sábado, 14 de febrero de 2009

MONÓLOGOS QUE SON DIÁLOGOS


Conchita Avendaño es poeta. Ella radica en San Cristóbal de Las Casas, anoche estuvo en la Casa del Arte, en Comitán. Acudió a presentar un libro de poemas. Óscar Bonifaz, Marvey Altuzar y José Segura (un escritor Tlaxcalteca) la acompañaron.
La Casa del Arte tiene un patio, un espacio breve que es muy comiteco. No recuerdo si el patio tiene piso de ladrillo, no he puesto atención, pero lo debió tener algún día, porque un aroma de ladrillo se desprende de ese espacio.
La invitación a la presentación del libro de Conchita fue inusual (al menos en Comitán). La invitación decía que la propia autora haría una escenificación de la obra (en un momento alguien habló de dramatización, y esto sonó más dramático aún).
Después de los comentarios de los presentadores, Conchita se plantó como un gran árbol, enormísimo árbol, en el breve escenario improvisado y actuó. ¡Conchita es artista! Con desenfado comunicó su obra.
Hace tiempo oí un poema que ella leyó, en esa ocasión me gustó el texto. Ella dice que escribe para comunicar, para compartir. Anoche no sólo hizo uso de la palabra, cantó y bailó. Anoche no fue una simple lectura de poemas, fue una puesta en escena de su obra poética. Anoche no hallé el mismo prodigio en su palabra, no hallé la misma luz en sus poemas. Tal vez fue porque anoche no hubo esa burbuja íntima que da la lectura a la luz de una vela. Anoche, Conchita fue como una lámpara de mil bujías. Los asistentes aplaudieron con generosidad al término de la "actuación" de Conchita. Agradecieron la entrega de la artista.
Anoche, la Casa del Arte se anotó un diez.
Estamos formando públicos, poco a poco, poco a poco.