sábado, 19 de junio de 2010
LOS IRREPARABLES
Fallece alguien famoso y los otros dicen: "Es una pérdida irreparable". Ayer falleció José Saramago, ¿qué tan irreparable es su pérdida?
Las muertes que son irreparables son las de los hombres que pasan como el viento; las de los hombres intrascendentes.
Los hombres que siembran ideas jamás dejan ausencias irreparables.
Si bien es cierto ya no vuelven a elaborar ideas nuevas, también es cierto que ya dejaron un buen trecho sembrado.
A raíz del Premio Nobel de Literatura, el mundo conoció más el pensamiento de Saramago.
Hoy que, físicamente, ya desapareció, el mundo sigue desgranando las mazorcas que el Mago legó. Hoy podemos decir que el Mago fue un hombre bueno y cumplió.
Tocó la aorta de los hombres poderosos, de quienes gozan esclavizando a los humildes. Como siempre sucede no pasó algo. Los poderosos siguen llenos de vitalidad y continúan alimentándose de los otros. Ah, qué vena más rechoncha, con qué rapidez fluye la sangre. ¿Para qué entonces escribir cientos de cuartillas a favor de los desposeídos, a favor de la inteligencia, si el mundo es más miserable y más estúpido cada día? No sé la respuesta, sólo sé que, para algunos, es como una tabla de salvación. El mar de la mediocridad y de la miseria es infinito. Ningún mortal puede permanecer a flote tanto tiempo sin la bendita presencia de algunos salvavidas.
El Mago fue tablita; fue la pausa entre tsunami y tsunami; fue el viento que, de vez en vez, abrió la ventana del poderoso y, momentáneamente, armó un desmadrito adentro de esas habitaciones frías y perversas.
Eso fue El Mago, para eso vivió. ¿Irreparable su pérdida? Así lo pensarán los poderosos y se cagarán de la risa. Nosotros, los de a pie, pensamos que, a partir de hoy su pérdida es inseparable.