jueves, 10 de junio de 2010

CON LA EMOCIÓN DE IR A LA ESCUELA


La mayoría de alumnos acude a la escuela con cierta displicencia. No siempre es así. El primer día de clases hay una emoción particular. Luego, como que todo se convierte en rutina. El día de ayer noté una algarabía especial, como que medio mundo espera con ansia el día de mañana. Se hacen preparativos para ver, desde el aula, el partido inaugural del Mundial. Mañana, medio mundo acudirá a la escuela con una gran emoción. Diría el Perro Bermúdez: "Ya se siente la emoción en el ambiente. ¡Vamos, muchachos!".
¿No se puede ir contra corriente? Parece que en este país no es posible, ni deseable, desde la perspectiva del poder y de los poderosos. La propia autoridad escolar cedió. En aras a evitar el ausentismo ordenó que los alumnos y maestros vean los partidos de fútbol en que juegue México.
Por fortuna México es un equipo mediocre, pero si -en mero juego de imaginación- la selección llegara a la Final significaría una inmensa pachanga escolar de todo un mes.
Entiendo la posición del Secretario, pero, por supuesto, no la justifico. Desde la escuela tendríamos que enviar el mensaje: ¡Acá se trabaja! El Secretario debió enviar una señal diferente y ordenar tajantemente la prohibición estricta de convertir al aula en un remedo de estadio, donde los alumnos y "tichers" consumirán sabritas y cocas (digo, sólo falta que salga el "Sol" encarnado en cerveza).
Las autoridades cada vez son más laxas, cada vez ceden territorios al estudiantado. Por esto nos va como nos va.
Imaginar un escenario diferente es sencillo y a la vez complejo. Los alumnos asistirían con enojo al aula, lo mismo sucedería con los maestros. Muchos alumnos no se presentarían al aula, igual que los maestros. De contrabando se intentaría escuchar o ver El Mundial. Todo esto porque el mundo sabe, y así nos lo grita a cada instante, un espectáculo de esta naturaleza sólo se da cada cuatro años. Nadie quiere perderse ser "espectador" de este acto maravilloso.
Así pues, la Coca Cola, las sabritas, la cerveza Sol y demás empresas multimillonarias están felices porque su mensaje será "bebido" por millones de estudiantes, gracias al patrocinio de la Secretaría de Educación, que luego pretenderá lavarse las manos diciendo que los escolares no deben consumir comida chatarra.
No se puede ir contra la corriente. Yo mismo estoy esperando que sea viernes. Que nadie me interrumpa de siete a once de la mañana. Veré el partido inaugural. Me justificaré diciendo que soy escritor y debo dar constancia de mi tiempo.
Dejémonos llevar. Total, esto es cada cuatro años y sólo (sólo) tarda un mes.