recordaba mucho a Pepe Gómez Aranda (que en paz descanse, bueno, que ambos descansen en paz) que no faltaba, ya tenía su silla apartada, platicaba con mi mamá y esperaba la llegada de las chicas. Nunca supe si logró pegar su chicle, pero la lucha le hacía.
Resulta que todas estas chicas sí la reconocieron con el título de maestra, a veces me topo con ellas y la recuerdan, dicen que mi mamá fue su maestra de tejido y yo me siento orgulloso.
Hasta la fecha me sigue pareciendo un misterio todo lo que muestra una revista de tejido, porque hay una fotografía en color de una chica que modela una prenda y luego aparecen diagramas que muestran los puntos. Ahora que escribo esta carta tengo en mi vista una página donde aparece la siguiente explicación: “Número de puntos al aire de la cadeneta base: 184 más 3 de subida”. Es un conocimiento que sólo entienden las grandes creadoras, mi mamá fue una de ellas.
Ahora que falleció (hace pocos días) mi Paty abrió unas gavetas, me enseñó unas piezas tejidas y dijo: “Ya no las terminó”. Bueno, la vida no es más que esa definición, todo queda pendiente en la vida, porque la vida no alcanza para más. Mi mamá hizo mucho y todo lo hizo bien. Ella se tejía sus chalecos, suéteres y sacos. A mí, en la adolescencia me tejía suéteres y yo (cosa rara, porque los jóvenes somos bobos) me sentía orgulloso de eso, sabía que en ningún otro lugar había una prenda similar. En los años setenta ella me tejía pecheras, que las pasaba por la cabeza e iban debajo de la camisa y sobresalían en el cuello, el corte de cuello de tortuga estaba de moda, así que yo estaba in y calientito, porque siempre he sido muy friolento.
Cuando la autoridad decidió tirar la manzana (ahora llamada de la discordia) desapareció el edificio donde estaba la tienda de mi mamá. Con la poca paga que les dieron por la propiedad (como siempre resulta, los cercanos a los gobernantes recibieron mejores indemnizaciones) mi mamá y mi papá compraron un local en el Pasaje Morales y ahí siguió mi mamá con su negocio, era un espacio más pequeño, pero siempre lleno de luz, siempre lleno de personas, llegaban a comprar y se quedaban a chismear. Ah, era muy alegre. Yo llegaba frecuentemente, porque me gustaba pararme en la puerta y ver el movimiento de gente que se daba en el pasaje. Bien puesto el nombre, era un pasaje con toda la belleza de esos espacios, llenos de vida.
Hoy ya no hay manzana de la discordia, el pasaje ya no tiene la vida que tuvo antes, y la maestra del tejido comiteco ya no existe. Todo es una lección de vida: siempre hay acciones que se quedan pendientes.
Posdata: Te paso copia de algunos reconocimientos que mi mamacita recibió por parte de los directivos del Geriátrico. Ella impartía cursos de verano. ¿Ganaba paga? Por supuesto que no. Ella siempre dio en forma generosa, cuando menos tuvo dio más.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 23 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON IMÁGENES SUBLIMES
Querida Mariana: mi amigo Víctor González me envió esta fotografía. Fue tomada, más o menos, a principios de los setenta, porque Víctor estudiaba en la ETI. Es una imagen sensacional. Víctor se motivó cuando vio la foto que te compartí, donde estoy al lado de Florecita Pérez Velasco, en un ensayo, en el teatro de la Casa de la Cultura. La envió como para decir que muchos le hicimos a la “teatrada”, que jugamos en el escenario, que disfrutamos ser actores; también, entiendo, lo hizo para compartir un momento excepcional de aquella maravillosa edad, porque si mirás bien, encontrarás elementos que dan una idea de cómo era nuestro pueblo en aquellos años. Comitán era, todavía, un pueblo afectuoso, sencillo. Y digo sencillo, porque ves que la obra teatral se representó en plena calle, ahí se montó un templete y los actores y actrices actuaron, mientras los espectadores estaban muy cerca del escenario, algunos sentados, la mayoría de pie. Esto fue como una extensión de las pequeñas obras que se montaban en los sitios de las casas, donde, de igual manera, se improvisaba un templete, se colocaba un lazo con una tela que un niño jalaba a la hora de que se daba la ¡tercera llamada, comenzamos!
Tal vez debo decir que los pilares de madera que se ven al fondo eran los del portal poniente, frente al íntimo parque central; es decir, la gente que presencia el acto está en ese corredor, que estaba, como hasta la fecha, por encima del nivel de calle. ¿Ya adivinaste dónde es el lugar? Si ahora nos pusiéramos en el lugar que estuvo el fotógrafo veríamos los cafés y restaurantes que están en el andador. Donde las autoridades y alumnos de la ETI colocaron el templete, ahora hay sombrillas, mesas y sillas donde la gente llega a tomar un café, un refresco o a desayunar.
Esta fotografía que envió Víctor demuestra que en ese tiempo bastaba echarle ganas a la vida para hacer cosas sorprendentes, montaron el escenario y luego improvisaron una escenografía mínima que ambientó la obra teatral. Bastaron unas sillas, una mesa, una jarra y dos vasos de cristal, de esos en los que bebíamos el agua de temperante. En los años setenta, la moda para los chicos era el cabello largo, Víctor tiene una buena mata de cabello; un chaleco y, ¡obviamente!, el pantalón acampanado. El actor y la actriz tienen micrófonos para que el diálogo se lograra escuchar, Víctor debió hacer movimientos mínimos, la chica, en cambio, tuvo mayor libertad para moverse, porque tiene el micrófono en la mano (no mucho, porque el cable debió ser más o menos corto). Víctor me dijo que no recuerda el nombre de su compañera, que ella no era de Comitán, que llegó de Motozintla y luego abandonó el pueblo, pero acá está su imagen infinita en el pueblo infinito.
Toda la audiencia está atenta, hay una mamá que carga a su criatura que tiene un gorrito tejido, para que el frío le haga lo que el viento a Juárez.
Aparte de lo que he mencionado agregaré un dato que ilumina mi memoria y mi corazón: si ves con atención, en la pared aparece escrito un apellido: Martínez, con una A mayúscula, como si fuera capitular, porque tiene su garigoleo simpático. Si me permitís hago un ejercicio de imaginación y completo la palabra que antecedía al apellido, tal vez decía Lonchería Martínez, ¡sí!, era el local de Tío Jul, que estuvo en ese local durante muchos años. Recordá que te he contado que mi casa de infancia estaba a media cuadra del parque y que los sábados (tal vez viernes, no lo sé) íbamos con mi mamá a comprar los únicos, excelentes, riquísimos, jamás repetidos, tamales de azafrán que tío Jul y Doña Cari ofrecían. A veces, también, comprábamos los tradicionales panes compuestos, las tortas, las chalupas, los tacos (que ahora se llaman estilo tío Jul) y las butifarras. Ah, qué tiempos, señor Don Simón de las verduras y del chicharrón.
Pero la tarde de la obra el portal dejó de ser el corredor donde caminábamos a diario y se volvió como luneta, más bien gayola, de un teatro al aire libre, maravilloso lugar de encuentro con lo artístico, porque, vos lo sabés, el pueblo ha sido pródigo en hijos e hijas cultivadores del arte. Acá una muestra de una obra de teatro, como si hubiesen sido continuadores de los cómicos de la legua, que se dio durante el Renacimiento, donde la calle servía como el gran teatro para representar obras teatrales. Vi la foto y agradecí a Víctor que la hubiera compartido, como siempre pedí permiso para enviártela a vos, porque sé que esto alimenta tu alma y tu mente, sé que de acá pepenás esencias que luego volcás en tus argumentos cinematográficos. Ah, hay tanta historia en nuestro pueblo, todavía está por escribirse toda la grandeza de Comitán.
Posdata: esta foto habla de los años setenta, del principio de esa década; ya tiene mucho aire que consumió este globo, ya ha volado varias veces. Ahora, los herederos de la tradición de tío Jul y de Doña Caritina siguen dándole vuelo al buen gusto; ahora tienen su local casi al lado del templo de Guadalupe. Ahí está el mero sabor que los fundadores iniciaron. El mero hueso de tío Jul está en ese local, en ningún otro lugar. ¿Taquitos estilo tío Jul? Hay muchos negocios que así lo mencionan, pero el sabor único está en el local del barrio de Guadalupe. No me hagás caso, pero siempre relaciono lo que veo con mi persona. Dije que viví casi a una cuadra del local donde, en los años sesenta y setenta, estuvo la lonchería Martínez y ahora, qué bendición, vivo a una cuadra del local donde está
Tío Jul. Estamos ligados en historias, las historias geniales de este pueblo maravilloso.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 22 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN TESTIMONIO
Querida Mariana: los estudiantes de la Universidad Mariano N. Ruiz realizan un interesante trabajo de redacción, eligen a un personaje de la comunidad y, a través de una entrevista, obtienen un testimonio de vida. El lema de dicho proyecto es: “Cada historia de vida es una pieza del rompecabezas de nuestra historia”. En febrero de 2016, el estudiante Gustavo de Jesús Gordillo Gutiérrez (hoy ya licenciado en Trabajo Social) entrevistó a José Guillermo Bermúdez Domínguez, quien fue su maestro de primaria.
Mirá cómo terminó el testimonio, con la voz de Memo (como le decían sus amigos): “Cuando me pongo a platicar no me alcanza el tiempo, porque después de un recuerdo viene otro y luego otro. Agradezco a la vida y a Dios por estar contando el cuento todavía”. Memo contó el cuento, nació en 1957 y falleció en 2025, antes compartió instantes de vida, gracias al trabajo que realizó Gustavo, quien manifestó cariño y agradecimiento por el conocimiento recibido en temprana edad.
Memo contó el cuento en el testimonio que tuvo como título: “La bendición de la Hierbabuena”, bonito título, que se desprendió del árbol familiar, porque su abuelo Guillermo Bermúdez, originario de San Cristóbal, pero avecindado en Comitán, casado con Juanita Bermúdez, ella sí mera comiteca, tuvo un rancho (finca) que se llama Hierbabuena, que está al lado de la carretera que va de Comitán a Teopisca.
Memo estudió en el kínder Francisco Sarabia, en una casa que está en el barrio de San José; luego estudió dos años en la federal Belisario Domínguez (donde ahora está el Museo Arqueológico); al cursar el tercer grado ya pasó a la Matías de Córdova (en una casa a media cuadra del templo de Jesusito), el cuarto grado le tocó en el nuevo edificio (que fue inaugurado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, en 1968). Pero, fijate, contó un dato interesante: “a la escuela le encontraron un detalle constructivo y nos llevaron al edificio de la Belisario Domínguez, en la Cruz Grande, en el turno de la tarde, mientras arreglaban la escuela, ahí nos atendieron casi un año, después la entregaron ya detallada, con los arreglos que le tuvieron que hacer y ya terminé ahí mi educación primaria”.
¿Mirás? Al nuevo edificio le encontraron fallas, así que los niños de la Matías recibieron clases por las tardes en un edificio prestado, la escuela en el barrio de La Cruz Grande. Los chicos y chicas de esa generación deberán recordar estos momentos. No iban a clases en las mañanas, como siempre lo habían hecho, iban en las tardes, ya salían a la hora que comenzaba a oscurecer. Ah, Memo fue de los niños que sufrió bullying, así lo contó: “…un compañero me reclamaba que le había derramado un frasquito de Resistol y lo cobraba quitándome a diario mi gasto o la fruta que me ponía mi madre, llegó a tal grado que me acosaba en la esquina de mi casa. Una mañana me mandaron a comprar las tortillas y ahí estaba él y me dijo que si no le llevaba cinco pesos me iba a matar y llegó con una navaja, me dio mucho miedo; a mi mamá no le decía del problema por el temor de las sentencias que me hacía ese compañero. Mi mamá no sabía del problema, me llevó casi a rastras a la escuela y allá sí tuve que decir la verdad y me costó mucho superar esa situación (…) cuando fui profesor siempre tenía cuidado en decirles a los niños y a los padres de familia que checaran esos detalles para evitar problemas”.
Los malvados nunca faltan, son abusivos, debería haber en el código universal una sanción ejemplar, para que vayan a joder a sus meretrices progenitoras, como diría el maestro Bernardo.
En el testimonio, Memo cuenta muchos detalles de su vida profesional y familiar. Contó de la casa de sus abuelos paternos, tío Memito y tía Juanita, donde había un par de albercas; contó que el 24 de junio era el día de cumpleaños de su abuelita Juanita y llegaban más de cien nietos y bisnietos (la Bermudiza): “en las aglomeraciones de los primos en varias ocasiones alguno de ellos, sin querer, fue empujado y cayó al agua. Los que caían eran rescatados por los más grandecitos; las tías los desvestían, les frotaban alcohol, los envolvían en una sábana y los “llamaban” (era un secreto de antaño para curarlos del espanto y no se “azariaran”). En la parte de atrás del sitio los primos más grandes hacían funciones de box, poniendo a boxear a los más chiquitos según su tamaño y siempre acabó en tragedia, a alguno le sacaban mole (sangre) y salía llorando a quejarse con la abuelita y era cosa de nunca acabar”.
Posdata: qué bonita iniciativa del Colegio Mariano N. Ruiz, donde sus alumnos entrevistaban a personajes y entregaban un testimonio de vida. Memo contó muchos recuerdos, te paso algo de lo que compartió.
Mi amado Gutmita dice que Memo estuvo un año en el seminario de San Cristóbal, pero ese año bastó para que se ganara el corazón de todos los seminaristas, porque era un chico muy sano, noble, sin malicia.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 21 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON MÍTICO PARQUE
Querida Mariana: acá está una postal con el parque de La Pila. Hay muchas transformaciones. Es que esta fotografía debe ser más o menos de los años setenta del siglo pasado, digo esto, porque en 1977 fue filmada la película “Balún Canán”, basada en la novela de nuestra amada escritora comiteca, al principio de la cinta aparece este parque, un grupo de carretas pasa en la calle que había entre la escalinata del templo y la ceiba (acá se ve a un viejo con bastón que camina por ahí). La imagen es muy bella, porque da cuenta de la placidez del lugar en ese tiempo. Al lado de la entrada hay un hombre sentado que recibe el sol. Ni siquiera lo insinúo, pero parecería un mendigo con un chuchito al lado, esperando que llegue una persona y antes de subir la escalinata y postrarse ante la imagen de Tata Lampo se conduela y le dé una moneda, para unas tortillas. ¿Ya viste que al fondo hay un tablero de básquetbol? Qué prodigio, igual que en el parque de Guadalupe, en el parque de La Pila había una cancha donde los vecinos echaban la cascarita. En las paredes se aprecian dos enormes letreros de bebidas, uno es de la Cerveza Corona y el otro del refresco Pepsi. El templo estaba pintado de blanco y las bancas del parque eran de granito rojo, con travesaños de madera. Por ahí, en la sombra, se ve a dos personas sentadas, mientras una mujer camina frente a la ceiba. Todo es armonioso, mirá cómo este rasgo de belleza se refleja en los tejados del templo que hacen juego con el de las casas circundantes. No sé cómo se vería una fotografía semejante en este tiempo. Bueno, no hay que echarle mucha imaginación, basta con saber que la calle ya no existe, tampoco las bancas ni las lámparas que acá se ven, tampoco el kiosco, ahora hay otro y la ceiba está rodeada por una rotonda, donde hay una placa que señala la edad aproximada del árbol. El pueblo ha sufrido muchas transformaciones, pocas han sido afortunadas, las autoridades han hecho su real gusto que, a veces, demuestra que tenían muy mal gusto, carente de sentido estético y, sobre todo, de beneficio comunitario. No sé qué pensás ahora, al ver esta imagen, pero yo digo que la cancha permitía la convivencia entre los chicos que ahí jugaban. Recordá que hay una imagen negativa del barrio de La Pila, porque sin importar la riqueza histórica que lo marca como el origen de nuestra ciudad, aún perdura la imagen que era un barrio de gente bragada donde había muchas cantinas y putas. La cancha permitía la sana convivencia (digo, aunque tal vez al final del encuentro algunos jugadores tomaban la cerveza Corona, haciéndole caso al anuncio y llevando la convivencia más allá del sitio deportivo). Ahora no hay tu cancha. Lo mismo sucedió en el parque de Guadalupe, eliminaron la cancha de básquetbol, la cambiaron por una pista de patinaje que nunca fue usada y luego construyeron lo que llamaron parque de la marimba, con una estructura de cemento que parodia una marimba, digo que parodia porque es una estructura sin mucho sentido estético, fría, ajena. Dicho espacio no ha servido para gran cosa, de vez en vez es usada, estaba mejor la cancha.
A Rosario Castellanos no le gustaba el templo de Tata Lampo, a pesar de ser el recinto donde está la imagen del santo más consentido del pueblo. En una carta que le mandó a su novio Ricardo le dijo que “así se llama el santo”, con sentido irónico, como diciendo: aunque no lo creás existe el nombre de Caralampio.
No sé vos qué pensás, pero a mí el parque de La Pila se me hace uno de los más fieritos del pueblo. Me gusta el central (a pesar de que ya no es el parque íntimo que viví de niño y que ahora sufre una serie de transformaciones temporales que lo convierten en un mercado sucio, maloliente); me gusta el de San Sebastián (aunque muchas personas se quejan de que el piso está levantado y los árboles viejitos pueden caerse en cualquier momento); me gusta el parque de Guadalupe, que está en mi barrio, aunque también su piso está todo levantado, jodidito. Ahora que escribo esto, pienso que estos espacios necesitarían más seguridad, en San Sebas y en los otros dos parques he visto un vigilante, pero en las noches se convierten en bocas de lobo, es un riesgo atreverse a caminar por ahí. Recuerdo que en una ocasión caminé en San Cristóbal en la noche y había patrullas con torretas haciendo recorridos frecuentes, esto me dio sensación de seguridad. ¿Acá en el pueblo?
Posdata: vi esta postal (la encontré en un archivo olvidado) y sentí una emoción de aire fresco. Ah, nuestro pueblo, en los años setenta ¡era prodigioso todavía! Deberíamos iniciar una campaña ciudadana para ir recuperando nuestros espacios volviéndolos dignos. Es pues nuestra casa común, ¿por qué permitimos que se denigre?
¡Tzatz Comitán!
jueves, 20 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON FESTEJO
Querida Mariana: el 19 de noviembre 2025 hubo un gran guateque. El Teatro de la Ciudad fue escenario para una gran celebración: veinte años de la Escuela Preparatoria Comitán Vespertina. Ah, se dice fácil, se escribe fácil, pero si se hace una pausa, se cierran los ojos, se advierte el prodigio. Una tarde, hace veinte años, un grupo de chicas y de chicos acudieron a la prepa vespertina, para inaugurar ese turno. El director, Maestro Luis Antonio Aguilar Macías, me dijo que el turno vespertino ya se acerca al número de grupos que hay en la mañana. La prepa vespertina inició con dos grupos, hoy atiende a 19 grupos. ¿Sabías que el maestro Luis es director en ambos turnos?
Una chica de primer grado me dijo que entran a las dos diez de la tarde y los días lunes y martes salen a las siete con veinte minutos; de miércoles a viernes salen a las seis con cuarenta. Ella me dijo que muchos papás y mamás acuden a la hora de salida, pero los demás estudiantes caminan en plebe y suben a las combis, se protegen entre ellos.
Le pregunté a una chica de primer grado por qué estudia en la tarde, su respuesta me hizo reír: “porque no me gusta levantarme temprano”. Parece que la estrategia no le funcionó, porque dice que ahora, al salir de la escuela y llegar a su casa hace tareas, cena, duerme y al día siguiente se levanta temprano para concluir trabajos pendientes. Otro chico dijo que no pasó el examen en el turno matutino y debió inscribirse en el turno de la tarde. Todos los alumnos con quienes platiqué me dijeron que se sienten orgullosos de su escuela y acudieron al teatro, con gusto, para el festejo del cumpleaños veinte de la institución.
La celebración fue durante tres días, donde hubo actos culturales, encuentros deportivos y sociales. No todos los días se celebra una fecha tan simbólica.
A la hora que el director dio su mensaje, hizo un recuento de quienes han estado al frente de la Preparatoria Vespertina en este lapso. En 2005 estuvo como director, un ratito, Juan Manuel González Tovar, el famoso Puma, quien sobresalió en las gestiones de la fundación; luego Rafael Sosa Altamira; Luis Enrique García Culebro; le siguió Paquito Molina Argueta; Wilbert Argüello García; en tiempo de covid: Víctor Manuel Moraga Altuzar; le tocó otro ratito a Wilbert; y actualmente Luis Antonio.
Viví el entusiasmo de los estudiantes, que llenaron la planta baja del teatro y ocuparon buena parte de arriba, que es el espacio donde me gusta sentarme. Ahí platiqué con varios estudiantes, sobre todo, con cuatro de ellos, quienes aparecen en esta fotografía histórica, porque fueron unos de las decenas y decenas de chicos y chicas que estuvieron en el gran festejo del vigésimo aniversario de la Preparatoria Comitán Vespertina. Mis amigos son: Marvin Geovani Salas Hernández, Ian Santiago Espinosa Aguilar, Leonardo Arturo Flores Demeza y Jasuby Samai Hernández Roblero.
En la mesa de honor estuvieron destacadas personalidades del sector educativo y hermanos y viudas de distinguidos ex directores fallecidos, quienes recibieron medallas de manos del director actual.
Posdata: como tenía otro compromiso debí salir, me perdí los actos artísticos, donde participaron alumnos e integrantes de la comunidad escolar.
Les deseo muchas felicidades, forman una gran institución.
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 19 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA PLÁTICA MARAVILLOSA
Querida Mariana: las autoridades del Colegio Mariano N. Ruiz invitaron al arquitecto José Alberto Gómez Conde para un conversatorio. El arquitecto Gómez Conde, que tiene un doctorado en su especialidad, aceptó.
Debo decir que el antecedente es que él es distinguido ex alumno del colegio, estudió ahí la educación primaria y la secundaria.
José Alberto llegó a las nueve en punto del 13 de noviembre 2025, al plantel de Los Sabinos, ahí ya lo esperaban estudiantes de secundaria y de bachillerato, el maestro Paulo César Sánchez (quien conversó con él) Dora Patricia Espinosa (encargada de la transmisión en vivo en la página de Arenilla) y el Maestro José Hugo Campos Guillén, director general de la institución, quien fue el encargado de darle la bienvenida.
La plática consistió en cinco preguntas anotadas en papelitos, que al azar Paulo sacó de una pecera. El arquitecto José Alberto dijo sentirse bien, al regresar al colegio donde hizo tantas amistades y vivió momentos intensos. El maestro Paulo le preguntó: ¿qué valores recibiste en tu educación inicial? El entrevistado habló del humanismo y de la ética. El arquitecto dijo: “antes de hablar de los valores que me dieron los maestros, debo hablar de los valores que me dieron mis compas, mis cuates, mi tribu (…) ellos me ayudaban a hacer tareas, me ayudaban a entender cosas que los maestros no explicaban”, y abundó, dirigiéndose ya en forma directa a la audiencia: “ustedes tienen una gran ventaja como amigos, acuérpense de sus amigos, ahí hay muchos valores intrínsecos. Siéntanse como un equipo de fútbol, por eso yo tendría que hablar de esos valores que se generan en una comunidad, los amigos comparten valores…”
La plática giró en torno a sus recuerdos, a su forma de recibir las enseñanzas, de vivir esa época, manifestó que en días pasados se reunió con muchos compañeros de generación del colegio, para reencontrarse, para seguirse viendo como ese equipo que formaron en años distantes.
Les dijo a los alumnos que una mañana había estado como ellos, sentado, escuchando alguna clase o plática; compartió sus experiencias profesionales, les dijo que Comitán es un pequeño núcleo social, alejado de las grandes urbes, pero él (con modestia, sólo reconociendo el valor del esfuerzo) ha impartido conferencias en muchas partes de Latinoamérica e hizo una invitación especial a los chicos y chicas de bachillerato, que tienen el deseo de estudiar arquitectura, a platicar con él al término de la charla, ¡así sucedió! Al final tres chicos y una chica se acercaron a platicar con él y el doctor les compartió emociones por la profesión, sin duda que la audiencia en general se llevó elementos de análisis y de reflexión, pero los chicos del final lograron pepenar esencias sublimes, porque cuando alguien te motiva y te inspira se agradece.
Posdata: la charla fluyó bien bonito, los estudiantes estuvieron atentos (labor compleja, no cualquiera lo logra). Al final, el Maestro José Hugo Campos Guillén, en nombre de la comunidad escolar, le impuso la medalla conmemorativa.
José Alberto volvió a la escuela donde recibió su educación inicial, dijo que él siempre se ha sorprendido de ese enorme acto donde un maestro enseña a leer y a escribir a un niño de escasos cinco años de edad. Recordé que Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, repetía una y otra vez en las entrevistas que concedía, que el momento más importante de su vida fue aprender a leer a los cinco años de edad, porque la lectura le permitió apropiarse del mundo. José Alberto dio herramientas para que, si lo desean, estos chicos y chicas del colegio se apropien del mundo, en la rama vocacional que elijan.
¡Tzatz Comitán!
martes, 18 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON EL PARQUE INDEPENDENCIA
Querida Mariana: acá está el parque de Guadalupe. Existe una placa que dice que este parque Independencia (que es su nombre oficial y que nadie lo usa) se construyó en 1964, al fondo había una cancha, donde los chicos del barrio jugaban pelota. Recuerdo que en forma frecuente el balón llegaba hasta la calle y como ahí hay una bajada, no te cuento lo que ocurría.
¿De qué año es esta fotografía? No lo sé. Si vemos la fecha de construcción podemos decir que aún corresponde a los años sesenta de Comitán. En 2025, el parque está muy cambiado, ahora tiene unos grandes árboles, árboles que han crecido al paso del tiempo. Si ves con atención verás que acá hay dos “kioscos”, con techo plano y en medio de las dos estructuras una alberquita (espejo de agua), que ya no existen. En algún momento se retiraron las estructuras, el espejo de agua y se construyó en el centro del espacio un kiosco con barandas. Te suplico que mirés el piso con losetas, de esas que se construían en Comitán, bellísimas y duraderas. El piso era plano, si ahora vas encontrarás un piso levantado (me explican que es porque las raíces de los árboles ahí plantados se extienden y hacen travesuras). Por una u otra razón, digo que los urbanistas han fallado, nuestros arquitectos y constructores no han atinado, me apena. En las mañanas, varias personas mayores dan vueltas en el parque, para mantenerse en movimiento, no logran caminar con tranquilidad. Vos sabés lo que significa tropezar con un saliente, la columna se mueve como árbol en tormenta. Qué pena. En el año de esta fotografía todos caminaban con alegría.
En los años sesenta el clima seguía siendo templado, el sol no era el monstruo quemante de piel que es hoy, por eso, uno se podía sentar con agrado en estas bancas de granito.
En el lado izquierdo se aprecia cómo una de las casas que ahora existen está en construcción.
Ahora vivo en el barrio de Guadalupe, es mi barrio. Sabés que viví en el centro hasta los ocho años de edad, luego ya vivimos en la casa que mi mamá y mi papá mandaron a construir con el maestro Guillermo, sensacional maestro de obras, en esa casa vivieron mis hijos siendo niños y adolescentes hasta que la vendimos en 1999 y fuimos a vivir a Puebla. Te cuento esto porque, en el lado derecho, junto a la parte trasera del templo, hay un terreno con una barda, columnas y una entrada, ese terreno era de mi papá. No sé cuándo lo compró, pero él mandó a construir el frente, en ocasiones llegábamos a cortar limones, pero así como nosotros podíamos entrar, lo podía hacer cualquier persona. Un día, mi tío Fernando Zepeda conoció el terreno y cuando ya estaban en la casa, tomando unos tragos, mi tío le dijo a mi papá que le vendiera el terreno. Sí, dijo mi papá, y cerraron el trato con otro trago. Mi mamá se enteró al día siguiente y le dijo a mi papá que se había equivocado en su decisión, ¿podía echarse para atrás? ¡Jamás!, dijo mi papá, ya di mi palabra y un día recibió la paga y formalizaron la compra venta en una notaría. Mi papá siempre decía: “si te compran ¡vende!” y él aplicaba esa fórmula en su vida. Vendió el terreno, ya luego mi tío lo vendió con el doctor Rovelo, porque a éste le interesaba ya que colindaba con su casa (actualmente en la casa del doctor Rovelo funciona una escuela que tiene dos accesos, el principal está al lado de la entrada del templo de la virgen de Guadalupe, y el otro (una puerta modesta) está frente al parque. He visto cómo papás y mamás llevan a sus criaturitas de la mano, caminan por el parque y se despiden en esa entrada. La vida da muchas vueltas, los espacios cambian de dueños y de vocaciones. La casa donde crecí de niño ahora es un estacionamiento público (en menos que canta un gallo -el gallo que me perseguía en el sitio queriendo picotearme- derruyeron la casa y la convirtieron en una gran plancha de cemento. Por fortuna, antes de que esto pasara fuimos con Dora Patricia Espinosa y ella hizo favor de grabarme en cada espacio de la casa, donde fui haciendo un recuento de mis recuerdos de niño).
Posdata: esta fotografía es una de esas postales que vendían para que los amigos enviaran como recuerdo, para que conocieran un pedacito del pueblo comiteco. Cuando el fotógrafo la tomó era un poco después del mediodía y sólo hay una mujer sentada en una banca, es la única presencia viviente, una presencia que, por decir lo menos, sorprende, porque la mujer lleva un turbante que no era común en Comitán, más que una mujer indígena me da la impresión de estar frente a una mujer del África o de Cuba, porque (no me hagás caso) la veo con un tono de piel más que moreno. Deliro, no me hagás caso.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 17 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, DESDE LA TIERRA DE LOS CARAMELOS
Querida Mariana: en la fotografía está mi admirada Maestra Rocío Gordillo Villar. La Maestra es la presidenta del DIF Municipal de La Trinitaria. Ella tiene un carácter que ayuda a su labor, porque como le dije a la licenciada Galia Ovalle Esquivel, quien es la presidenta del DIF municipal de La Independencia, el DIF es el rostro bonito de los ayuntamientos, pero ellas, Galia y Rocío, realizan una labor tan noble, tan llena de cariño, que a ese rostro bonito le agregan lianas de luz, luz que reconforta. Ellas (todas las presidentas del DIF) llegan al cargo por ser parejas de quien, en las elecciones, obtuvo la presidencia municipal constitucional, pero hay casos (como los que menciono, de Galia y de Rocío) que se entregan con tal pasión, porque saben que su presencia puede hacer la diferencia en el plano familiar. ¡Hay tantas carencias en el mundo! Un poco de humanismo ayuda a mitigar esos pecios que han quedado del naufragio de nuestra historia. Rocío hace una labor exquisita en La Trinitaria, uno de los más bellos municipios de esta zona.
¿Sabés cómo recibió la Maestra Rocío a sus compañeras presidentas del DIF en la sexta reunión, cuya sede fue La Trinitaria, en el mes de noviembre 2025? Ella pasó al podio y, así como la ves, digna, sobria, hermosa, inteligente, recibió a las compañeras diciéndoles que estaban en la Tierra de Los Caramelos. Con eso definió el carácter dulce de ese glorioso pueblo, tierra de grandes intelectuales, como Flavio Guillén, Guillermo y Benito Vera Guerrero, María Trinidad Pulido, Policronio Figueroa, Francisco Javier Santiago (gran cronista gráfico del pueblo), Antonio Vera y Fedro Guillén (quien fue amigo de nuestra pichita amada, Rosario Castellanos). Ah, la tierra de los caramelos, tierra pródiga. Siempre que voy a La Trinitaria disfruto su aire, que, en efecto, tiene un aroma a miel, a abeja trabajadora, con el mismo signo que lo hace la Maestra Rocío; tierra de la Santísima Trinidad. Mi mamá fue amorosa hija del Padre Eterno. Hasta antes de la pandemia ella me pedía que la llevara al templo de La Trinitaria el día uno de enero, era su manera de alimentar su espíritu, de pedir porque el año fuera benigno. El Padre Eterno siempre le hizo caso, le cumplió su deseo, por eso digo que esa tierra es bendecida, porque tiene como santo protector nada menos que al Padre Eterno, en su nombre está inscrita la grandeza.
La Maestra Rocío trabaja con ahínco, con tesón. He sido testigo de su amor compartido, de su inmenso abrazo. En su mensaje de bienvenida, la mañana del 13 de noviembre 2025 dijo “nuestro compromiso es con las familias de Chiapas y la sociedad de nuestra región”. Sé que ese compromiso ella lo ha asumido en forma plena, total, dando su tiempo en forma generosa.
Las presidentas de los DIF de la región estuvieron presentes en un desayuno que ofreció la Maestra Rocío, acompañada siempre por su esposo el profe Denis Solís Alvarado, presidente municipal constitucional de La Trinitaria. Comitán estuvo presente, asimismo los municipios de Tzimol, Maravilla Tenejapa, La Independencia, Las Rosas, Las Margaritas y el anfitrión Trinitaria.
Querida mía, tuve la oportunidad de saludar a mi pariente Lucía Ortiz, quien es la coordinadora de las delegaciones regionales y también hace un espléndido trabajo.
Quedó de manifiesto el lema “Caminando con humanismo transformamos vidas”. Labor difícil, compleja, en una región de Chiapas tan necesitada de apoyos por los rezagos históricos existentes, pero por ellas no queda, hacen lo posible y más de lo posible para paliar males ancestrales. Le pido a Dios le dé mucha fortaleza a mi admirada Maestra Rocío, para que, día a día, continue con esa espléndida labor de ayudar a la gente más vulnerable de su municipio.
Posdata: en cuanto nos retiramos con Dora Patricia Espinosa, pasamos (como siempre lo hacemos) a comprar dulces en la tradicional tienda que está media cuadra antes de llegar al parque. Vi las tiras de caramelos y pedimos tres (eran las últimas, tenían pasitas en el interior). Regresamos a Comitán contentos, disfrutando la miel recibida en la dulce La Trinitaria.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 16 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON LA NOTICIA DEL AÑO
Querida Mariana: se aproxima un festejo para el espíritu. Leonardo Padura estará en Comitán. Sí, leíste bien, el gran autor literario, reconocido por todo el mundo, por la calidad de su obra literaria estará en la tierra de los cositías, tierra generosa y esperanzadora.
En el año donde celebramos el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos, la gran noticia, la más suprema, es la llegada del cubano Padura.
Vos sabés que al pueblo llegan muchos visitantes ilustres, llegan personas de todo el mundo, cada visita es importante, en algún momento decidió que el viaje incluiría a Comitán y esto lo celebramos, porque se dan intercambios culturales. Pero, vos también sabés, hay personas que son famosas en el mundo y cuando llegan a este pueblo hay una manifestación especial.
Algunos importantes han llegado al pueblo casi en forma anónima, otros llegan precedidos por una bandera noticiosa, es el caso de Leonardo Padura. La Benemérita Universidad Autónoma de Chiapas, gracias a una iniciativa del rector Oswaldo Chacón Rojas, trae a Chiapas al destacado escritor cubano, nacido en La Habana. Y la noticia espléndida es que no sólo estará en Tuxtla Gutiérrez, el 24 de noviembre a las once horas, estará en Comitán, en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos.
Sin duda que la presencia de Padura en Comitán es la noticia más relevante en el plano cultural durante el 2025. Desde que me enteré de su próxima visita a Comitán hice una revisión de los grandes autores literarios que han visitado el pueblo, en mi relación aparecieron grandes narradores y poetas de Chiapas y de otras partes de la república. Este ejercicio de memoria me causó gran emoción, primero porque, me conocés, soy muy poco memorioso, pero luego porque pensé que la presencia de ellos y de ellas han traído luz al pueblo. Nunca se sabe qué persona de la audiencia será tocada con una palabra que diga el personaje famoso. Recuerdo que Consuelo Sáizar (quien estuvo en Comitán en el 2024), que fue directora de Conaculta, a nivel federal, en tiempo que Vicente Fox fue presidente de México, dijo que siempre tiene conciencia de qué persona está frente a ella, porque a veces, el destino (viejo cabrón, pero también afectuoso) nos pone frente a personajes que tienen una gran historia acumulada, son las personas inspiradoras.
¿Quiénes son los grandes personajes literarios chiapanecos que recuerdo? ¿Quiénes han estado en el pueblo compartiendo su talento? Héctor Cortés Mandujano, José Martínez Torres, Quincho Vázquez, Socorro y Marissa Trejo Sirvent, Fer Trejo, Pepe Falconi, Juan José Arreola, Prudencio Moscoso, Jorge Esquinca, Jorge Humberto Chávez, Óscar Wong, Eraclio Zepeda, Óscar Oliva, Gabriel Velázquez Toledo, José Muñoz Cota, Enrique Orozco, Luis Antonio Rincón, Roberto Rico, Roberto López Moreno, Kira Núñez, Efraín Bartolomé, Kira Galván, Marvey Altuzar, Clarita del Carmen Guillén, Chary Gumeta, Marco Antonio Besares, El poeta de lo breve, Enrique Orozco, Gertrude Duby y más, muchos más, entre éstos, Mario Nandayapa, Miguel Ángel Godínez, Elva Macías, Gustavo Ruiz Pascacio, Yolanda Gómez Fuentes, ah, mucha inteligencia y pasión por la literatura. Pero, ¿de altura que haya rebasado el plano nacional? Pues en 1968 anduvo por acá Rosario Castellanos, también han estado Balam Rodrigo, Dolores Castro y Elena Poniatowska. Como ves, y con perdón de medio mundo, Leonardo Padura es el primer visitante de gran prestigio a nivel internacional, es el más grande. Su presencia dará brillo a nuestro libro de historia, una de las páginas se llenará de luz, con la luz de la amada isla caribeña, porque, vos sabés, amamos a Cuba por mil motivos, todos con justificada razón.
Cuando Dora Patricia Espinosa se enteró de la próxima visita de Padura, de inmediato fue a uno de sus libreros y encontró más de diez libros de Leonardo. Lo que indica su pasión por la obra del cubano, por esto sus ojitos se llenaron de agua, como si cada una de las niñas de sus ojos fueran islas rodeadas de mar. Padura dice que es un ser humano obsesivo. Tal vez por ahí encontramos una de sus características para su disciplina creativa.
Posdata: Leonardo Padura estará en Comitán. Ah, es la noticia cultural más importante de este año. Todo mundo debería acudir a la cita, todo mundo debería estar en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos, el 24 de noviembre 2025, a las 11 de la mañana. La entrada será libre, todo es cortesía de mi universidad, la Benemérita UNACH. Qué institución tan generosa, tan brillante. De igual manera me atrevo a decir que difícilmente otra institución chiapaneca ha realizado una invitación tan sublime, tan llena de gloria, con miras altísimas, como siempre debería ser. ¡Felicidades!
¡Tzatz Comitán!
sábado, 15 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN CACHITO DE VIDA
Querida Mariana: “La vida es bella”. En nuestra lengua se popularizó el dicho cuando apareció la película con este título. “La vida es bella” es una cinta italiana, con la actuación de Roberto Benigni y del niño (en ese tiempo) Giorgio Cantarini. Vos, que sos experta en cine, la recordás con precisión, sabés cada escena y muchos diálogos. La película es italiana, el título original es idéntico a la traducción al español, suena diferente (ah, la lengua de mis ancestros paternos): “La vita é bella”. Suena bonito, ¿verdad?, tiene ecos del río Po.
En una pared de casa comiteca está escrita dicha frase, como para recordar a todos los peatones y automovilistas que por ahí pasan que la vida es una y tiene esencias divinas. Quien no conoce nuestro pueblo descreería que este lugar tan plácido está al lado de una calle. Caminábamos rumbo a mi casa cuando Dora Patricia Espinosa me dijo que me sentara tantito ahí. Le hice caso, subí a la banqueta y me senté. Parecería un espacio de una plaza, un parque, ¡no! El espacio prodigioso está en una banqueta de Comitán. Los vecinos han hecho un pequeño nicho para el descanso, para el relajamiento, para que alguien que lleva mucha prisa haga una pausa en el camino, se siente y vea el tráfago diario, para que piense que en muchas ocasiones los apresuramientos no compensan el afán. La vida es bella cuando nos damos tiempo para nosotros. Por lo regular, nuestro tiempo, “el nuestro”, está dedicado a afanes lejanos, fuera de nuestra esencia. Temprano nos levantamos, nos damos el baño, porque hay que ir al colegio o al trabajo. El baño es apresurado, porque ya nos gana el tiempo. Siempre nos está ganando el tiempo. En Comitán, por fortuna, todavía tenemos espacios donde la prisa no anda en patines, camina con paso lento, pero, de todos modos, hay prisa por llegar, por irse, por andar de un lado a otro.
Le hice caso a Dora Patricia Espinosa e hicimos una pausa, posé para la foto, pero al cambiar la rutina me sentí bien, supe que si lo hiciera con más frecuencia (está tan cerca de casa este pequeño refugio) me sentiría mejor y tal vez vería la cara más bella de la vida y no la de fastidio y, a veces, el rostro lleno de caca que nos refriega la vida.
En ese momento sentí una conexión maravillosa con la vida, con el diario baño de luz. Dora Patricia tomó la foto y dejó que estuviera un ratito más ahí, ella subió a la banqueta del otro extremo y revisó su celular, mientras tanto yo dejé que el aire me llenara, me cubriera, el clima estaba (como casi siempre) celestial. Ah, nuestro Comitán es bello. Sí. La vida es bella y Comitán es bello. A veces Comitán y la vida se manifiestan en toda su plenitud y nos toman de la mano y nos acarician, nos apapachan.
La mirada de Paty permitió que la imagen quedara plena, ahí está la frase que nos recuerda que ¡La vida es bella!, en ambas maceteras (una es una olla de barro de la región) crece una planta exquisita, la lavanda. Una vez, mi querido arquitecto Roberto Álvarez Torresvalle, mientras me daba un recorrido en una casa que diseñó, pasó al lado de una planta de lavanda y la movió con su mano, el aroma nos invadió. Así resultó la mañana de la fotografía, me acerqué a oler la lavanda y su aroma fue como bálsamo para el alma. ¿Ya viste qué belleza? Digo que este lugar está cerca de mi casa. Mis vecinos han procurado que nuestra calle (asquerosa porque muchos viajeros la llenan con desechos) tenga una cara bonita y lo han logrado en sus lados, en sus casas. Ellos viven bien en el interior, pero han pensado en los peatones apresurados de afuera y les han hecho un lugar donde la vida tenga un rostro digno. Comitán lo merece dicen mis vecinos y hacen lo que les toca para que el pueblo tenga la grandeza que le corresponde. Ah, ¿mirás lo que sería nuestro pueblo si en cada calle hubiese este tipo de manifestaciones prodigiosas? Sólo hace falta despertar el ánimo de los vecinos, los auténticos. Casi frente a la oficina de Arenilla, un vecino le hizo caso a la invitación de romper el cemento y sembrar un árbol, hace cosa de seis u ocho meses, el vecino rompió la laja (ah, odiosa laja), hizo un pequeño hueco y sembró un arbolito, ahora este arbolito dejó de ser pichito y ya es un hermoso adolescente, ha crecido fuerte, lindo. Este pequeño acto transformó el entorno en forma amable, el arbolito ahora provee oxígeno, sombra y da una vista agradable. Todo bonito. Este acto reafirma la idea que la vida es bella.
Mis vecinos de casa han hecho lugares maravillosos, donde siempre hay maceteras con plantas. A mí me regalaron una maceta, mi mamá la regaba todos los días , una mañana salió y ya no encontró la planta, alguien la había robado (no faltan pues los cabrones). Pero mis vecinos no se dan por vencidos, siguen sembrando luz, sembrando vida. Una mañana vi al rotulista pintando este letrero: “¡La vida es bella!” y pensé que sí, es bella cuando hallamos estas manifestaciones maravillosas, el genio humano se manifiesta.
La cinta de Benigni tiene como entorno la Segunda Guerra Mundial, en un campo de concentración nazi. La cinta fue muy aclamada en todo el mundo. En medio de la mierda, el papá, gracias a su imaginación, logra que el hijo encuentre el brillo a la vida, por eso: la vida es bella. El mensaje es devastador, no importa que el mundo esté metido en una cloaca, hay espacios donde se puede ver la luz, hendija donde se cuela el aire que limpia la mierda.
Este espacio lo tengo cerca de casa. Nunca me había tomado una fotografía en él. Paty me impulsó a olvidar por un rato el apresuramiento. No podemos estar como los balcones de Rosario Castellanos, sólo mirando, pero lo que sí podemos hacer es detenernos un ratito en la loca carrera que nos lleva a todos lados y a ninguno. En Comitán hay una calle (más bien avenida) donde está colocada una banca para que el peatón se siente tantito, para que el automovilista se detenga y haga una pausa en la carrera loca de la vida y encuentre sosiego. Da una sensación, incluso de poderío, ver que todo mundo corre mientras uno está tranquilo. Se siente bien imaginar a Slim (uno de los hombres más ricos del mundo) corriendo para llegar a una reunión donde hará más dinero y uno está tranquilo, sin necesidad de prisas, como si fuera el hombre más rico del mundo, como si uno dijera: que corran los otros, que los otros se afanen, yo tengo la dicha de no preocuparme, poseo la riqueza más amplia: la tranquilidad, el tiempo.
Posdata: a veces la vida muestra su mejor cara, llegamos a pensar, en medio del lodo, que la vida es bella. Esto es gracias a los vecinos bellos, los más comprometidos con la sociedad. Sería maravilloso que todos los vecinos del pueblo tomaran el ejemplo, que juntos dignificaran nuestra ciudad, el lugar donde vivimos; sería genial que Comitán retomara su nombre de Comitán de las flores. Mis vecinos lo han hecho y, ¿a poco no?, se ve genial, se siente genial. ¡Más de ellos! Comitán lo merece. Sí, por ratos, ¡la vida es bella! Procuremos que siempre sea así, lejos de la mierda.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 14 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON PASIONES
Querida Mariana: entiendo tu pasión por el cine. Ah, qué arte tan magnífico, tan seductor, tan jala vocaciones. Muchas personas soñaron en su adolescencia ser actores o actrices o directores de cine. Esto habla del encanto de esta profesión. Hasta la fecha muchos chicos y chicas sueñan con llegar a pisar alfombras rojas y ser el motivo central de un escenario.
Dije escenario; es decir, hablo del espacio donde se genera la actuación, donde se foguean los grandes del cine: el teatro.
En esta fotografía, tomada al principio de los años ochenta, en el auditorio de la Casa de la Cultura (hoy Centro Cultural Rosario Castellanos), estamos actores y actrices en un receso del ensayo de una obra. En primer plano está Florecita Pérez Velasco y luego (con una cara de gutzera) estoy yo. Florecita está recargada en el pretil del escenario, yo también, me ayudo con las manos. No recuerdo el nombre de la obra, sólo sé que, bajo la dirección de Óscar Bonifaz, una tarde la presentamos con un lleno total. En realidad, fueron dos días que se presentó la obra (sólo recuerdo que a mí me tocaba representar a un profesor).
Representación, es la palabra clave. El actor y la actriz, sobre el escenario, dejan de ser ellos y se convierten en otros, apasionante juego. Los grandes actores y actrices del mundo han representado, sobre el escenario, a personajes geniales. Es tan seductora la actividad teatral y cinematográfica que los grandes escritores o directores se han convertido en actores en un momento determinado. Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, escribió obras de teatro y un buen día, o una buena tarde, se subió al escenario para ensayar una de sus obras y representarla en una función. ¿Qué decir del gran Orson Wells -uno de tus directores consentidos? Hay películas donde aparece en varias escenas, así como el gran rey del suspenso Alfred Hitchcock, de vez en vez asomaba en la pantalla la panza del genial Hitchcock. El gran Woody Allen no sólo es un gran director, también le entra a la actuación, con éxito. El cine mexicano no cantó mal las rancheras, hay películas donde aparece Carlos Monsiváis o Carlos Fuentes. Son apariciones breves, como si fueran extras, pero son presencias prodigiosas, por tratarse de quienes se trata.
Otra cosa es dedicarse profesionalmente a esta actividad. No sé si algún alumno o alumna de Óscar Bonifaz logró descollar a nivel nacional. Pienso que la actividad teatral en el pueblo ha sido en forma amateur. Se hace teatro (¡qué bueno!), pero no sale de estos escenarios.
Sólo conozco dos casos, el de Javier Esponda (el niño del rostro bello) y Lety Pinto (la niña de rostro bello, que fue mi compañera en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz). Ellos lograron actuar en películas de difusión nacional e internacional. Para los paisanos son memorables sus actuaciones, la de Lety en “La banda del carro rojo”, al lado de uno de los Almada; y la de Javiercito en “El jardín de tía Isabel”, al lado de la gran Ofelia Guilmain.
Florecita actualmente es pastora, en la iglesia que ocupa el edificio que fue el Club de Leones, donde, con su hermano Jorge, mi querido amigo, echamos baile y trago. Hoy, ese recinto está dedicado a la oración. Y yo, actualmente soy tu amigo, el escritor de estas cartas. Ha pasado mucha luz sobre este escenario, hablo de más de cuarenta años.
Posdata: mi cara de piedra demuestra lo contrario de la alegría que produce el teatro, el escenario. Se dedica horas y horas en aprenderse el guion, horas y horas tratando de “meterse” en el personaje para que sea creíble, horas y horas en los ensayos. Tal vez acá alguien me dijo que abandonara el papel asignado y jugara a ser Garrick, el actor de Inglaterra.
Reconozco tu pasión por el cine, sé que esta ventana alcanza a mostrar aires que son impensables en lugares como el nuestro. Ojalá algún día se cumpla tu sueño de ser una de las grandes cineastas de este pueblo. Como dije, ha habido actrices y actores que han brillado en el plano nacional, pero no conozco a un gran director o directora. Ojalá.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 13 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN ACTO DE AMOR
Querida Mariana: el libro, ah, qué objeto tan lleno de luminosidad. En la escuela primaria Esteban Alfonzo realizaron un acto de amor hacia el libro. El día 12 de noviembre 2025 hubo un sendero hecho con libros. ¿Mirás lo que digo? Un caminito que partió de la entrada y llegó hasta un salón donde habrá una biblioteca. Fue un acto hermoso, estudiantes, papás, mamás, personal directivo y docente se unieron para formar esta senda. Bien dijo el poeta “se hace camino al andar”. Algún día asomó la idea, le echaron aire y el papalote voló, voló tan alto que están a punto de conseguir el anhelado espacio.
No esperaron que el maná cayera del cielo, cada estudiante contribuyó con un libro para que los estantes se llenen, se cubran con los objetos culturales más preciados, los que cuentan historias, los que atesoran el espíritu del ser humano, los que resguardan el genio, los que permiten imaginar, crear; los que consienten el concepto de amistad, porque en ellos está concentrado el valor de la lealtad, ya que basta elegir uno de ellos, extender la mano y abrirlo para encontrarlo siempre dispuesto a compartir su alma. El libro posee la capacidad de lo que hoy llaman veinticuatro siete; es decir, siempre está disponible, es el más fiel acompañante.
Fue un gran festejo. Antes de hacer el caminito, hubo dinámicas que disfrutó el estudiantado. Yo me di una vueltita debajo del domo central (me invitó la maestra Ana Gómez). En los cuatro lados estuvieron sentados los niños y las niñas con un libro. Vi cómo, antes de hacer el caminito, ellos y ellas leían, comentaban. Muchos me mostraron los títulos. Me encantó cuando alguien me enseñó un libro ilustrado con el cuento de Hansel y Gretel y una niña que estaba al lado me dijo: “Yo me llamo Gretel”. Pensé que eso era prodigioso, casi casi estaba esperando que alguien se parara y dijera: “Yo soy Hansel”.
Hubo bailes, experimentos científicos, cantos y rondas; una gran participación de personal de Ya’Ax-Ná (palabra tojolabal que en castellano significa Casa Verde). Ah, qué capacidad tan llena de energía de Xóchitl Penagos, directora de este parque temático.
Por fin, llegó el momento ansiado y el director, profesor Samuel Alfonso Cruz López, convocó a los estudiantes a que formaran el caminito lleno de libros. Caray, siempre se dice que el libro deja huellas en los lectores, así lo vi, los libros, esa mañana, fueron huellas, nadie las pisó, todo mundo colocó los libros con respeto y alegría. Conforme el caminito se fue haciendo, la emoción hizo que los niños y las niñas gritaran: ¡sí se puede, sí se puede! Ese grito se expandió como globo aerostático, los nombres de grandes escritores estaban en el piso a punto de levitar, por ahí estuvo Cervantes, Sor Juana, Rosario Castellanos (por supuesto), Juan Rulfo; vi un encuadernado con fotocopias a color del libro “Comitán, una puerta al sur” (libro genial), también estaba un ejemplar de “Las haciendas de los llanos de Comitán”. Un tachilgüil maravilloso. Después de minutos, donde los chicos y chicas siguieron formando el caminito de libros (recordé la canción infantil: “caminito de la escuela, apurándose a llegar…”), me di cuenta que el sendero estaba a punto de llegar al salón donde se instalará la Biblioteca Escolar Ángel Albino Corzo y un silencio se hizo, silencio que fue roto como una gran explosión cuando el estudiantado gritó: ¡Sí se pudo, sí se pudo!
Ah, qué lección tan maravillosa recibieron los niños y niñas esa mañana, una lección donde ellos fueron protagonistas, donde se demostró que la voluntad logra construir sueños, hacerlos posibles. Estudiantes, mamás, papás, personal docente y administrativo lograron una gran realización. Son ejemplo de lo que puede hacerse en tiempos de incertidumbre, ellos sembraron gajos de luz y de esperanza.
Posdata: agradecí la invitación y regresé a la oficina de Arenilla, donde, igual que la comunidad de la Escuela Esteban Alfonzo (la escuela de la colonia Miguel Alemán), también sembramos sueños que alimentan el espíritu de la cultura.
Felicidades. Fue un gran festejo.
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 12 de noviembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON DOS GRANDES VIEJOS
Querida Mariana: acá está el gran maestro Paquito García, artista plástico de Comitán, hombre por demás generoso, viejo hermoso.
Digo que acá está la presencia de dos grandes viejos, uno es el que se ve y el otro no aparece, pero ahí está su obra, su infinita presencia: mi papá, Augusto Molinari Bermúdez.
Digo esto, porque el salón donde está el maestro Paquito, era la sala de exposición de la Galería Bonampak, un espacio que abrimos mi Paty y yo, con auxilio de mi papá.
A ver, te cuento. Si ponés atención, verás que detrás del vitral se ve un cuadro colgado, es un cuadro de Mario Pinto Pérez. Esto quiere decir que hay un salón anexo. El salón anexo que refiero era la sala de la casa de mis papás, la que estaba a cuadra y media de la Escuela Matías de Córdova.
Una mañana desperté con un sueño: hacer una galería de arte en mi pueblo. ¿De verdad? ¿Ya lo pensaste bien?, preguntó mi mamá. Sí, ya lo pensé bien, dije, mientras comíamos todos en la mesa del comedor. Vi a mi Paty y ella, con un movimiento de hombros, me apoyó. Mi papá tomó una cucharada de caldo y dijo que lo hiciera, que no podía quedarme con el sueño en las manos, que las manos servían para echar a andar las cosas y dijo que me apoyaría con paga para que se acondicionara la sala y parte del corredor de la casa.
Ahora sé que le partimos la madre a la estética del patio central de la casa, porque la sala se destinó como vestíbulo y se amplió la sala de exposición (que es donde está el maestro Paquito); es decir, lo que fue un corredor se volvió espacio para el arte. El ventanal y la jardinera eran parte de la sala de la casa que daba al corredor, la grandeza del espacio permitía que entrara mucha luz. La sala desapareció, mi papá mandó a abrir dos grandes puertas en lo que fue el espacio donde recibíamos a las visitas. Mi Paty y yo, emocionados, pensamos que por ahí pasarían los potenciales compradores.
Lo había pensado bien, supe que no estaba abriendo una taquería, estaba abriendo una galería de Arte en Comitán, así que no venderíamos toneladas de cuadros, pero con nuestras cuentas pensamos que con dos cuadros vendidos en el mes podríamos sacar gastos, no nos convertiríamos en Slim, pero sí propiciaríamos un espacio artístico para el espíritu de Comitán.
Hagamos un homenaje a dos grandes de Comitán, le dije a Paty y lo hicimos, le notificamos al maestro Güero, Javier Mandujano Solórzano, y al maestro Paquito García que colocaríamos dos placas para honrar su trayectoria artística y ambos aceptaron.
Comenzamos a preparar la inauguración, mi papá, como el gran maestro de obra que siempre fue, mandó a hacer las molduras de madera que colocaron en el techo de la galería, que fue un cielo ajedrezeado maravilloso, hizo que retiraran el ventanal y lo llevaran a la bodega, donde vendíamos triplay, para que yo pintara el vitral que acá mirás. ¿Viste qué imagen tan agradable? Mi papá diseñó cada espacio con gusto, con agrado, para que Comitán tuviera una digna galería de arte.
Y llegó la tarde de inauguración, llegaron varios amigos, ofrecimos ponche de frutas (hecho por mi mamá), lo servimos en jarritos de barro que mandamos a hacer en Amatenango del Valle, con las letras de Galería Bonampak; los maestros Paquito y Güero estuvieron felices, todo mundo nos deseó mucho éxito, esa noche vendimos cuatro cuadros, uno lo compró Paco, el hijo del maestro Paquito; otro lo compró Fredy Culebro; el tercero lo adquirió Don Héctor González Carrillo y el cuarto Javier Aguilar (por cierto, el que está a la izquierda de esta foto). Después del rebumbio, Paty y yo dimos la noticia, estábamos felices, ya habíamos superado lo proyectado (dos cuadros más, y en una sola noche), así que ya teníamos para lo de dos meses. Mientras yo seguía laborando en el colegio, mi Paty abría con puntualidad la galería. A la hora de la comida cerraba y yo le preguntaba cómo había ido el día y ella comenzó a decir que no se había vendido nada, ni siquiera los aceites y pinturas que habíamos comprado directamente en la Vinci, de la Ciudad de México. ¿Y alumnos para los talleres de dibujo? A fin de mes se habían inscrito cuatro personas a los talleres que impartían los hermanos Alfonzo Meza, Paco Flores y Juan Ramón Bermúdez, quienes acudían puntualmente en las tardes. Poco a poco nos fuimos acostumbrando que el movimiento sería así, magro, pishcul. Hacíamos exposiciones cada mes, llegaban invitados, le daban vuelta a la exposición, recibían los bocadillos y el vino que ofrecíamos y se despedían diciendo que los cuadros estaban muy bonitos, que nos felicitaban.
Posdata: un día, varios meses después, le dijimos a mi papá que habíamos cumplido el sueño, pero que había resultado un chasco. Entonces, mi papá sonrió y dijo una frase que le encantaba repetir, tomada de un disco de Doña Lola Albores: “puro fracaso ‘tamos mirando”, nos dijo que más se había perdido en la guerra y dos días después levantamos los cuadros, porque, hábil como era para los negocios, le había rentado el local a un amigo de San Cristóbal de Las Casas, quien puso una taquería de sazón exquisita.
Al final de la existencia de la casa, ya fallecido mi papá, mi mamá dio el local en renta para una mueblería. Siempre disfruté esos cambios, decía que todo terminaba en “ía” (jamás imaginé que la ia de ahora significa inteligencia artificial). Mi papá me ayudó a cumplir un sueño que no tenía muchos pies en una ciudad que no volaba en el plano cultural en los años ochenta del pasado siglo. ¿Ya cambió la perspectiva cultural en este siglo XXI, en la ciudad que presume ser la Capital Cultural de Chiapas?
¡Tzatz Comitán!
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