sábado, 3 de julio de 2010
EL GALLITO INGLÉS
Más que la gallina de Guinea, los mexicanos de los años setentas conocieron el gallo Inglés. Sí, aquel famoso gallo que tenía sus versos bien rimados: "Este es el gallito inglés / míralo con disimulo / quítale el pico y los pies / y métetelo en el culo". ¡Por el amor de Dios!, decían los espíritus más exquisitos, ¿qué obscenidad es ésta?.
El gallito inglés era una "obscenidad" que Armando Jiménez encontró en algún lugar de México, lo retomó y, cuando publicó su libro de "Picardía Mexicana", lo hizo famoso en todo el mundo.
Don Armando falleció ayer. Falleció en Tuxtla Gutiérrez, lugar donde vivió sus últimos años.
En los años ochentas, en una lectura que los integrantes del taller de narrativa del Rayo Macoy hicimos en el auditorio del Instituto Chiapaneco de Cultura, me topé con don Armando. Yo lo conocía porque fui lector asiduo de su libro de "malcriadezas", libro del que vendió millones de copias. ¡Todo un éxito editorial!
Ahí me enteré que uno de sus hijos vivía en Tuxtla y él viajaba constantemente a visitarlo. Posteriormente se quedó a vivir en esa ciudad abrasadora.
Don Armando decía que su único mérito había sido ir a todos los lugares públicos de México, y, con ayuda de un lápiz y de una libreta, copiar todos los letreros que los mexicanos acostumbramos pintar en cuanta pared se nos pone enfrente. Muchos de esos famosos letreros los encontró en los sanitarios (no sé si también copió los de los sanitarios para mujeres, porque no sé si las mujeres acostumbran pintar letreros como los hombres. El otro día pasé por una escuela secundaria pública, a la hora de salida de clases, y la palabra "verga" fue la que más escuché en boca de ¡las niñas! Desde un "Apurate, pue', vos verga", hasta un "pélenme la verga" ahora sí que ¡Por el amor de Dios!).
Don Armando tuvo el tino de recopilar todo el "ingenio" del mexicano. Hoy, sus libros son motivo de estudio sociológico y antropológico.
Ayer murió don Armando y el gallito inglés se quedó sin pico y sin pies y nadie lo mira con disimulo. Nadie.